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Carta de Ignacia Camacho sobre la beca de su hijo, 1837

portada

En 1837, una viuda reclama el derecho que tenía su hijo a gozar de una beca familiar en el Colegio del Rosario. Un problema doméstico quedó registrado en el documento que hoy presentamos y comentamos:

 

 

Caja 29 ff. 6r-v:

Texto original

Texto modernizado

 

Señor Rector D.r Jose Duque Gomes

 

Bogota Octubre 24 de 1837

 

M. S. mio de todo mi aprecio:

 

Mi hijo Juan Manuel me ha impuesto del aviso que V. le remitio de

que no podia entrar al Colegio sin que llevase los sincuenta pesos para

completar la cuota, que en la actualidad han señalado para la manten-

cion de los Colegiales. Usted no debe ignorar que yo quede viuda

con cuatro hijos pequeños, i lo poco que quedo de mi marido se han vu-

elto deudas incobrables; asi es que me veo en la imposibilidad de po-

der dar esta suma, i mi hijo quedara privado del beneficio de la fun-

dacion que hiso mi tio el Ylustrisimo Señor Arzbpo. F.r Manuel

Agustin Camacho para nuestra familia; pero nosotros nos vere-

mos en la precicion de reclamar para que supuesto que los de

la familia pobre no pueden disfrutar de la Beca se le de

otra invercion a los mil pesos del principal que esta cargado

sobre la casa en que vive mi tio Juan Manuel Torrijos, de

otro modo se volveria ilosorio las fundaciones que se hasen para

las familias, mayormente cuando el Colegio recibio este prin-

cipal con la obligacion de mantener uno de la familia; y

asi como disfruta de las vacantes cuando no hai de la fami-

lia, del mismo modo debe sufrir esta pension.

 

Hasta ahora todos los de la familia han disfrutado

de la Beca, i no se dara ejemplar de que haya pagado otra

[f. 6v] suma que lo que reditua el prinsipal de la fundacion.

 

            Hago a U. estas reflecciones para que U. se tome la

molestia de consultar con la junta de consiliarios, en caso de que

U. por si solo no quiera resolver, i si las hallasen justas, inme-

diatamente entrara mi hijo a seguir su carrera. i de no tomare

otra providencia atendida a la imposibilidad de que me ha-

llo de contribuir con los sincuenta pesos que se me exijen.

 

             Soi de U. con la debida consideracion su mas atenta

servidora

Q. B. S. M. S.

 

Ignacia Camacho

 

Archivese

 

Señor Rector Dr. José Duque Gómez[1]

 

Bogotá, octubre 24 de 1837

 

Muy Señor mío de todo mi aprecio[2]:

 

Mi hijo Juan Manuel me ha impuesto[3] del aviso que usted le remitió de

que no podía entrar al Colegio sin que llevase los cincuenta pesos para

completar la cuota, que en la actualidad han señalado para la manten-

ción[4] de los Colegiales. Usted no debe ignorar que yo quedé viuda

con cuatro hijos pequeños, y lo poco que quedó de mi marido[5] se han vu-

elto deudas incobrables; así es que me veo en la imposibilidad de po-

der dar esta suma, y mi hijo quedará privado del beneficio de la fun-

dación que hizo mi tío, el ilustrísimo señor arzobispo fray Manuel

Agustín Camacho, para nuestra familia; pero nosotros nos vere-

mos en la precisión de reclamar para que, supuesto que los de

la familia pobre no pueden disfrutar de la beca, se le dé

otra inversión a los mil pesos del principal[6] que está cargado

sobre la casa en que vive mi tío Juan Manuel Torrijos, de

otro modo se volvería ilusorio[7] las fundaciones que se hacen para

las familias, mayormente cuando el Colegio recibió este prin-

cipal con la obligación de mantener uno de la familia; y

así como disfruta de las vacantes cuando no hay de la fami-

lia, del mismo modo debe sufrir esta pensión.

 

Hasta ahora todos los de la familia han disfrutado

de la beca, y no se dará ejemplar de que haya pagado otra

[f. 6v] suma que lo que reditúa el principal de la fundación.

