Dos siglos de haciendas esclavistas
Las haciendas –y las personas que fueron explotadas en ellas– no solo tuvieron importancia durante la Fundación del Colegio Mayor. Estas unidades productivas desempeñaron un papel fundamental para el
sostenimiento de la institución hasta los años 1834 y 1836, cuando finalmente fueron vendidas.
En esta parada nos enfocamos en las haciendas del Colegio y su relación con la esclavización.
En primer lugar, abordamos los principales aspectos económicos de las haciendas del Colegio, haciendo énfasis en las énfasis en las de Calandaima. Aquí se explora la importancia de las haciendas para las
rentas de la institución.
En segunda instancia, nos referimos a las personas que fueron esclavizadas en las haciendas del Colegio. Para de Calandaima. Aquí exploramos la importancia de las haciendas para las rentas de la institución.
En segunda instancia, nos referimos a las personas que fueron esclavizadas en las haciendas del Colegio. Para ello, se utilizan los padrones de personas esclavizadas encontrados en el Archivo Histórico de la
Universidad. Se aborda aquí el caso de María Matamba y Feliciano Ambula, como propuesta alternativa de revisión de las fuentes de archivo que permita hacer un reconocimiento de las personas esclavizadas.
Tierras del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario
Archivo General de la Nación - Colombia. Sección: Mapas y planos, mapoteca No4, Ref.: 97-A (1781) Tierras del Colegio de Nuestra Señora del Rosario
Fuente
1. Las haciendas del Colegio Mayor.
Desde su fundación – en 1653 – hasta las primeras tres décadas del siglo XIX, el Colegio Mayor se mantuvo como un importante propietario de la economía rural. Las principales haciendas del patrimonio rosarista eran las de Calandaima, ubicadas al Occidente de Cundinamarca en la jurisdicción de Tocaima, “probablemente la región esclavista más importante del mercado santafereño 1”. Con el paso de los años, el Colegio Mayor amplió su patrimonio, incorporando otras propiedades como las de Mesa de Yeguas, Jagual, Trujillo, los terrenos de Diana, Santo Tomás, la hacienda de San Miguel y los trapiches de Malachí, Buenavista, Concepción y
la Vega de San Antonio.
En la época de Fray Cristóbal, la extensión de Calandaima era de 5 000 hectáreas. Con el tiempo, el área de estas haciendas fue creciendo, hasta duplicarse en 1804
2.
En las haciendas se cultivaba la caña y se producía azúcar, miel, aguardiente y dulces que abastecían a Santafé de Bogotá 3. Por lo general, se trataba de
unidades productivas mixtas que, además del trapiche, disponían de un hato ganadero y una estancia de maíz destinada a la alimentación de las personas que allí eran explotadas.
Los ingresos de las haciendas.
Es difícil evaluar de manera exacta el desempeño y funcionamiento económico de las haciendas y trapiches, pues las fuentes son parciales. Sin embargo, varios documentos indican que –a lo largo de dos siglos– las Haciendas constituyeron una fuente de ingresos esencial para el sostenimiento Colegio Mayor.
Por ejemplo, en su cuenta de rentas y frutos de las haciendas entre 1665 y 1666, el rector Juan Peláez Sotelo mencionaba que la mayor fuente de ingresos del Colegio provenía de los frutos del trapiche.
De los 4 995 patacones y 7 reales producidos para el Colegio entre mayo de 1665 y diciembre de 1666, se recaudaron 1 964 patacones y 2 reales gracias al trapiche 4.
Para 1712, un informe del Colegio enfatizaba sobre la importancia de las haciendas. Se decía que estas eran tan fértiles y buenas que podían proveer para el sustento cotidiano del colegio y que quizá
permitirían hacer un socorro a un catedrático5.
Las haciendas no solo fueron rentables en los siglos XVII y XVIII. A inicios del siglo XIX, el Colegio contaba con cerca de 56 personas esclavizadas en Calandaima. A pesar de las normas antiesclavistas
que se promulgaron después de la independencia, las propiedades del Colegio en Calandaima mostraron una tendencia al alza en términos de rentabilidad.
6
2. Las personas esclavizadas en las haciendas del Colegio.
Aunque no disponemos de cifras exactas, los documentos que reposan en el Archivo permiten suponer que las haciendas solían contar con el trabajo de entre 30 y 70 personas esclavizadas.
7.
Dado que transcurrieron aproximadamente 180 años
desde el momento de fundación del Colegio hasta la venta final de las haciendas, se estima que alrededor de 9 a 10 generaciones de personas esclavizadas fueron explotadas en estos lugares. Esto significa que al menos 400 personas esclavizadas pudieron haber vivido en estas haciendas a lo largo de ese periodo 8.
