Pasar al contenido principal

Montedidio: vivir las ciudades en la literatura II

Ismael Iriarte Ramírez

Montedidio-de-Erri-de-Luca

La aproximación a la novela Montedidio, además del placer intrínseco de la lectura, cumplió con un triple propósito dentro de mi agenda literaria. Completar un ciclo que a través de miles páginas me llevó en un lapso de noventa días a destinos tan distantes y disímiles como Montevideo, Sarajevo y Nápoles; iniciarme en el estudio de la obra del celebrado autor italiano Erri De Luca; y por último y no menos importante, ofrecer una inmersión en la particular forma de ver la vida en esta ciudad del sur de Italia. Es precisamente en esta última característica en la que se centran estas líneas.

Publicada en 2001, esta novela corta toma su nombre de Monte di Dio, un humilde sector que sirve como escenario para retratar al Nápoles de la posguerra. Contrario a lo que el nombre podía sugerir la cotidianidad en este barrio no transcurre en elevados planos espirituales, sino que se desarrolla en medio de la precariedad y el miedo, lo que lo convierte en un ambiente hostil, en el que la búsqueda de la supervivencia y el influjo de las bajas pasiones ponen en marcha un proceso de selección natural en el que priman los más fuertes.


Entrando en materia de la historia, puede afirmarse que la obra es un ejemplo de Bildungsroman o novela de aprendizaje en la que su protagonista hace el tránsito de la infancia a la adultez, al tiempo que descubre el amor, el deseo, el odio y el dolor por la pérdida de un ser querido. Este recorrido se hace evidente a través de la metáfora del bumerán, regalo que el joven recibió de su padre y que durante buena parte de la historia funge como un juguete, que ante la ausencia de espacio en las atiborradas calles y azoteas no puede ser usado, pero que palpita y se fortalece en silencio como se fortalecen los músculos de su propietario, hasta convertirse finalmente en un arma, mientras que su portador se convierte en un hombre capaz de consumar un acto de violencia.

María, una joven que a fuerza de abusos y ultrajes ha madurado de forma precoz, acompaña al protagonista en este recorrido por una ciudad en la que con la candidez infantil del narrador se abordan temas como la violencia sexual, la pedofilia y la muerte. Ante este panorama puede afirmarse que Montedidio alude a la noción del paraíso perdido por partida doble, por un lado, refleja la añoranza de la inocencia infantil, a la que debe renunciarse de forma prematura por circunstancias como la necesidad de subsistir y la crueldad del entorno, mientras que en otra instancia nos ofrece resonancias de una ciudad entrañable a pesar de la adversidad, en la que a través de la prosa poética del autor pueden advertirse olores, sabores, sonidos e incluso la sensualidad latente en la vida napolitana, así como la pasión y el desenfado con la que sus habitantes afrontan el día a día.

col1im3der

Erri de Luva - De Niccolò Caranti - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0


De Luca nos muestra una ciudad cosmopolita y diversa, pero también de profundas desigualdades, que se manifiestan por ejemplo en posibilidad que los niños de las clases más favorecidas puedan seguir estudiando al cumplir cierta edad, mientras los habitantes de lugares como Monte di Dio deban incorporarse a la vida laboral desde muy temprano. También se hacen evidentes las diferencias de Nápoles frente al resto de Italia, principalmente a través del idioma, pues mientras el italiano se describe como un "idioma tranquilo que se está quieto dentro de los libros", el napolitano se presenta, tumultuoso, caótico y visceral, como la naturaleza misma de sus hablantes.

Uno de los aspectos destacables de esta historia es que a pesar de los reveces, los personajes no parecen sumidos en la fatalidad o la resignación, e incluso se permiten dar rienda suelta a los sueños y al amor lo que no solo está representado en la relación de los protagonistas, sino también en cualidades como la generosidad y la solidaridad, rasgos palpables en personajes como el maestro Errico y en especial en Rafaniello. Este último una especie de ángel en la tierra, que gracias a su joroba transformada en alas encuentra su camino de regreso a casa, o tal vez a la inmortalidad, lo que le confiere a la narración un toque de esperanza y desconsuelo a partes iguales. Es igualmente digna de mención la última secuencia de la obra, en la que de forma vertiginosa y pasional se desencadenan los hechos.