PRIMER SEMESTRE DE ANTROPOLOGÍA
En este comienzo árduo de mi vida universitaria, y ahora que hago parte de la Escuela de Ciencias Humanas, donde es indispensable la escritura y lectura de toda clase de textos, experimenté un choque. Los primeros trabajos que presenté para mis materias tenían graves errores de redacción; la mayoría carecía de sentido y la presentación de los mismos era un fiasco. Pasadas las primeras semanas, mi angustia por aprender a escribir bien, a redactar como era necesario, me generó estrés y predisposición, y mi humor cambió por momentos. Varias veces, en las clases de taller, la profesora Cristina nos había invitado a participar de las asesorías que ofrece el Centro de Lectura y Escritura en Español o Celee, donde solucionan todos estos problemas. Pero no fue sino ante una desgracia, como en la mayoría de los casos, en que decidí pedir una cita para asesorarme. Estaba perdiendo Introducción, la materia clave de cualquier carrera de primer semestre, todo por la poca comprensión a la hora de leer, que se vio reflejada en mi forma de escribir.
El proceso para la cita fue breve; abrí el correo y dirigí un mensaje a celee@urosario.edu.co. A las pocas horas recibí una cordial respuesta, en la cual, conforme a mis horarios, fue asignada una cita personal.
Asistí y llevé el borrador de una reseña que estaba escribiendo; pues es necesario llevar un escrito propio para corrección; y durante la sesión de menos de una hora, el profesor anotó en amarillo y rojo todas las faltas que tenía. Errores relacionados con la presentación del trabajo, tanto encabezados como citaciones y referencias bibliográficas, fueron desapareciendo mediante las cinco citas a las cuales acudí en el trascurso de estos tres meses. Además, aprendí a usar conectores, verbos y pronombres para evitar repeticiones obvias en un mismo párrafo. Otro aspecto que cabe resaltar es el tiempo empleado en el análisis, comprensión y redacción de fichas y reseñas, que inicialmente me tomaba de tres a cuatro horas: este se redujo a hora u hora y media, permitiendo, así, más espacios y más tiempo para mí.
El proceso fue largo. Cabe resaltar que luego de la segunda cita al Celee tuve la presentación de un trabajo escrito donde se ponían a dialogar varias lecturas con un tema en común. A la luz de las explicaciones del profesor recalcadas en estas sesiones, logre un 4.6 como nota final. Pero más que la nota es la satisfacción de un buen proceso, de una mejor adaptación a la vida universitaria y un mejor aprovechamiento de los espacios o recursos que nos ofrece la Universidad. Aunque quedan muchas cosas por mejorar, pues mi proceso hasta ahora inicia, la meta es aprender a escribir y leer, redactar como los profesionales que exige la Escuela de Ciencias Humanas, y, más que eso, como las personas integrales que educa la universidad con centros como el Celee.