 

            Hago a usted estas reflexiones para que usted se tome la

molestia de consultar con la junta de consiliarios, en caso de que

usted por sí solo no quiera resolver, y si las hallasen justas, inme-

diatamente entrará mi hijo a seguir su carrera. Y de no, tomaré

otra providencia, atendida a la imposibilidad de que me ha-

llo de contribuir con los cincuenta pesos que se me exigen.

 

             Soy de usted, con la debida consideración, su más atenta

servidora

Que besa su mano[8]

 

Ignacia Camacho

 

Archívese

 

Cuando las becas ya no alcanzan...

Colegiales supernumerarios eran los que gozaban de una beca fundada por un particular, en beneficio de una familia. El mecanismo consistía en fijar cierto capital, cuyos réditos costeaban la educación del becario. La situación cambió en 1826, cuando el presidente Santander autorizó un alza de veinte pesos en las pensiones; de manera que los réditos de las becas se quedaron cortos para cubrir los costos y los patronos de la beca debían añadir de su bolsillo el faltante. La cuestión era complicada, pues se presentó el caso de patronos que no alcanzaban a pagar el sobrecosto, dejando así las becas vacantes[9].

La beca del arzobispo.

Por escritura de dos de abril de 1774, el arzobispo Camacho[10] fundó una beca, cuyo principal fueron mil pesos, sobre la hacienda de Tibabuyes [AHUR caja 6 f.194v]. En 1834, por fin, correspondió la beca a Juan Manuel Carrizosa Camacho [AHUR caja 26 ff.5-6], quien fue matriculado en el Colegio del Rosario en 1832. No es claro, entonces, si Juan Manuel venía gozando de la beca por tres años, ¿por qué la queja por el dinero faltante, en 1837? 

Este documento hace parte de la serie Voces del Archivo, leído por Jorge Pulido [audio aquí].

 


[1] José María Duque Gómez (1808-41), natural de Marinilla (Antioquia), colegial del Rosario y rector en el periodo 1835-37.

[2] La fórmula de saludo seguía vigente casi un siglo después. Véase, por ejemplo, la correspondencia de Antonio José Restrepo con Fernando González, en: https://www.otraparte.org/fernando-gonzalez/ideas/1935-estanislao/

[3] “Imponer”, en la segunda acepción del Diccionario, significa: “Instruir a alguien en algo, enseñárselo o enterarlo de ello”. RAE, DLE.

[4] “Mantención” aparece en el Diccionario como forma coloquial de “manutención”.

[5] Isidoro Carrizosa Aranda, natural de Barichara (actual Santander), colegial en 1808; procurador, consiliario y catedrático de Filosofía. Casado en 1819 con Ignacia Camacho, cuya genealogía puede verse en Vázquez, A., Marín, J. (2017). “Señores del muy ilustre cabildo”. Diccionario biográfico del capítulo municipal de Santa Fe (1700-1810). Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

[6] “Principal”, en la octava acepción del Diccionario, significa: “Capital de una obligación o censo, en contraposición a rédito, pensión o canon”. RAE, DLE.

[7] La frase “se volvería ilusorio” era común en contextos legales, hecho que explicaría que se usara tal cual, no obstante la notoria discordancia gramatical de doña Ignacia cuando dice “se volveria ilosorio las fundaciones”, debiendo hablar en plural. La forma “ilosorio” no era coloquial, como podría pensarse: aparece impresa en un tratado de medicina, respecto de la “localizacion caprichosa de un estado angiosténico falso é ilosorio”.

[8] Sobra una ese final de las siglas.

[9] Guillén, M. (2008). Los estudiantes del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 1826-1842. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario.

[10] Agustín Manuel Camacho y Rojas, prelado dominico nacido en Tunja, el 4 de junio de 1701. Graduado en Teología por la Universidad de Santo Tomás, donde fue catedrático, regente de estudios y rector. Elegido obispo de Santa Marta, en 1764, y de Santafé, en 1770. Murió en 1774. Hermano de Fernando Antonio Camacho y Rojas, dos veces rector del Rosario.