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Interculturalidad de los Derechos Humanos: aproximación teórica desde la complejidad

Cristian C. Gantiva Castiblanco

Interculturalidad de los Derechos Humanos

Boaventura de Sousa Santos (2009) se adentra en la problemática de los DDHH desde los conceptos de globalización y cultura, de esa forma, plantea que hay una dicotomía en los debates sobre la universalidad los derechos humanos (DDHH), la cual (la dicotomía) se intensifica en la percepción de una fragmentación cultural.

De ese modo, el propósito de este ensayo es comprender, desde las ciencias de la complejidad, los planteamientos del autor en cuanto al problema que estudia y, así mismo, en cuanto a la concepción intercultural de los DDHH que plantea como solución.

Es por lo anterior que, a lo largo del texto, se desarrollarán correlaciones entre conceptos e ideas que conducirán las proposiciones a una descripción distinta del asunto y, por lo tanto, a una respuesta de cómo interpretar la noción de interculturalidad de los DDHH desde la complejidad. La complejidad se entenderá como un conjunto de ciencias relativamente nuevas que permiten analizar problemas, sistemas o fenómenos complejos desde posturas diferentes que van desde la filosofía hasta la matemática. De ese modo, por medio de la inter y transdisciplinariedad busca generar marcos de comprensión y percepciones distintas de las realidades y/o posibilidades (lo posible) a las que proponen las ciencias clásicas.

Así, a manera de estructuración y para el desarrollo de este ensayo, se tendrán en cuenta los siguientes 6 apartados: 1. Universalismos y ciencias clásicas. 2. Top-down, Bottom-up y universos culturales. 3. Incompletud. 4. Sistemas y culturas “negüentrópicas”. 5. Hermenéutica diatópica y autoorganización. 6. Conclusiones. Sin embargo, a pesar de las divisiones -por razones de orden-, todos los apartados guardarán un alto grado de relación.

Universalismos y ciencias clásicas:
El problema que plantea el autor, referente para este texto, alrededor de los DDHH inicia con el “universalismo” que se pretende para ellos. Ese universalismo, que él entiende como “localismos globalizados”, sitúa unas posturas occidentales (desde los DDHH) como aplicables en cualquier momento, a cualquier lugar y a cualquier cultura. Sin embargo, en esto último, será en lo que se va a ubicar como punto álgido para proponer lo que él llama “globalización cosmopolita”, lo cual no es más que una concepción de los DDHH emergente, subalterna y/o insurgente.

Considerando lo anterior, y el propósito de este escrito, es necesario analizar el concepto de “universalidad”, y no sólo desde un punto de vista etimológico sino, más bien, desde su relación con las ciencias clásicas[1]. Eso, con el fin de ubicar esa universalidad -y en el mismo sentido la de los DDHH- dentro de un reflejo de formas (y del desarrollo) de(l) pensamiento de una época determinada.

Las ciencias aplicadas -o normales- clásicas[2] se construyeron a partir de la necesidad de normalizar, estandarizar, universalizar (en últimas), sus objetos de estudio; lo anterior, permitió que no se diera la misma importancia a los aspectos micro -sobre todo de sistemas complejos como el social moderno-: “de acuerdo con Aristóteles y la tradición que se desprende de él, tan solo puede haber ciencia de lo universal. La ciencia de fenómenos particulares no es ciencia” (Maldonado & Gómez, 2011, pág. 30).

De esa manera, es importante cuando Boaventura plantea la necesidad de trascender esa universalidad y, aún más, porque lo hace en el momento en que las mismas ciencias aplicadas evolucionaban de ese modo. Con lo anterior, nos aproximamos a las propuestas de Newton y Leibinz (S. XVIII) en cuanto al cálculo infinitesimal y los sistemas dinámicos (movimiento), el caos de E. Lorenz y, posteriormente, el problema de los 3 cuerpos -o n-cuerpos- de Poincaré (Maldonado & Gómez, 2011). Esos planteamientos suscitan un hito para las ciencias aplicadas al romper con la idea “aristotélica” que se planteaba anteriormente y, de ese modo también, al reflejar esa fractura en pensamientos de campos como el de los DDHH (reflejado en la situación de Boaventura).

Top-down, Bottom-up y universos culturales:
Para Boaventura la concepción de los DDHH como universales se podría considerar una “globalización desde arriba” (Santos, 2009, p. 513) -lo que en las ciencias de la complejidad sería considerado como top-down-, es decir, una globalización en la que las estructuras -en cuanto a las proposiciones de los derechos- se imponen desde un marco amplio-social hacia las estructuras micro-social. Sin embargo, lo que él pretende demostrar es que -para la posibilidad más amplia de los DDHH- los conceptos deben emerger (Bottom-up): me refiero a surgir desde lo micro-social hacia lo macro.

