La custodia de La Bordadita vuelve a la luz
La capilla de La Bordadita tenía su tesoro patrimonial bien guardado, literalmente. A propósito de su presentación en público, escribimos esta nota ligerísima.
Casi se pierde...
La custodia y su embalaje.
Para quienes no son católicos practicantes, conviene saber qué es una custodia. El Diccionario es bien claro: "En el culto católico, pieza de oro, plata u otro metal, donde se expone la hostia consagrada a la adoración de los fieles". Pues bien, la custodia del Colegio es republicana, trabajada por Juan Correa, en Santa Fe de Antioquia y 1827. En la capilla tuvo sus años de paz hasta que la guerra de 1861* convirtió el Claustro en prisión, por lo cual los “paramentos y alhajas” quedaron en poder del capellán Agustín Rodríguez. Aquí se enreda la cosa, pues en 1866 el rector del Rosario, que lo era el Dr. Francisco Eustaquio Álvarez, solicita del arzobispo su intervención para la devolución de ornamentos y alhajas. Ello porque el capellán había expresado que el arzobispo conocía el paradero de dichos artículos. Siguen las comunicaciones, por las que sabemos que el capellán había dejado el puesto y el país, por la vecina Venezuela. No es muy claro cuándo volvió el objeto de culto, pero figura en el inventario de 1880; luego se nos informa que pesaba 213 castellanos y se avaluaba en 1500 pesos (1886).
El Dr. Luis Ángel Arango está vinculado al Claustro de varias maneras.
Ciérrase pues el primer capítulo de la custodia de La Bordadita, con ella a salvo e inventariada juiciosamente. Mas aquí la paz no dura y una nueva alteración del orden público significó peligro para el ornamento. En la emergencia del 9 de abril de 1948, los estudiantes decidieron esconderla bajo el piso de la sacristía. Poco después llega a puerto más seguro, en las bóvedas del Banco de la República. Ese traslado seguro se facilitó porque el Dr. Luis Ángel Arango, gerente del Banco desde 1947, había terminado la secundaria en este claustro y era su reciente consiliario*. Con la exposición actual del Banco de la República acaba el sueño de siete décadas de la custodia. Ornamento que estuvo a punto de perderse, pero se salvó. Otro tanto no pueden decir los habitantes del pueblo de Badillo, según la crónica vallenata de Rafael Escalona. Más información sobre nuestra custodia, aquí. El cuento de la custodia de Badillo, aquí.
Marcela Camargo, historiadora;
Elkin Saboyá, editor del Archivo Histórico
*Decreto 3775 de 25 de noviembre de 1947. Actos oficiales. Revista del Rosario, 48(412-14), 124-25
Informe del presbítero Germán Pinilla, capellán que era del Claustro.
*Encontramos luego una mención en el Inventario de 1859: "una custodia de oro i plata con piedras finas de esmeraldas i amatistas" [caja 41 f.263v].