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Política (pos) pandémica: ¿nueva o normal?

Camilo González

Masca

“La Nueva Normalidad” es tal vez la expresión más utilizada últimamente por millones de personas para caracterizar, con cierto dejo de esperanza, el mundo en el que conviviremos tras la pandemia del Coronavirus o Covid-19. Individuos con mascarillas, largas filas de seres humanos separados por dos metros de distancia, comensales separados por ventanillas en los restaurantes al aire libre son apenas algunas imágenes del legado que hemos empezado a fabricar del virus que recientemente paralizó al planeta.

Sin embargo, el término no resulta tan novedoso como nos sugieren el interés de expertos por caracterizar esta coyuntura global. Durante el 2008 surgió el término “New Normal” para referirse a que la crisis financiera había generado unas consecuencias complejas e inciertas para recuperar el anterior estado de la Economía Internacional. Posteriormente en 2012, durante un proceso de desaceleración económica, el secretario del Partido Comunista Chino uso el término “Nueva Normalidad” para encapsular las expectativas de recuperación económica del gigante asiático. Si bien no es novedoso, también resulta ser un interesante oxímoron: ¿no es lo nuevo distinto a lo normal y lo normal una antítesis a lo nuevo?

Este interrogante se profundiza más si lo aplicamos a la Política. Recientemente, se ha empezado a hablar de “Nueva Normalidad Política”. Este adjetivo nos tienta sobre la posibilidad de que un minúsculo virus pueda cambiar de repente las prácticas y mecanismos del ejercicio político. No obstante, aquello que la pandemia nos viene a recordar, con cierta resignación, es que frecuentemente las crisis suelen reforzar la normalidad y postergar con abrumadora realidad las novedades. La Política es dinámica tanto para decir que allí es donde reside su normalidad. Ella se nutre de un eterno retorno casi imperceptible en la que los individuos creemos ver en cada excepcionalidad una oportunidad para el cambio cuando en realidad todo permanece en viejas soluciones que pensábamos propias de su tiempo.

Expresa Sartre “Nada ha cambiado y sin embargo todo existe de otra manera”. Y así será la supuesta política después de la pandemia. Una política que no aleja de las prácticas de décadas anteriores, que cambia para no cambiar nada. El primer signo es el retorno del Estado como dinamizador de la economía. Este actor de la arena internacional se reforzará expensa de la fragilidad de la Globalización manifestada por el estancamiento de la Economía Internacional[1]. La pandemia ha vuelto a posicionar al Estado como protagonista de la vida económica y social, papel que disfruto en el paradigmático periodo del Bienestar entre los años 1950 y 1980. Es evidente su papel en la reactivación de la economía a través de los incentivos estatales para levantar y mantener a las empresas, y más aún con los subsidios para sostener a miles de ciudadanos golpeados por el confinamiento. Sin embargo, sigue siendo una incógnita de cómo empoderar al Estado si los ciudadanos siguen confinados, el desempleo aumenta y, por ende, los impuestos no se logran recaudar para financiar la acción estatal.

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Jean Paul Sartre 1965 - De Desconocido - Dutch National Archives CC BY-SA 3.0

En la arena internacional, este fenómeno manifiesta abiertos signos de nacionalismo. Como resulta lógico, la pandemia ha obligado a enfocar al máximo las tareas del Estado hacia lo doméstico, aunque el reto sanitario sea de naturaleza global. El cierre de fronteras y aún más la diplomacia sanitaria ejercida por China, Estados Unidos y otros países europeos por acaparar la distribución de una vacuna que aún no aparece es evidencia de que el mundo está en un franco regreso al aislacionismo de las partes que componen el sistema internacional[2]. El mundo se retrotrae a un agresivo realismo político ante un debilitamiento del multilateralismo ante la invocación de la “razón de Estado” en momentos de excepcionalidad.

Otro signo de que todo sigue igual es que las dos terceras partes de la población siguen bajo gobiernos autoritarios[3]. Si pensábamos que las pandemias afectan negativamente la sobrevivencia de los dictadores lo que se ha demostrado es que estos han logrado obtener defensas frente a una coyuntura que podía debilitar su autoridad e impulsar la democratización. El confinamiento social y las medidas de distanciamiento social han aparecido como una estrategia de sobrevivencia inesperada para seguir socavando a la oposición política. Incluso las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) se han afianzado como nuevas armas de control social son tan efectivas que, silenciadas las calles, la autopista de la información están expuestas a la censura en China, Rusia y países del Medio Oriente, por ejemplo[4].

Por último, los problemas de la democracia se agudizan. No se ha dejado de creer en la democracia como sistema político, sino que se desconfía de su capacidad por proveer bienes y servicios, muchas veces de manera equitativa. El desborde y la desigualdad en el acceso a la salud producto de la pandemia, ha puesto en la palestra de nuevo la idea de “lo público” como un reclamo de justicia social por parte de los sectores más pobres y recientemente de las clases medias pauperizadas. Por otro lado, la virtualidad de los debates políticos mina a los partidos políticos en favor de liderazgos personalistas que inducen a reevaluar la noción de la representación política e indirectamente pensar en variantes delegativas de la democracia, enfocadas más en la ejecución que en la deliberación de las políticas públicas e incluso en medidas más autoritarias en el seno de sociedades democráticas[5]. Esto último, ha sido representativo en la medida que el combate contra los virus, las debacles financieras o los fenómenos naturales han sido liderados por técnicos más que por políticos invitándonos a pensar en un regreso de las tecnocracias.

 

 

[1]Rivarola Puntigliano, A (Mayo 28, 2020) La pandemia y el retorno del Estado. El Observador. Disponible en:  https://www.elobservador.com.uy/nota/la-pandemia-y-el-retorno-del-estado-20205285051

[2] El Colombiano (Julio 10,2020) La operación de EE. UU. que busca acaparar una eventual vacuna de covid-19. Disponible en: https://www.elcolombiano.com/tecnologia/ciencia/acciones-de-estados-unidos-para-tener-la-vacuna-contra-el-coronavirus-NJ13294687

[3] The Economist (2019) Democracy Index 2019. Disponible en: https://www.eiu.com/topic/democracy-index

[4] Kendall-Taylor, A, Frantz, E & Wrigth, J (March-April 2020) The Digital Dictators. Foreign Affairs. Disponible en: https://www.foreignaffairs.com/articles/china/2020-02-06/digital-dictators

[5] Lachapelle, J., Lührmann, A., & Maerz, (Junio 2020) An Update on Pandemic Backsliding: Democracy Four Months After the Beginning of the Covid-19 Pandemic. Varieties of Democracy (V-Dem), Policy Brief #24