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Inocencia de pólvora

María Helena Osorio Díaz

Inocencia de pólvora

Aunque es bien conocido el proceso bélico ocurrido en España durante la guerra civil y se le ha dado gran importancia a la ideología fascista, resulta interesante analizar los fundamentos ideológicos del bando republicano.

Cuando se piensa en el bando republicano, que antagonizaba al bando fascista, se piensa sobre todo en lo político. Sin embargo, no debe ignorarse el importante papel que cumplió la educación republicana. Ésta además de generar una nueva identidad y cultura de guerra en la juventud, fue una importarte táctica militar. Los pilares de la educación republicana permitieron una transformación social creadora de una nueva conciencia colectiva, la modernización pedagógica, la lucha antifascista y el protagonismo de las juventudes.   

Al analizar el contexto histórico entre los años 1936-1937 la guerra estaba en plena táctica de desgaste, pues tanto nacionalistas como republicanos intentaban expandirse territorialmente. Los republicanos habían perdido territorios como: Málaga, Bilbao, Aragón, Castilla y Teruel así como innumerables soldados, por lo que rápidamente se debilitaban y se veían obligados a mandar a jóvenes para la guerra. La ideología republicana impartida en las escuelas fue la respuesta ante estos ataques pues buscaba hacer frente al fascismo a través de una transformación cultural. La continua exaltación a la ideología republicana moldeó una cultura belicista pues se creía que sólo cuando se hubiese ganado la guerra surgiría una Nueva España Republicana: trabajadora, libre, culta, próspera y feliz (Fernández Soria & Mayordomo, 2007). El bando republicano sufría bombardeos a cunas culturales y educativas como lo fue al Museo de Prado, la Biblioteca Nacional, los grupos escolares, el Instituto Cajal, las Universidades de Alcalá y Barcelona y el Palacio de Infantado (Anónimo, 1938). Pero esto no fue del todo negativo pues fue mera motivación para seguir combatiendo.  

Mediante una educación basada en los principios republicanos se pretendía combatir al enemigo de afuera, el fascismo, luchando con el enemigo de adentro, la ignorancia.  Se creía que ante todo se les debía educar para ganar la guerra pues si se perdía la guerra, se habría perdido todo (Hernandéz Tomás, 1937). También mediante esta metodología de educación se buscaba acabar con la vieja España y unificar todas las divisiones izquierdistas en lo que se llamaría el Frente Popular que permitiría la emancipación y autonomía obrera. Todo joven tenía el deber de propender por una educación que defendiera las libertades del pueblo como un colectivo, pues así luchaban por la libertad misma del pensamiento y conciencia (Hernandéz Tomás, 1937). Se esperaba que los alumnos percibieran a la clase obrera como única creadora a quien debían inmensa gratitud porque esta les colocaba en condiciones de rendir provecho, es decir ser útiles dentro de la sociedad a través de la guerra.

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Para entender este fenómeno se podría poner el ejemplo de la cartilla antifascista dirigida a los niños de corta edad para que desarrollaran habilidades de lectoescritura. Por ejemplo, se pretendía enseñar la palabra unidad. Se procede a la escritura, al desglosamiento de las sílabas y a la formación de nuevas palabras con las sílabas separadas. En seguida se realizaba un dibujo representativo de la palabra como las banderas del bando republicano y luego se realizaba una charla anecdótica que la utilizara en un contexto como por ejemplo hablar sobre las ventajas de la unidad obrera en la lucha antifascista, el nacimiento del Frente Popular y la necesidad de la unidad en torno a un mismo bando izquierdista. Sorprende la forma en la que se les enseñaba a los niños las palabras dándoles un fuerte significado político. 

Los jóvenes también defendían con toda pasión esta ideología y se organizaron en milicias juveniles, dedicadas a la educación y la guerra. Creían que tenían el deber de ser los mejores dominadores de la técnica militar, la aviación y la artillería pues allí se desarrolla el espíritu combativo para defender las conquistas con sangre y darle derrota al enemigo (Hernandéz Tomás, 1937). Sobre ellos yacía el deber de ganar la guerra y aniquilar al fascismo, pues de esta forma sería posible cultivar la maravillosa cultura republicana. Se consideraba un honor pertenecer al ejército republicano y quien perteneciera a este tenía la obligación del triunfo de la guerra. No existía en ellos duda alguna, ni miedo al enfrentarse al ejército entrenado fascista pues el único deber que tenían para con su patria era el de defenderla y llegado el caso morir con la convicción de que se hizo lo correcto. La idea de una Nueva España Republicana dependía del joven educando que a su vez era un combatiente. Esta nueva generación criada para combatir se convirtió en las milicias juveniles que pronto se organizarían en las llamadas Juventudes Socialistas. Se calcula que los jóvenes enlistados voluntariamente en el ejército republicano pudieron llegar a constituir unos 120.000 milicianos y soldados (Moradiellos, 2013).

La tan contundente carga ideológica impartida en las escuelas republicanas fue motor y pólvora de guerra. La identidad del joven adquirió un nuevo significado:  el sentido de la vida era la lucha, la victoria y la libertad del colectivo. Es por esto que el análisis de la educación republicana no puede estar separada del ámbito político e histórico de la época. La Guerra Civil Española en relación con la educación republicana marcó un hito histórico muy importante pues probó que las milicias socialistas podían construir un ejército juvenil organizado y entrenado y que el papel de los jóvenes no solamente se limitaba a reemplazar las obligaciones laborales del adulto caído, sino que eran la fuente primaria de cultura, conciencia y política, pues a ellos pertenecía el conocimiento y la guerra. Eran hombres fieles de lucha dispuestos al renunciamiento de toda comodidad para cualquier sacrificio que requiriera la revolución. 

Sin embargo, no ha de ignorarse la fatal contradicción entre la imagen impartida en las escuelas republicanas y la situación real bélica. La República española nunca aplicó de forma contundente la guerra de guerrillas pues estaba dividida políticamente. No logró erradicar los ataques enemigos, sino que se limitó a un largo resistir que prolongó la guerra sin conseguir victoria (Hobsbawn, 1998). Por tanto, podría situarse a estos jóvenes milicianos, fervorosos ‘’hijos de la revolución’’ de espaldas hacia una derrota inminente.

Referencias

Anónimo. (13 de Noviembre de 1938). Ni un soldado que ignore el significado y alcance de nuestra lucha. En Marcha, 11, 2.
Fernández Soria, J. M., & Mayordomo, A. (2007). Educación, guerra y revolución 1936-1939. Valencia: Publicacions de la Universitat de Valéncia.
Hernandéz Tomás, J. (1937). Cultura para el pueblo. Valencia, España.
Hobsbawn, E. (1998). Historia del siglo XX. Buenos Aires.
Moradiellos, E. (27 de Julio de 2013). El País. Recuperado el 7 de Febrero de 2019, de Cultura: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/07/23/actualidad/1374596712_3718…;