Macedonia, ¿conflicto cerrado en los Balcanes?
Ricardo Angoso
Grecia y Macedonia han llegado a un controvertido acuerdo por el cual ponen fin a un contencioso que dura veintiocho años a causa del nombre que utiliza la ex república yugoslava y también por los símbolos patrios de esta pequeña nación enclavada en el corazón de los Balcanes.
Veintiocho años después de la independencia de la República de Macedonia, que abandonó Yugoslavia en el año 1991, parece que el contencioso entre Grecia y este país balcánico está a punto de concluir. En efecto, los gobiernos de Atenas y Skopje, presididos por Alexis Tsipras y Zoran Zaev, respectivamente, han llegado a un acuerdo por el cual se ha superado el principal contencioso entre ambos países relativo al nombre de Macedonia, que Grecia considera ofensivo en tanto y cuanto una región de ese país lleva el mismo nombre y contenía un carácter reivindicativo en términos territoriales, en opinión de la diplomacia helena. A partir de ahora, según el acuerdo ya aprobado, firmado y ratificado por los parlamentos de ambos países no sin tensiones y problemas, Macedonia pasa a denominarse República de Macedonia del Norte.
El acuerdo tiene un gran importancia para Macedonia y se puede considerar un éxito para la diplomacia de este país que ve ahora levantado el veto para poder solicitar su ingreso en la OTAN y en la Unión Europea (UE) tras veintiocho años de veto griego a la entrada en ambas instituciones. El gobierno de Tsipras se ha enfrentado a una fuerte oposición en el interior de su gobierno, que incluso llevó a la salida del mismo del partido Griegos Independientes, y en el parlamento se encontró con la oposición de la derecha y otros grupos.
Buena muestra del rechazo que el acuerdo genera en la sociedad griega, hay que reseñar que una manifestación muy violenta se registró en la capital griega el pasado mes de enero, en la que se podían ver numerosos religiosos de la Iglesia Ortodoxa griega junto a manifestantes neonazis del grupo Amanecer Dorado ataviados con la bandera griega azul y blanca. Son muchos los griegos que consideran que el acuerdo es una suerte de traición y que es inaceptable que se considere como Macedonia a una nación eslava que reivindica para sí misma a la figura de Alejandro Magno, siempre considerado por la nación helena como un héroe patrimonio suyo.
También los nacionalistas griegos, a los que se le unieron los ultraortodoxos comunistas del KKE -Partido Comunista Griego-, que también rechazaron el acuerdo con Macedonia, consideran que el gobierno de Skopje pretende el irredentismo con respecto a su país, es decir, anexionarse a la región de Grecia que tiene el mismo nombre. En opinión de los detractores del acuerdo entre los dos países, entre los que figura el ex primer ministro y líder conservador Antonis Samaras, este pacto entre ambas naciones es el "equivalente al reconocimiento de las aspiraciones irredentistas de FYROM", nombre con que los griegos denominan oficialmente a Macedonia y que corresponde a las siglas en inglés de Antigua República Yugoslava de Macedonia.
EL NACIONALISMO GRIEGO CONTRA MACEDONIA
Macedonia, según piensan muchos nacionalistas griegos, ha usurpado en su bandera, escudo, nombre y símbolos propios, incluso hasta en el gentilicio, la herencia macedonia de Grecia. De hecho, Skopje cambió la bandera en el año 1995 ante la virulenta protesta de Grecia y con el ánimo de rebajar la tensión con su vecino del sur. Sin embargo, el discurso nacionalista no solamente caló en Grecia, sino que durante el mandato del primer ministro macedonio Nikola Gruevski (2006-2016), del partido centro derechista VMRO-DPMNE, se acentuó el nacionalismo local y la capital, Skopje, se vio inundada de monumentos, esculturas y edificios de impronta neoclásica que recordaban el pasado del país.
Una gran estatua de Alejandro Magno en bronce, con una altura de siete pisos y más de siete toneladas de peso, fue levantada en una céntrica plaza de la ciudad y Grecia protestó por el hecho pese a que el nombre oficial de la escultura era Guerrero a caballo y se evitaron las referencias al héroe macedonio, aunque estaba claro a quien se quería reivindicar por parte de Macedonia.
Hay que reconocer la valentía de Tsipras en una nación tan sensible a la cuestión macedonia y donde el nacionalismo tiene un gran peso en la escena política griega, donde la crisis económica y social de los últimos años propició el ascenso de un movimiento neonazi -el ya citado Amanecer Dorado- y de otros movimientos nacionalistas claramente contrarios al acuerdo alcanzado entre Grecia y Macedonia, como los Griegos Independientes, que hasta hace poco tiempo estaban coaligados con el gobernante Syriza que lidera el primer ministro.
Además, la Iglesia Ortodoxa griega sigue teniendo una gran influencia en la vida social griega y siempre ha estado en la vanguardia del movimiento nacionalista en este país, bien preservando las señas de identidad helenas durante la dominación otomana o ya entrada Grecia en la modernidad defendiendo determinadas causas, como por ejemplo la reivindicación permanente de Macedonia como algo griego y negando a este país sus señas de identidad.
