Los avatares del poema: una charla con los ganadores del concurso nacional de poesía Pablo Neruda
Andrés Felipe Escovar
Andrés Felipe Escovar
El primer concurso nacional de poesía Pablo Neruda, organizado por la Fundación Neruda y la universidad del Rosario, tuvo como ganadores a Germán Alejandro López y Sebastián Moreno Santacruz.
El primero de ellos obtuvo su galardón en la modalidad abierta a toda persona colombiana menor de treinta años mientras que el segundo fue distinguido en el certamen destinado a la comunidad rosarista (estudiantes, egresados y trabajadores).
Ambos ganadores viajaron a Chile, en donde se reunieron con jóvenes poetas de diferentes países de nuestro continente. A su regreso, conversamos sobre lo que vivieron en el país austral y todo el trayecto que implicó la llegada de sus poemas al concurso que este año tendrá su segunda edición. Entre el entusiasmo de la charla, ambientada por esa suspensión de las circunstancias que circula en diciembre, decidimos que la mejor manera para registrar lo que ocurrió era desarrollar un cuestionario que ellos contestaran por escrito. Este es el resultado:
Sebastián Moreno Santacruz
1. ¿Por qué aplicó a concurso de la Fundación Pablo Neruda?
Mi participación en el concurso fue algo peculiar. Yo me enteré de ello por las redes de la universidad, y me pareció muy interesante que algo así sucediera en el Rosario, puesto que yo recordaba que en la época en la que fui estudiante, nunca existió allí un certamen oficial de poesía. Como tenía varios poemas escritos para un poemario en el cual trabajaba, pensé que podría usar algunos para concursar. Le mostré la selección de los poemas que hice a una prima, Ana María,también estudiante de la universidad, y le pedí su opinión. A ella le pareció muy interesante la posibilidad de que los enviara. Sin embargo, la noche anterior a la fecha límite de entrega de los poemas, decidí que no participaría. Pensé y le escribí a Ana que si aquello que escribo merece un lugar cualquiera para ser leído, que si a las pocas personas que lo han hecho les gusta lo que entrego o no, y si quien recibe es capaz de compartir el devenir de mis palabras, no cambia el hecho de que lo que escribo sea nada. He escrito durante algunos años, y esos textos son una forma de comunicación muy cercana e íntima con algunas personas excepcionales en mi vida, en todo caso, la escritura es una la única forma que tengo para asir el mundo. Por ello decidí no enviar los poemas al concurso. Pese a ello, mi prima, quien ya tenía una copia de la selección de los poemas, completó el formulario, entregó esos versos y los demás documentos requeridos, con la ayuda y complicidad de mi mamá. A las pocas semanas ella me confesó lo que había hecho, y no pudimos más sino reírnos. No tenía problema con eso. Pasó el tiempo y olvidé por completo el asunto. De hecho, yo no me enteré cuando los jurados se comunicaron con los ganadores. Yo ni siquiera estaba en el país, de modo que no pude contestar las llamadas. Hubo algo así como una especie de ultimátum para que yo respondiera. Finalmente, y de nuevo gracias a mi prima, pude establecer un contacto con los responsables del concurso y aceptar el premio. En verdad, ese singular y feliz resultado fue gracias a Ana María, quien confió en que mis poemas merecían participar en un concurso, y más que eso, ella terminó por ayudar a escapar a mi escritura del hermetismo de mis propias manos.
2. ¿Por qué la poesía?
Esta pregunta es difícil. Yo no sé bien cómo responderla. Quizás, pienso, la pregunta es equivalente a preguntarse ¿por qué vivir?
Para mí escribir poesía, o simplemente escribir, no ha estado nunca marcado, ese acto de (re)hacer la palabra, con ningún tipo de técnica, de meta, de objetivo. Escribo porque no puedo evitarlo, porque me es imposible escapar a la caída de las palabras que se van acumulando en mi cabeza, en mis manos. Supongo que escribir es para mí algo primordial, tiene más que ver con el orden de lo primitivo, aunque no por ello, el resultado no deja de ser en muchas ocasiones algo absurdo, incluso innecesario, casi siempre innecesario. Me hacen falta palabras para responder a un por qué. Lo inefable de lo poético, algo que quizá vaya más allá del poema mismo, es un misterio para mí. No sé si el poeta es una suerte de medio, un conducto del acto poético, o si tan solo es un simple hacedor de su propio lenguaje. ¿Quién acaso podría responder «por qué la poesía»? Y sin embargo, la poesía es, muy probablemente, la única gran verdad que el ser humano haya podido y podrá cargar consigo, como forma y origen de todo lo bello, pero también del horror de estar vivo. Quizá la poesía sea para algunos, tan solo una forma, a veces la única forma, de perseverar en esta vida.
3. ¿Cuáles autores lo han influenciado?
Quisiera empezar admitiendo que no he leído tanto como he querido. Eso implica para mí, que por medio de las lecturas que he hecho, soy capaz de ser de alguna mínima forma consiente, que de mí escapa mucho de lo que los seres humanos han hecho en esta tierra. Eso también me marca.
Pero para responder concretamente a la pregunta, podría mencionar algunos nombres que me han tocado. Entre ellos están Andrea Cote Botero, Homero Aridjis, Antonio Machado y Miguel Hernández -ambos desde la voz de Serrat, y también el propio Serrat-, Pessoa, especialmente con «Tabaquería», que es uno de los poemas más hermosos que he leído. La poesía de Raúl Gómez Jattin no deja de ser una fuente maravillosa de lectura. También lo son José Revueltas, Ángel Crespo, Borges, Baudelaire, Isidore Ducasse. Pero quienes más han influenciado mi forma de leer y escribir, en una u otra manera, han sido Rafael Chaparro Madiedo y Manuel Zapata Olivella.