La superación de universalismos supone, de esa manera, una concepción diferente de los problemas y, sobre todo, de los fenómenos sociales. Boaventura se adentra en esta base para argumentar que, de ese modo, el concepto, comprensión, vivencia, construcción de la dignidad humana (elemento fundamental de los derechos humanos) se debe buscar desde cada universo cultural: es decir que en cada cultura la dignidad es comprendida diferente.

Algunos sociólogos se han acercado a las ciencias de la complejidad para comprender dinámicas (comportamientos) sociales (Castellani, B & Hafferty, 2008; Smith, J & Jenks, C, 2006; Sawyer, R, 2004; Stewart, P 2001; Watts, D 2003), de allí se han especializado los estudios en organizaciones aproximándose a la biología, la astrología, las ciencias computacionales, entre otros campos... La importancia de esas investigaciones -en la argumentación de Boaventura- radica en la comprensión de comportamientos que emergen, es decir comportamientos bottom-up. Tal y como él propone: la dignidad emerge desde cada cultura y en base a sus singularidades; desde la complejidad las sociedades se manifiestan en un constante loop entre el desorden y el orden y facilitan o, mejor aún, permiten comprender dinámicas de complejidad creciente, las cuales se reflejan del plano micro al macro.

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Incompletud:
Trascendiendo entonces la universalidad y dando paso a la emergencia de características sociales en construcción bottom-up, se presenta la necesidad de que el sistema se reconozca como incompleto (concepto en el que profundizaremos más adelante). Con lo anterior, aproximándolo a Boaventura, se expone que “si cada cultura fuera tan completa como afirma ser, habría apenas una única cultura.” (Santos, 2009, pág. 517)
La incompletud, tal como la plantea Boaventura, fue analizada en un primer momento por el filósofo matemático Kurt Gödel -pensador fundamental para la matemática y luego para las ciencias de la complejidad-. (Silva, 2014) Gödel, al igual que Boaventura, argumentó -desde el plano matemático- que “los sistemas coherentes son incompletos, y los que se presentan como completos son inconsistentes” (Maldonado & Gómez, 2011), tal afirmación se puede equiparar al análisis cultural de los derechos humanos: el sistema “derechos humanos” –como un todo- aparenta ser completo, sin embargo es inconsistente cuando se aborda desde perspectivas que no comparten bases occidentales y, inclusive en algunos casos, desde las mismas visiones occidentales.

Boaventura, de esa forma, sugiere que para alcanzar una interculturalidad de los DDHH se debe comprender desde cada cultura que se es incompleta, es decir que falta algo desde otras perspectivas o culturas. De ese modo, al reconocer la incompletud, el autor considera que se puede buscar la forma de completarse desde las demás.

Sistemas y culturas “negüentrópicas”:
A pesar de lo anterior, hay características que complejizan el procedimiento que se ha esbozado a lo largo del texto. Una de estas es el entendimiento de que las culturas no son monolíticas; para la complejidad, quiere decir que están en constante cambio: que, en últimas, son topológicas en cuanto a su adaptación y transformación constante. Tal topología va más allá de la cultura y se refleja en la organización social o, más bien si se quiere, de los comportamientos (cambios) en los sistemas sociales se refleja (emerge) la cultura.
El entendimiento de una topología cultural, su característica de no monolítica, las constantes relaciones -positivas y/o negativas- entre culturas y la incompletud, nos lleva a pensar en la trascendencia de un equilibrio cultural, es decir, el abandonar la idea de que una cultura puede alcanzar un equilibrio en el tiempo. Es en este momento, en donde nos podemos acercar a la termodinámica del no-equilibrio y a los sistemas negüentrópicos para reforzar el argumento.

La termodinámica del no-equilibrio es producto de dos axiomas, la primera es la entropía, desarrollo de Ludwig Boltzmann y, la segunda, la teoría de la evolución de Charles Darwin. Por un lado, la entropía nos permite medir o analizar el grado de desorden de un sistema, de esa manera, propone que: 1. en el tiempo la energía tiende al equilibrio, 2. el tiempo se desplaza hacia la muerte (esto sería considerado termodinámica). Por otro lado, la teoría de la evolución desde la biología, nos propondría que, de manera yuxtapuesta a la termodinámica, el tiempo se desplaza a la vida.