Pese a todo, y en medio de un panorama adverso para el primer ministro griego, el parlamento de Grecia aprobó finalmente el acuerdo conocido como de Prespas, por la localidad griega donde se firmó, y dio un paso histórico en pro de la reconciliación entre los dos países. El primer ministro Tsipras y los defensores del acuerdo lograron una exigua mayoría en el legislativo heleno a favor del mismo de 153 votos a favor y 146 en contra, concitando en contra del acuerdo una variopinta coalición conformada por nazis, comunistas, populistas, oportunistas de derechas y nacionalistas.
El gobierno de Tsipras argumentó para pedir el voto a favor que solamente doce países del mundo reconocen el nombre propuesto por Grecia, FYROM, mientras que 134 países reconocen a Macedonia como tal, lo que constituye para la diplomacia helena un notable fracaso tras años de intentos por negar la realidad de este país. Además, según argumentó el ejecutivo griego, Grecia se estaba granjeando un pésima imagen en la escena internacional pero también en la UE al bloquear la entrada de Macedonia en diversas instituciones internacionales.
Para Macedonia, sin embargo, es una cuestión vital resolver este embrollo que dura 28 años y normalizar sus relaciones con Grecia, toda vez que una vez aprobado el acuerdo y normalizadas las relaciones políticas y diplomáticas con Atenas, el país tendrá allanado camino para comenzar sus negociaciones para ingresar en la UE y la OTAN, aparte que se abrirán nuevas expectativas en las relaciones económicas entre ambos países tras décadas de vivir de espaldas.
A pesar de lo expuesto anteriormente la economía China ha estado pasando por una contención en los últimos años, lo que ha permitido que la India sobresalga de alguna manera en el plano internacional; sobre esta situación se han planteado distintas hipótesis: una que plantea que China está consiguiendo su crecimiento potencial, por lo que las medidas económicas a emplear se traducen en disminución del crecimiento económico vertiginoso (Veiga, 2013); otra que expone los problemas que enfrenta China como cíclicos, en la que las economías avanzadas a raíz de las crisis financieras ralentizan la demanda de exportaciones (Lin, 2011).
Para finalizar, con el fin de explicar el crecimiento económico de India el Banco Mundial ha planteado que las ventas al extranjero se vieron reforzadas por la depreciación de la rupia india en 2013; además porque se diversificaron las exportaciones por tipo de producto y aumentó la participación de mercados emergentes en el total de las exportaciones (Banco Mundial, 2014).
¿CONFLICTO RESUELTO?
Las principales dudas acerca del acuerdo recaen en que según todas las encuestas publicadas, en las próximas elecciones legislativas, a celebrar en octubre de este año, los partidos contrarios al acuerdo entre Grecia y Macedonia ganarán las elecciones, liderando el derechista Nueva Democracia las preferencias del electorado.¿Podrían revocar el acuerdo una vez que estos partidos lleguen al poder? Es una hipótesis improbable porque es muy distinto estar en la oposición que estar en el gobierno y porque Nueva Democracia, junto con su líder Samaras, ya estuvieron al frente del ejecutivo heleno y conocen el funcionamiento de las instituciones europeas y el peso de los acuerdos internacionales que van más allá de los enfoques partidistas acerca de los mismos. No parece probable que Grecia, una vez que Nueva Democracia llegue al ejecutivo, que parece la opción más realista al día de hoy, vaya a desconocer lo ya aprobado por el parlamento griego y rubricado con el gobierno de Skopje.
Más allá de lo que pueda ocurrir en los próximos meses, sobre todo con la vista puesta en lo qué ocurrirá después de las elecciones griegas, el paso dado con este acuerdo es transcendental no solo para los dos países, sino para toda la región. Era el último de los grandes contenciosos que quedaba por resolver en los Balcanes tras la implosión de Yugoslavia en 1991 y normalizaba, por fin, las relaciones entre todos los países de región a excepción del no resuelto contencioso entre Serbia y Kosovo. Belgrado sigue sin reconocer la legitimidad internacional como Estado de Kovoso y tampoco mantiene relaciones diplomáticas con este país, aunque en los últimos años ha habido varios esfuerzos negociadores entre las partes para renegociar las fronteras y llegar a algún tipo de acuerdo que defina de una forma permanente la relación entre ambas partes.
Aparte de la influencia positiva del acuerdo en la región, hay que reseñar que la UE también tiene el camino allanado ahora para comenzar negociaciones e integrar a los Estados de los Balcanes que todavía no lo han dado ese paso, como Albania, Serbia y Macedonia. Bulgaria, Croacia, Eslovenia y Rumania ya lo hicieron en la última década y con estas nuevas integraciones se superaría el anacronismo que significó la división de Europa durante la Guerra Fría. El caso de Bosnia y Herzegovina es mucho más complejo, dadas las divisiones internas entre serbios y bosnios, y también debido a que los Acuerdos de Dayton no han funcionado en el sentido que no han sido capaces de vertebrar y articular un Estado con una administración moderna, eficaz y competente, sino más bien lo contrario: el país es un auténtico caos y un reino de taifas desorganizado y desarticulado sin una verdadera administración al frente.
En lo que respecta a Kosovo, la UE siempre ha alentado las negociaciones entre Serbia y este país para que definan sus relaciones definitivamente, pero estas se interrumpieron en el 2018 y se está a la espera de que se reanuden próximamente para cerrar un acuerdo permanente entre las partes que dote de una definitiva estabilidad y seguridad a toda la región. Finalmente, parece que los siempre considerados indómitos y violentos Balcanes regresan a la casa europea tras años de haber estado separados y alejados por diferentes causas y conflictos.