Esta parada tiene como objetivo destacar la relevancia de la esclavización en contextos urbanos, particularmente en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Buscamos generar conciencia sobre cómo la esclavización era una realidad cotidiana en el Claustro y cómo estudiantes y profesores probablemente tenían interacciones diarias con personas esclavizadas. Nos enfocaremos en las personas esclavizadas que trabajaron en la cocina del Colegio Mayor, mostrando que la esclavización en el Rosario no se limitaba a las haciendas.
En primer lugar, exploraremos la esclavización dentro del Claustro a través los casos de tres personas que fueron asignadas al servicio de alimentación: Antonio, María Luisa y Ana María Isabel Cuéllar.
En segundo lugar, reflexionaremos sobre otros espacios y destinos que tuvieron las personas esclavizadas vinculadas al Colegio.
1. La esclavización como parte de la cotidianidad del Claustro.
En los imaginarios, la esclavización suele asociarse exclusivamente con las regiones de "tierra caliente", con las haciendas y las minas. No obstante, es importante reconocer que la esclavización fue una realidad palpable en Santafé de Bogotá, trascendiendo los límites geográficos habitualmente atribuidos.
El Colegio Mayor del Rosario tuvo personas esclavizadas, no solo en sus extensas haciendas, sino también dentro de su propio claustro. A través de diversos documentos del Archivo Histórico, se puede constatar que algunas personas esclavizadas fueron explotadas en el servicio de alimentación, sirviendo tanto a los estudiantes como al profesorado.
El doble vínculo de la alimentación en el Claustro con la esclavización
La esclavización dejaba una huella profunda en la alimentación del Claustro, extendiéndose más allá de la mera preparación de los alimentos. Los registros del Archivo Histórico revelan que muchos de los alimentos utilizados en el Claustro provenían de haciendas como las de Calandaima, donde personas esclavizadas eran explotadas.
Así, los colegiales no solo se beneficiaban de la labor de una persona esclavizada en la preparación de sus alimentos, sino que también consumían productos que eran fruto del trabajo de otras personas esclavizadas en Calandaima. De esta manera, la esclavización estaba profundamente entrelazada con la cadena de producción y abastecimiento de los alimentos que llegaban al Claustro.
Caso 1
Antonio (1667).
En el libro de actas de Consiliatura de 1667, el rector Juan Mosquera Nuguerol y el secretario Salvador Gómez de Figueroa y Palencia aprobaron “dejar en el servicio de cocina al mulato esclavo llamado Antonio
de España.
Sin embargo, como ocurre en muchos otros casos, la fuente no proporciona más detalles o información adicional sobre la vida y la experiencia de Antonio.
Las personas esclavizadas en el servicio de alimentación del Rosario1.
En el archivo histórico, hemos logrado identificar algunos nombres de personas esclavizadas que desempeñaron funciones en la cocina del Colegio Mayor del Rosario.
Ubicar el tipo de oficios que desempeñaban las personas esclavizadas permite rastrear su historia de vida e identificar cómo la clasificación del sistema colonial afecta los estereotipos que se ciernen en el
presente sobre las y los afrodescendientes, así como los roles que deberían ocupar en la sociedad actual.
Caso 2
María Luisa (1738).
María Luisa había sido comprada por el rector del Colegio en agosto 1738, cuando tenía 40 años. Ella fue vendida por una mujer: Francisca Terreros.
Esta fuente resalta un hecho importante, a saber: que las mujeres también participaron como esclavistas y contribuyeron a la deshumanización de los hombres y mujeres racializados. Como las otras mujeres, Francisca Terreros no tenía capacidad de hacer estas transacciones de manera directa y sin consentimiento de un hombre (su padre, marido o tutor según el caso). No obstante, esto no impedía su participación en el sistema esclavista.
En 1742, los estudiantes del Rosario se quejaron de los servicios de María Luisa. Frente a la inconformidad, en la sala rectoral se debatió si era más conveniente remitirla al trapiche de Calandaima o venderla. De forma unánime, los directivos optaron por su venta, argumentando que no se estaba aprovechando lo invertido en María Luisa, ya que no se la deseaba para el propósito por el cual había sido comprada.
Esta decisión refleja cómo las personas esclavizadas eran consideradas y tratadas como meras mercancías, sin tener en cuenta sus deseos, necesidades o derechos. Sin embargo, esta historia ha sido contada a
modo de “anécdota graciosa” en algunos libros de historia institucional.2
Por ejemplo, Hernández de Alba la describía como un “pequeño problema doméstico”3 .
Tal trivialización es reveladora de la tendencia a pensar en las vidas afrodescendientes como “vidas que no importan”; como vidas de las cuales se podía disponer como cualquier otro bien.
