Roma y el Rosario.
En el sexto año de su pontificado, Pablo VI promulgó la encíclica Humanae vitae, cuyo asunto era "de propagatione humanae prolis recte ordinanda" (sobre la correcta ordenación de la reproducción humana). El documento está firmado en Roma, el 25 de julio de 1968. Casi un año después, para la Semana Santa del 69, un grupo de estudiantes de Medicina del Rosario monta una obra homónima de la encíclica en que defiende el uso de la píldora. Y ahí fue Troya, por un lado...
Cubierta del 7 de abril del 67.
Fin de una era.
No era todo lo que ocurría en el Rosario, sin embargo. el 28 de marzo del 68 muere el rector, monseñor Castro Silva. En la elección para rector, ninguno de los candidatos (el Dr. Samuel Barrientos y el Dr. Alberto Lleras) saca la mayoría, por lo cual debe ocurrirse al Patrono a fin de que decida el caso. El presidente de la República se pronuncia por su pariente (por Decreto de 5 de agosto), quien en últimas no acepta el cargo (en carta de 14 de agosto al rector encargado, monseñor Cruz Díaz). En fin, de esa complicada elección salió como rector el Dr. Rocha Alvira, quien se posesionó el 24 de octubre (la elección se verificó el 21 de septiembre y se sancionó con el Decreto 2496 de 28 del mismo mes). Y le tocó estrenarse con el problemita que arriba esbozamos...
Pues bien, habíamos dejado a los estudiantes de Medicina en sus retozos extracurriculares, alias obra de teatro. El 5 de abril del 69, desde las columnas de El Catolicismo tronaron contra estos humanísticos extravíos, "burla impía e insultante contra los sentimientos religiosos", reprensible "por el lenguaje procaz y la mímica vulgar e irreverente". Había más agravantes, pues al acto concurrieron el decano y algunos profesores. Como si fuera poco, el decano -que lo era el Dr. Guillermo Fergusson-, en carta abierta a los medios, prohijó lo que para él era "parodia", pero que para muchos no era más que un "desplante de gentes inmaduras, lamentable retozo inverecundo de muchachos en plan de burla", acreedor a un tirón de orejas.
Fuente de las imágenes de los periódicos: Paláu, G. (2005). Huelga en el Colegio del Rosario. Revista del Rosario, 100(594), 90-93.
En fin, tenemos que el decano responde por sus alumnos, reputando el hecho "como demostración de libertad intelectual y de inquietud estudiantil por un problema cada día más hondo e inquietante como es el de la superpoblación". No se le ocultaban, sin embargo, al Dr. Fergusson las consecuencias de su recto proceder: "Mi posición está reñida con la estructura misma del Colegio del Rosario". Extendió, pues, su renuncia, aceptada desde luego por la Rectoría, a tiempo que sancionaba disciplinariamente a los histriónicos estudiantes.
En comunicado de 12 de abril, el rector asienta, entre otras cosas, que "lo religioso, incluso en lo controvertible y antagónico, lleva en sí la exigencia imperatoria del respeto". Que si bien el Colegio fomenta el espíritu crítico en puntos de religiosidad, "no puede cohonestar en modo alguno el irrespeto religioso, aunque se efectúe en espectáculos insignificantes o meras diversiones chabacanas".
¿Y entonces? Las "gentes conflictivas y alborotadoras", al decir del Colegial de Número que firma la nota, se dieron a la huelga. ¿Y qué resulto de todo esto? Los invitamos a oír la respuesta en boca de un testigo presencial, el Dr. Luis Enrique Nieto, quien además contextualiza los hechos que aquí narramos someramente:
Huelga en el Colegio del Rosario.
*Tal vez no sobre recordar que Pablo VI había estado en Colombia en agosto del 68: Visita a Colombia. **Recomendamos consultar, en la Revista del Colegio, los artículos "Huelga en el Colegio Mayor del Rosario", por Gonzalo Paláu Rivas, vol. 100 n.o 594, diciembre de 2005, 90-93; así como "La huelga de Primavera", por Un Colegial de Número, vol. 64 n.o 483, marzo-abril de 1969, 124-28.