La X complemento vital del yo
Ian Esteban Camacho Poveda
Es importante considerar que a lo largo de nuestra historia occidental se ha venido discutiendo sobre que es el alma, cuál es su función y lo mismo con la mente, diferentes autores alrededor de la historia han planteado constructos sobre ésta.
Esto se evidencia en la Grecia clásica donde Aristóteles planteaba al alma como la vida en el hombre y aquellas características que te definen (Leahey, 1998). Después de la caída de Grecia y el Imperio Romano, este concepto se cristianizó en la edad media, dando como resultado a un alma aristotélica espiritual con Santo Tomás, quien la cristianizo, dándole una propiedad en DIOS y no en el hombre. Este concepto volvió a ser rebatido en el Renacimiento con Descartes concibiendo el cuerpo como una máquina, que era controlada por el alma inteligible, independiente del cuerpo proponiendo así, un dualismo donde alma y cuerpo eran diferentes (Leahey, 2013). Posteriormente en el periodo de la Ilustración se le dio una connotación diferente al alma llamándola mente con Leibniz quien recurrió al ocasionalismo y al paralelismo psicofísico para explicar la relación entre cuerpo y mente.
Dado que alrededor de este breve contexto histórico, es difícil definir alma o mente, surge la necesidad entonces de un nuevo planteamiento que revalúe estos conceptos buscando entender al ser humano en sus múltiples dimensiones.
A mi planteamiento no lo llamaré alma o mente, porque a diferencia de otras realidades que gobiernan nuestro mundo como lo son las físicas y biológicas, la realidad de la mente o el alma no se han podido comprender ni demostrar, completamente por la razón humana, ni siquiera haciendo abstracciones de ella; cosa que sí lo han logrado otros campos de estudio, como la ciencia de la física al comprender la realidad física con teorías abstractas sustentadas en leyes, que son capaces de encubrir la cabalidad de un fenómeno de esta realidad.
Sin embargo, no existe una ley o teoría que demuestre la existencia del alma o la mente, dado que apenas existen constructos que tratan de explicar esta realidad y su funcionamiento, por eso la nombraré como la realidad X porque aún no es comprendida ni definida por nuestra razón para poder ser conceptualizada.
Ahora bien, considero al hombre como un conjunto de realidades, comprendidas como “observables” como los genes, el cuerpo, el contexto social, económico, étnico, religioso y educativo. Estas forman parte trascendental en la construcción de una identidad personal diferente a la de los demás, ya que estas realidades se manifiestan de diferente forma en cada persona.
No obstante, al afirmar que este conjunto de realidades observables es lo que nos determina como individuos únicos entre los demás es falso, porque cada uno de nosotros posee parte de una realidad no observable físicamente a la que llamare realidad X, que nos permite relacionarnos con las demás realidades y nos da la capacidad de estar conscientes de ser nosotros y la posibilidad de poderlas cambiar.
Es importante resaltar cómo funciona la realidad X, el constructo de la realidad X se fundamenta en la “Figura 1” que representa una analogía del ser yo y la importancia de X en la construcción del ser.
Figura 1 La insignia del ser
Esta placa de seguridad representa la totalidad del ser, que está compuesta por varias realidades las cuales son: realidades “observables” (azul), realidad X (amarilla) y la totalidad del ser (rosado). El mecanismo del ser (chapa) funciona con el siguiente orden:
1. Al momento de nacer, la primera de nuestras realidades que se presenta es la biológica que nos permite la supervivencia en primera instancia (respirar, latidos del corazón etc.)
2. con el paso del tiempo las demás realidades observables empiezan a ser aprendidas como tu contexto social, a su vez se empieza a desarrollar otra realidad paralela (X) pero no ajena a la realidad del ser, que empieza a darle un significado a ese contexto, donde existe un mundo subjetivo para cada experiencia, lo cual permite al ser relacionarse de manera diferente con sus propias realidades “observables”. Esta capacidad de conciencia y de subjetividad sobre la compresión de las realidades observables es netamente perteneciente a la realidad X, por eso no logramos ver las cosas tal cual son, sino existe una realidad X que nos hace en cierto modo ver las cosas tal cual somos nosotros, y esto es fundamental en la construcción del ser yo.
Cuando se logra construir una realidad X que se encarga de determinar hasta qué punto mis realidades “observables” determinan quien soy, es cuando el potencial humano surge y somos capaces de crear cosas, que en nuestras realidades se pensaban como imposibles.
Tal es el caso de un personaje icónico como Gandhi, quien entendió que las realidades “observables” por más adversas que fueran podían ser cambiadas; Gandhi lograba ver la solución para cambiar las realidades observables, mediante un trabajo reflexivo, centrado en su realidad X, la que lo llevó a pensar y a relacionarse de una manera diferente con las realidades observables. Esto lo condujo a buscar la libertad de la India bajo sus seis principios (Satya, Satyagraha, Ahimsa, Sarvodoya, Swaraj, Swadeshi) en los que se fundamenta la ideología de la no violencia: la búsqueda de la verdad, la persistencia diálogo, el no hacer daño, la búsqueda del bienestar común, la autonomía y la valoración de lo cotidiano (Ballesteros, 2012). Todo esto provoca una ideología muy diferente a otro tipo de grito de independencia. Es ahí donde entendió que a partir de actos de no violencia, las realidades observables de una nación podían cambiar. Esto se reflejó en la liberación de la nación de la India.
Así pues, concibo la realidad X no como un ente espiritual que controla tu cuerpo y es la totalidad del ser vivo, sino que entiendo al ser humano como un conjunto de realidades “observables” que son principio de vida, como las biológicas y el vivir en sociedad, pero vale la pena destacar, que estas realidades no pueden determinar por completo la complejidad del ser humano, dado que existe algo más, aparte de las realidades observables que nos brinda una conciencia subjetiva sobre nuestras experiencias comunes y nos hace relacionarnos con el ambiente de manera diferente a las demás personas.
Referencias
Leahey, T. H. (2013). La Revolución científica. Historia de la psicología (pp.114-137). Madrid: Pearson.
Leahey, T. H. (1998). El mundo clásico: los orígenes de la filosofía, la ciencia y la psicología. Historia de la psicología (pp.79-103). Madrid: Debate.
Ballesteros, P.L. (2012). Noviolencia y desobediencia civil. Desafíos, (pp.45-68)