¿Quiénes eran las personas esclavizadas?
Conocemos los nombres de algunas personas que fueron esclavizadas en las haciendas, ya que estas eran legalmente propiedad del Colegio Mayor y sus nombres aparecen en los padrones.
Como se puede observar en el padrón de 1798 de la hacienda de San Miguel en Calandaima, debido al proceso de evangelización,
las personas esclavizadas fueron despojadas de sus nombres originarios y se les impuso llevar nombres católicos y apellidos de esclavistas españoles. Esta forma de dominación implicaba el desarraigo de su
pasado.
Ahora bien, surge la interrogante: ¿cómo contar esta historia sin perpetuar la lógica del inventario? Es imprescindible cambiar la concepción de las personas esclavizadas como objetos o mercancías. Para
reconocer a estas personas como seres humanos, es necesario abordar sus historias de vida particulares.
Caso 1
María Matamba y Feliciano Ambuila (1767)
En este padrón de 1767, se registran tanto personas libres como esclavizadas que vivían en los predios del Colegio en Calandaima.
Entre las personas que figuran en el documento, destacan dos nombres: María Matamba y Feliciano Ambuila.
María era una mujer libre y su esposo –Simón Joaquín– era esclavizado.
Feliciano Ambuila fue descrito como un “mulato” esclavizado. Él vivía con su mujer, Juana Cabasa, quien era libre.
A diferencia de las otras personas del padrón, María y Feliciano no tenían apellidos españoles. Sus apellidos eran de origen africano.
Huellas de Africanía
Para reivindicar a las personas esclavizadas, es útil hacer uso de dos conceptos que nos permiten establecer vínculos entre África y las personas esclavizadas del Rosario. El primero de estos conceptos es el de Huellas de Africanía. Como enfoque conceptual y metodológico, invita a explorar los rasgos culturales, hábitos y formas organizativas que las personas esclavizadas forjaron en el nuevo contexto en América. Estos se transmitieron de generación en generación, como expresiones de las tradiciones africanas, las cuales fueron transformándose a lo largo de los siglos y perviven en las culturas afrocolombianas.
Afrogénesis
En segundo lugar, el concepto de Afrogénesis nos permite abordar la historia considerando a África como centro epistémico para explicar la presencia de las sociedades africanas en Colombia y los procesos de asimilación a los que fueron sometidas las personas de origen o ascendencia africana. La afrogénesis es un enfoque que reconoce la importancia de tender puentes históricos entre África y América, así como la influencia de las culturas africanas en la formación y evolución de las comunidades afrodescendientes y la importancia de África como un elemento central en su identidad y legado histórico.
Una "huella de africanía" se encuentra en algunos de los apellidos de las personas esclavizadas y su relación con el continente africano.
Algunos de estos apellidos provienen de los lugares de secuestro en África o de los grupos étnicos o familias lingüísticas de origen.
Por ejemplo, el apellido Bambara proviene del antiguo Reino de Malí. Carabalí, Lucumí, Biáfaras (o Biafra) proceden del antiguo Reino de Benín. Los Angolas se relacionan con el antiguo Reino del Congo.
En el caso de María, su apellido procedía del antiguo Reino de Matamba. Con respecto a Feliciano, su apellido se conecta con la Región del Dembo Ambuila. Este hallazgo supone que sus ancestros fueron
secuestrados de estas regiones del continente africano y permite tender puentes con los legados históricos de estas civilizaciones.
Como se observa, las personas esclavizadas de origen africano tenían un pasado, un legado, unas raíces familiares y culturales que les fueron arrebatadas por la violencia del sistema esclavista.
Reflexión
En esta parada mostramos que las haciendas fueron de vital importancia para el sostenimiento del Colegio Mayor y que sus ingresos estuvieron atravesados por la explotación de personas de origen o ascendencia
africana.
Además, quisimos resaltar la importancia de reconocer las historias particulares de las personas esclavizadas, quienes suelen aparecer en inventarios como meros bienes. Una forma en la que podemos humanizar
sus historias es al tender puentes con África. En el caso de las fuentes expuestas, podríamos partir de un análisis de los apellidos de las personas que aparecen en los padrones.
REFERENCIAS
Fuentes primarias
Leyva y la Madrid, Pedro Joseph de. “Inventarios de los bienes de las haciendas de Calandaima y Bosa del Colegio Mayor del Rosario”. Universidad del Rosario: Archivo Histórico, 1723. Caja 3, folios 108-114.
http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/10774 .
