En una institución centenaria, no es hiperbólico decir que cada rincón tiene su historia. El sello de un rector, el trayecto de una escalera, la leyenda de una placa. Ahora la incógnita provenía de un cuadro colgado en Rectoría, cuya cartela reproduce parte de un texto latino (podemos afirmar que el Rosario era bilingüe español-latín).
Se nos encomendó hallar el sentido de la leyenda, cuyo principal enigma eran las tres monumentales siglas O. D. C.
Más sobre los certámenes académicos.
En estas páginas ya dijimos algo sobre el tema. Se trataba de unas conclusiones para optar el grado en Derecho canónico, cuyo original ya había reproducido la investigadora María Clara Guillén. Había allí datos sobre el oferente, Marcelino Castro; pero nada de la sigla.
Por el puntaje de las letras, parecía radicar allí la información más importante del documento: el grado obtenido. Mucho tiempo "virtual" se empleó en comprobar dicha hipótesis. Ni un solo diploma o papel universitario ponía algo parecido.
Contra la hipótesis militaba un hecho sintáctico: repasando el texto del documento, no había verbo que explicara el dativo con que principia la leyenda.
La pista correcta resultó de una búsqueda de los papeles referentes a Marcelino Castro . Apareció el original de la cartela, más un documento en español con la intrigante sigla.
(AHUR caja 20 f.137r). Lo de "apacionado" es ortografía de la época; la repetición "de de" es signo de descuido. Más rara resulta la forma "Arismetica", tratándose de un documento de 1821. Dicha forma ya era escasa en el s. XVI, según datos de CORDE, RAE.
Resultaba, pues, que la sigla funcionaba lo mismo en latín que en español. De aquí se llegó rápidamente a "ofrece, dedica, consagra", en latín offert, dedicat, consecrat.
El dato quedó plenamente comprobado. No obstante, sigue llamando la atención que, en dedicatorias de libros, la sigla no tiene el destaque tipográfico que le dan en los asertos.
Veamos, pues, la invitación al aserto de Marcelino Castro [ver pintura]. Documento que, por su tamaño, nos hizo pensar en que se trataba de un diploma:
(AHUR caja 20 f.157r). A la universidad, dotada de título pontificio, distinguida con el nombre dulcísimo del Ángel de las escuelas, maestra de muy notables doctores y adorno de nuestra República, Marcelino Castro ofrece, dedica y consagra un certamen público, moderado por el señor doctor Tomás Tenorio, en que defenderá el título XXIX, libro I, de las Decretales de Gregorio IX.
En latín clásico, abs ocurría antes de te y alguna otra consonante; nunca antes de erre.
Otras muestras de la sigla:
Graeciae Antiquae tabulam (...), por Nicolas Sanson, 1636. Fuente: http://www.swaen.com/
Jaime Restrepo Z.,
Elkin Saboyá R.,
Archivo Histórico.