Ilya Prigogine (1980), en base a las ideas planteadas, desarrollaría la termodinámica del no-equilibrio, su propuesta consistiría en la comprensión de la termodinámica y la evolución en una misma línea del tiempo. Es decir, en donde el tiempo pasado hacia atrás (por situarlo en un espacio temporal en este ejercicio) no constituye la vida sino, la evolución hacia adelante, hacia las posibilidades, es lo que constituye la vida  (Maldonado C. E., 2010); empero, ambas componen una misma flecha del tiempo, del movimiento.

El planteamiento de la termodinámica del no-equilibrio permitiría, en un segundo momento, que Erwin Schrödinger formulara que hay sistemas, en el lugar donde es posible la vida, que niegan la entropía (sistemas sociales): sistemas negüentrópicos. Estos sistemas, al negar la entropía, se alejan del equilibrio y, de esa manera, representan dinámicas complejas. A lo que queremos llegar con esto, y con el fin de dar paso a la hermenéutica diatópica, es -o no es más- a la posibilidad de situar las culturas como culturas negüentrópicas: como se argumentaba anteriormente, de la organización social emerge la cultura, las organizaciones sociales son dinámicas y niegan el equilibrio lo cual complejiza los escenarios en los que se vive, de ese modo, las culturas al emerger de estos espacios también se representan como patrones dinámicos, negüentrópicos y complejos. 

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Hermenéutica diatópica y autoorganización:
La hermenéutica diatópica propone el dialogo entre culturas como solución a los problemas planteados anteriormente, de esa manera, su objetivo “no es […] alcanzar la completud, -puesto que éste es un objetivo inalcanzable- sino, por el contrario, elevar la conciencia de la recíproca incompletud a su máximo posible entablando un diálogo, por así decirlo, con un pie en cada cultura.” (Santos, 2009, pág. 518).

Eso, al aproximarlo a la complejidad, nos dirige a la autoorganización de sistemas: la superación de universalimos, la aceptación de la incompletud (y de la complejidad), la posibilidad de emergencia -conllevando la posibilidad de autoorganización-, y los necesarios e irrenunciables escenarios de relaciones (en redes-en diálogo), es en últimas lo que proyecta Boaventura para aterrizar la idea de los derechos humanos en una “globalización cosmopolita”.

Conclusiones:
Para finalizar, y una vez comprendido el sistema que quería presentar Boaventura desde las ciencias de la complejidad, es necesario decir que la evolución de las teorías es fundamental para la construcción de nuevos conocimientos y/o posturas. La época en que Boaventura escribe sobre la interculturalidad de los DDHH se relaciona de una manera íntima con el desarrollo de las ciencias de la complejidad, de esa manera es como él logra ubicarse, o más bien, ubicar su debate, no solo en la universalidad de los DDHH, sino más bien en aspectos fundamentales como la construcción de estos desde la cultura.

Así, también, se puede concluir que es necesario el acercamiento a estudios e investigaciones inter y transdisciplinares que permitan ver fenómenos y problemas desde puntos de vista no-clásicos. El descubrimiento del estudio de las posibilidades -de lo posible, de la vida- permite el abandono de los pensamientos binarios (o 1 o 0, o blanco o negro), y esto, en últimas, posibilita descubrir la importancia de aspectos micro y macro que no han sido explorados.

Bibliografía

Maldonado, C. E. (2010). Hacia una fundamentación filosófica de los derechos humanos. 3. Bogotá: Universidad del Rosario.
Maldonado, C. E., & Gómez, N. A. (enero de 2011). Una investigación sobre qué son, su desarrollo y sus posibilidades. El mundo de las ciencias de la complejidad, 1. Bogotá, Colombia: Editorial Universidad del Rosario.
Prigogine, I. (1980). From being to becoming. Time and Complexity in th Physical Sciences. San Francisco: W. H. Freeman & Co.
Santos, B. d. (2009). Hacia una concepción intercultural de los derechos humanos. En Sociología jurídica crítica: para un nuevo sentido común del derecho (Ilustrada ed., págs. 509-541). Trotta.
Sawyer, R. K. (Julio de 2002). Durkheim’s Dilemma: Toward a Sociology of Emergence. 20:2, 227-247. Washington DC, Estado Unidos: American Sociological Association.
Silva, R. D. (2014). Los teoremas de incompletud de Gödel, teoría de conjuntos y el programade de David Hilbert. 34(1), 19-40. Episteme NS.

 


[1] Pues bien, de ellas se han basado la mayoría de ciencias hasta el momento para el estudio de sus objetos.

[2] Distribuciones normales, ley de los grandes números, campana de Gauss, campana de Bell, descripciones estadísticas, descripciones matriciales, vectores, estándares, etc…