Caso 3
Ana María Isabel Cuéllar (1826)
Ana María Isabel nació en Ibagué y formaba parte de las personas esclavizadas del Colegio Mayor del Rosario.
El rector, Juan Fernández de Sotomayor, la hizo trasladar de una hacienda para que trabajase de cocinera en el Colegio. Ana María llegó en reemplazo de otra persona esclavizada, como sucedió con otros 3 o 4
casos en ese momento. Se decía que su desempeño en la hacienda no era bueno y que ella era “inútil” allá, mientras que tenerla en la cocina ahorraría al Colegio el gasto de una empleada.
Este caso evidencia cómo las personas esclavizadas eran movilizadas y asignadas a distintos lugares de acuerdo con las necesidades y decisiones de los esclavistas. El hecho de que Ana María Isabel fuese
considerada "inútil" en la hacienda y luego fuese trasladada a la cocina del Colegio destaca cómo se instrumentalizaba y deshumanizaba a las personas esclavizadas, reduciéndolas a meros objetos, cuya valía se
medía únicamente por su capacidad de trabajo y beneficio económico.
En octubre de 1826, Ana María se fugó. La misma noche en que dos hombres intentaron robar la casa de Juan Antonio Velasco, ella fue encontrada ese lugar. Como resultado, fue acusada de conato de robo,
sometida a un proceso legal y finalmente sentenciada a un año de prisión.
El caso de Ana María es revelador de cómo la llegada de la República no significó el fin de la esclavización en el Colegio Mayor del Rosario. Este caso también muestra cómo la fuga, en tanto forma de
resistencia a la esclavización, no fue un fenómeno exclusivo de los entornos rurales.
Reflexión
Más allá de la cocina.
Es posible que, más allá del caso de la cocina, otras personas esclavizadas vivieran y fueran explotadas en el Claustro. Sin embargo, por el momento no se han recopilado suficientes registros para documentar
de manera precisa esta realidad.
No podemos descartar que, como fue el caso en otras universidades, personas esclavizadas hubiesen participado en la construcción y el mantenimiento de los edificios originales del Colegio Mayor del Rosario
4. Es posible también que estudiantes y profesores alojaran a su “servidumbre personal” en el Claustro.
Referencias
Fuentes primarias
“Causa criminal seguida en 1826 contra Ana María Isabel Cuéllar, por robo a Juan Antonio Velasco”, 1826. Asuntos criminales, número de índice 0199, legajo número 7, 023, folios 963-990. Archivo General de la
Nación.
“Libro Tercero de Elecciones de Señores Rectores, Vicerrectores, Catedráticos, y Consiliarios y demás oficios de este Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario del Real Patronato de esta Corte”. Universidad
del Rosario: Archivo Histórico, 1738. Caja 124, folios 134-136.
Mosquera Nuguerol y Sotelo, Juan de. “Libro de Actas de Consiliatura 1667 - 1719”. Universidad del Rosario: Archivo Histórico, 1668. Caja 2, folios 166-195.
http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/10561.
Sorza Mena, Miguel Carlos de. “Cuentas presentadas por Miguel Carlos de Sorza y Mena sobre los ingresos y gastos del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario”. Universidad del Rosario: Archivo Histórico,
1719. Caja 2, folios 138-139. http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/5693.
Terreros y Villareal, Francisca. “Escritura de venta de la esclava Luisa por la señora Francisca Terreros y Villareal”. Universidad del Rosario: Archivo Histórico, 1738. Caja 3, folios 332-336.
http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/11361.
Referencias
Fuentes secundarias
Hernández de Alba, Guillermo. Crónica del muy ilustre Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Santafé de Bogotá. Bogotá: Editorial Centro, 1938.
Martin, Marcus L., Kirt von Daacke, y Meghan S. Faulkner. “President’s Comission on Slavery and the University: Report to President Teresa A. Sullivan”. University of Virginia, 2018.
https://slavery.virginia.edu/wp-content/uploads/2021/03/PCSU-Report-FINAL_July-2018.pdf.
University of North Carolina. “Slaves and the University Buildings”. Slavery and the Making of the University. Consultado el 21 de julio de 2023. https://exhibits.lib.unc.edu/exhibits/show/slavery/university_buildings.
(...) las asistensias a los generales, i al estudio que es el fin unico y principal de tan ilustre fundasion, lo qual, acontesido muchas be- ses, i siempre por defecto del cosinero, y en egequsion de esto por allar- se al presente en esta çiudad un mulato esclauo llamado Antonio de es- paña, que entiende del ministerio de cosina, digeron se quedase el dicho Antonio por ser el mas a proposito para el dicho ofisio. Con lo qual se serro la consulta que firmaron los suso dichos en dicho dia mes y año
Juan de Mosquera Nuguerol y Sotelo, “Libro de Actas de Consiliatura 1667 - 1719” (Universidad del Rosario, Archivo Histórico, 1668), f. 167r, Caja 2, folios 166-195, http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/10561.
