Desde la misma tapa se advierte el buen gusto del diseño, obra de Camila Cesarino Costa.
La Editorial de la Universidad del Rosario acaba de presentar al público el libro institucional del año 2015: Biblioteca Antigua. Circulación y conocimiento. Más allá de los elogios que merece la obra por su concepción, edición, diagramación, diseño, fotografía e impresión, para el Archivo Histórico de la Universidad esta obra es motivo de inmensa satisfacción. No solo porque pone de relieve la riqueza e importancia de su fondo impreso, sino porque todo el componente gráfico del libro –que no es poco– reproduce hermosamente imágenes que, en su totalidad, provienen de las obras que se guardan en dicha Biblioteca.
Un libro de esta clase no podía escatimar las capitales ilustradas.
Por sugerencia de la Editorial, se encomendó al Archivo Histórico hacer una selección de imágenes, teniendo en cuenta no solo los elementos estéticos y gráficos de los libros, sino las temáticas representativas de las cátedras que se enseñaron antiguamente en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario: Filosofía (Artes), Teología, Derecho civil, Derecho canónico y Medicina.
Las marcas tipográficas recuperan, fuera de la portada, todo su valor ornamental.
Desfilan, pues, por las páginas de esta obra tapas decoradas (madera o cartón forrados en piel, desgastadas por el paso de siglos) o sencillos pergaminos amarillentos; portadas ricas y elegantes o pobres y monocromas de algunos libros de texto, nacidos en modestas imprentas. Ediciones holandesas de Elzevir, de perfección minuciosa, acompañan apuntes manuscritos de catedráticos (por ejemplo, don Agustín Manuel de Alarcón y Castro) que “leyeron” sus cátedras en este Colegio Mayor durante la Colonia. Páginas en dos columnas, con caracteres góticos, como el incunable con los comentarios al Decreto de Graciano. O como los textos de antiguas leyes españolas que comenta –en latín– don Juan López de Palacio Rubios. También prolijos tratados de medicina, en los que se hermanan los autores griegos, árabes y judíos, maestros de la naciente ciencia médica europea.
Bonita cenefa tipográfica, con "letra de suma".
Además de estos aspectos gráficos, se destacan en el libro los rastros evidentes de las diferentes formas de la intervención inquisitorial de la censura, a tiempo que se explican sus motivaciones y procedimientos. En todos estos ejemplos y en los demás libros que siguen en el silencio de sus anaqueles, se resume y condensa el saber que era imperativo en la instrucción que impartían las instituciones de enseñanza coloniales.
El ex libris más famoso del Claustro, en composición con el párrafo.
Es de destacar que muchos de los libros que se muestran en Biblioteca Antigua. Circulación y conocimiento, pertenecieron a la Biblioteca personal de fray Cristóbal de Torres, arzobispo del Nuevo Reino y fundador de este Colegio Mayor (1653). Es importante señalar su afición por la medicina: la mayoría de los libros antiguos de medicina eran suyos. Y lo más sorprendente es que los leía con cuidado y con conocimiento. En una de las páginas del libro se resalta una nota marginal, de su puño y letra: “Medicamentum hoc inutile est” (este remedio no sirve). Su biblioteca personal constituyó la base sobre la que empezó a construirse esta Biblioteca Antigua.
Aunque rústicos, los tipos griegos dan una belleza críptica, escultórica.
La censurable práctica de la censura, valga la redundancia, encuentra su valor estético en estas páginas.
Jaime Restrepo Z.