Peláez Sotelo, Juan. “Expediente presentado por Juan Peláez Sotelo con la cuentas de gastos e ingresos durante su Rectorado”. Universidad del Rosario: Archivo Histórico, 1667. Caja 2, folios 1-72.
http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/5689 .
Rosario, José del. “Inventario de la hacienda de el Colegio de Calandaima”. Universidad del Rosario: Archivo Histórico, 1767. Caja 7, folios 323-326.
http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/11745 .
Sotomayor y Fajardo, Cayetano. “Avalúo de la hacienda de San Miguel en Calandaima”. Universidad del Rosario: Archivo Histórico, 1798. Caja 91, folios 629-634.
http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/14098 .
REFERENCIAS
Fuentes secundarias
Díaz Díaz, Rafael Antonio. Esclavitud, región y ciudad: el sistema esclavista urbano-regional en Santafé de Bogotá, 1700-1750. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2001.
Fajardo, Luis Eduardo, Juanita Villaveces, y Carlos Cañón. Historia económica de las haciendas del Colegio Mayor del Rosario 1700-1870. Bogotá: Centro Editorial Rosarista, CIEC, Banco de la República, 2003.
Forero Polo, Marco Manuel. “La renta agraria: la hacienda en el altiplano Cundiboyacense durante el siglo XVII”. Tesis de Maestría, Universidad Nacional de Colombia, 2014.
Velandia, Roberto. Enciclopedia histórica de Cundinamarca. Vol. 2. Bogotá: Coopnalgráficas, 1979.
Ítem: a Joaquina Negra de cuarenta y ocho años que avaluaron en cien pesos.
Ítem manifiesto a Agustina Mulata de cuarenta años que avaluaron en cien pesos.
Ítem a Juan Modeno Mulato de treinta y ocho años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem: a José María Mulato de veinte y cuatro años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem a José María Caraballo Mulato de veinte y un años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem a Valentín Mulato de diez y nueve años que avaluaron en ciento y cincuenta pesos.
Ítem Juan José Mulato de diez y siete años que avaluaron en ciento y cincuenta pesos.
Ítem a Lucas mulato de once años que avaluaron en cien pesos.
Ítem a Manuel Negro de trece años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem manifiesto a Ambrosio mulato de veinte y dos años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem a Tadeo mulato de diez y seis años que avaluaron en ciento y ochenta pesos.
Ítem a Antonio mulato de veinte y dos años que avaluaron en doscientos pesos.
Ítem a María Justa mulata de diez y nueve años que avaluaron en dos cientos pesos.
Ítem Alfonsina Negra de diez y seis años la avaluaron en doscientos veinte y cinco pesos.
Ítem a Lorenza Mulata de quince años que avaluaron en ciento y ocho pesos.
Ítem a Adriana Mulata de catorce años que avaluaron en ciento y cincuenta pesos.
Ítem Arrselmar mulata de seis años que avaluaron en noventa pesos.
Ítem Carmela mulata de veinte y cuatro años que avaluaron en ciento y ochenta pesos.
Ítem Jacinta Mulata de veinte años que avaluaron en ciento y sesenta pesos.
Ítem Juliana Mulata de veinte y un años que avaluaron en ciento y sesenta pesos.
Ítem Josefa de cuarenta años que avaluaron en ciento y cincuenta pesos.
Ítem Martina Mulata de tres años que avaluaron en ochenta pesos.
Ítem Juliana de pecho que avaluaron en cuarenta pesos”.
- Mulato Feliciano Ambula, su mujer Juana Cabasa, libre.
- Mulato Manuel Caraballo, su mujer Agustina, libre.
- Negro Graciano, su mujer Petrona, libre.
- Mulato Diego de la Cruz, su mujer María Salvadora, libre.
- José Joaquín Tello, su mujer Josefa, libre.
- Francisco Martínez, su mujer Marta Pachón, libre.
- José Cayetano Fajardo, su mujer Juana, libre.
- Simón Joaquín, su mujer María Matamba, libre.
- Vicente Ferrel, su mujer María Antonia, esclava, sus hijos Juan Antonio, Carpio, Vicente, y otro Vicente.
- Jacinto Roque de la Pedrosa, soltero.
- Melchor Pérez, soltero.
- Mateo Bravo, libre, su mujer Simona, esclava, sus hijos Lucas, Rosa y Juana.
- Mamá Guzmana, soltera y sin hijos
- Mama Micaela, soltera y sin hijos
- María Agustina, soltera y sin hijos
y otro que nació ahora 15 días.