Francisca Terreros y Villareal, “Escritura de venta de la esclava Luisa por la señora Francisca Terreros y Villareal” (Universidad del Rosario, Archivo Histórico, 1738), f. 332r, Caja 3, folios 332-336, http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/11361.
1. Rosario: Por ejemplo, en 1719, un libro de cuentas refiere los gastos que se hicieron para la cocinera, pero no mencionan un salario. Esto contrasta con la mención del barbero, a quien sí le pagaron 6 pesos. Esta comparación permite suponer que la mujer que cocinaba estaba esclavizada. Otro documento de 1799 menciona, entre los gastos del Colegio, la ropa de una mujer esclavizada, su esposo y otras compañeras de cocina. Ver más en Miguel Carlos de Sorza Mena, “Cuentas presentadas por Miguel Carlos de Sorza y Mena sobre los ingresos y gastos del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario” (Universidad del Rosario, Archivo Histórico, 1719), 138v, Caja 2, folios 138-139, http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/5693; PENDIENTE BURGOS Informe “de las cuentas rendidas por el Sr. rector D Santiago Gregorio de Burgos de 27 de julio de 96 hasta 20 de febrero de 1799”, conocido como cuentas de cargo y data donde relacionaba las entradas y los gastos del Colegio. AHUR, Caja 13, ff. 261v, 262.
3. Guillermo Hernández de Alba, Crónica del muy ilustre Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Santafé de Bogotá (Bogotá: Editorial Centro, 1938).
“(…) todos del mancomún clamaron se quitase de la cocina la negra María Luisa que había comprado el Doctor Don Francisco Xavier Tello para dicho ministerio, lo que habiendo intentado por el medio de remitirla al trapiche
y no habiéndose conseguido por algunos motivos, estetomó el de presentando su consentimiento los dichos señores en primera ocasión que haya se venda, porque de lo contrario se sigue que el Colegio no goce de la plata en
ella empleada, pues no la quieren para el fin que se compró, a lo que todos unánimes y conformes dijeron que se venda (…)”.
“Libro Tercero de Elecciones de Señores Rectores, Vicerrectores, Catedráticos, y Consiliarios y demás oficios de este Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario del Real Patronato de esta Corte” (Universidad del Rosario, Archivo Histórico, 1738), f. 135r, Caja 124, folios 134-136. https://drive.google.com/file/d/1GhEjSOQJ72dlOtdJZ03jKStoVaTyWU9a/view?usp=drive_link
“Causa criminal seguida en 1826 contra Ana María Isabel Cuéllar, por robo a Juan Antonio Velasco” (1826), Asuntos criminales, número de índice 0199, legajo número 7, 023, folios 963-990, Archivo General de la Nación.
“(…) se conocerá que la Isabel no es mi esclava, que tampoco lo es del colegio y que si se le agregó a sus haciendas, estoy (…) en tiempo de Zubarra por sus tachas y de repetir del señor Toro su valor, estando ya este advertido por el señor Joaquín Calixo [verificar] de la inutilidad de las misma antes del hecho que ha dado causa a su prisión. Así pues yo no me puedo comprometer a su defesa, ni debo ser considerado como dueño de ella por razón de rector de este colegio. El tribunal podrá regresarla al señor Toro si lo cree conveniente o nombrarlo defensor en esta causa, procurando desde ahora, contra ese lo que haría lugar en justicia de ella (…)”.
“(…) todos del mancomún clamaron se quitase de la cocina la negra María Luisa que había comprado el Doctor Don Francisco Xavier Tello para dicho ministerio, lo que habiendo intentado por el medio de remitirla al trapiche y no habiéndose conseguido por algunos motivos, estetomó el de presentando su consentimiento los dichos señores en primera ocasión que haya se venda, porque de lo contrario se sigue que el Colegio no goce de la plata en ella empleada, pues no la quieren para el fin que se compró, a lo que todos unánimes y conformes dijeron que se venda (…)”.
4. Ver los casos de las Universidades de Virginia y Carolina del Norte en Marcus L. Martin, Kirt von Daacke, y Meghan S. Faulkner, “President’s Comission on Slavery and the University: Report to President Teresa A. Sullivan” (University of Virginia, 2018), https://slavery.virginia.edu/wp-content/uploads/2021/03/PCSU-Report-FINAL_July-2018.pdf; University of North Carolina, “Slaves and the University Buildings”, Slavery and the Making of the University, consultado el 21 de julio de 2023, https://exhibits.lib.unc.edu/exhibits/show/slavery/university_buildings.