Ahora bien, últimamente he descubierto para mí, es decir, no como quien descubre algo completamente nuevo, que la poesía puede surgir de cualquier lugar, en cualquier momento. Allí donde hay espacio para una conversación con un amigo o con un desconocido, el ver una foto, fijar(se) en un detalle misterioso y atrayente, quizás en el rostro o el cuerpo de alguien.También aquello que es susceptible de ser escrito, puede aparecer con tal violencia, que es imposible pasar de alto eso que lo interpela a uno: no hay lugar para sentirse ajeno a ese golpe.
Un sueño o su pesadilla, un recuerdo, el olor de una fruta, el miedo o el dolor… no lo sé. A veces tan solo eso basta para sentarse y escribir.
4. Proyecto de publicación
Hace poco terminé el poemario del cual seleccioné los poemas con los que participé en el concurso. Espero recibir los comentarios de algunos lectores, y dejar que sus ojos me permitan ver los poemas de mejor manera. Quizás así, me aventure este año a publicarlos. Es algo que no he hecho antes, a excepción de dos poemas en un fanzine hace un par de años. Podría decir en todo caso, que titulé al libro Qualia.
5. Experiencia en Chile
Bastó una semana en Santiago de Chile para que se alzara en mí la felicidad salvaje de estar, de ser y habitar mi propio cuerpo doblegado por el silencio, el solipsismo y la soledad. Siento cómo dentro de mí algo se abre camino hasta la médula, deshaciendo y desgastando todos los miedos. Más allá del Taller Latinoamericano de Poesía Fundación Pablo Neruda 2018, del experimento que siempre implicará reunir jóvenes poetas de distintos países de Latinoamérica durante una semana -dejando atrás el premio y su privilegio- la verdadera satisfacción es estar contra para la disfunción de un espíritu entregado ciegamente a la escritura. Existe una fuerza innombrable que quiere hacerse palabra, y en mi caso, esa fuerza nunca ha logrado que el poema sea la poesía… ¿pero cómo abrazar entonces esa energía, tomarla con la mano, con la boca, con todo el cuerpo y estamparla en una hoja, en un computador, en una pared, en los cuerpos?
Si el propósito principal de la Fundación era motivar e incentivar las nuevas voces poéticas de la región, algo se desbordó en el proceso. «haz contactos» «crea puentes» fueron las premisas para los representantes de Colombia, en ese primer Concurso Nacional. Me fue imposible gerenciar los sentimientos y los esquemas planteados. No pude cumplir ni una sola de esas tareas; regresé no solo repleto de libros, sino principalmente de amigos, de consejos, con las mejillas heridas por la risa, con los brazos lacerados por perros callejeros; volví embriagado de memoria, con todas las horas de sueño rotas y entregadas a la explosión de la vida y del encuentro.
Santiago me permitió experimentar mucho más que creación, música y poesía. Gracias a eso, quisiera finalizar manifestando el rechazo a los prejuicios homofóbicos, a la xenofobia, al asesinato de estudiantes, de sindicalistas, de líderes sociales en todo el continente. A los viejos-actuales gobiernos de derecha y sus políticas neoliberales, a quienes auscultan los miedos y pretenden la segregación de los pueblos, han de saber: encontrarán la resistencia en las calles, y la poesía de la resistencia estará en la plaza, en el motín, en la performance, en y desde el feminismo, desde los colectivos, al interior de los colegios y las universidades, en las fachadas y ventanas de las casas, adentro y afuera de las habitaciones donde la escritura lucha por ser palabra demoledora con su ruido de trueno, con su furia silenciosa.
Germán Alejandro López
1) ¿Por qué aplicó al concurso de la Fundación Neruda?
Desde la perspectiva personal, fue un golpe de suerte encontrar la convocatoria, porque apareció en un momento de mi vida, en el cual tenía muchas dudas sobre si debería seguir escribiendo poesía o no y, en general, sobre cuál debería ser el rumbo de mi vida. Entonces, el Concurso se convirtió en una apuesta, en un all-in, con el cual enderezar el paso y volver a concentrarme en mí y en la escritura.
Ahora, desde una perspectiva más artística, Pablo Neruda es una lectura obligada para los latinoamericanos y una de las figuras más importantes de las letras mundiales. Entonces, un Concurso convocado bajo el égida de semejante personaje, no hace menos que atraer la atención y es casi que un "llamado a las letras" que no se puede desoír.
2) ¿Por qué la poesía?
La verdad no sé muy bien. Mis papás son ingenieros de sistemas, entonces, durante mi infancia me parecía más cercano el lenguaje de programación que el poético. Luego en mi Colegio, en el Liceo Navarra, fue que comencé a tener contacto con la literatura sobre todo la grecorromana y la española. Aunque me llamaba mucho la atención y me convertí en un lector ávido durante ese tiempo, nunca tuve algún interés especial en escribir.
No fue sino hasta que comencé la universidad, que empecé a sentir la necesidad de expresarme creativamente y ahí comencé a explorar con distintas disciplinas. Intenté escribir prosa, teatro y poesía, comencé a tocar guitarra y cantar, incluso me dio por dibujar y pintar. Sin embargo, ninguna se me dio especialmente bien. Pero la poesía, me cautivo, porque me pareció muy espontánea y personal. Entonces, terminé concentrándome exclusivamente en esta por ser la más cercana a las necesidades de mi propia personalidad.
3) ¿Qué autores lo han influido?
Para mí la influencia definitiva para escribir poesía fue un compatriota de Neruda, Vicente Huidobro. Leí Altazor en mi último año de colegio y fue un choque absolutamente disruptivo para mi yo adolescente, porque no se parecía nada a la tradición literaria española que había aprendido hasta ese momento. Huidobro me hizo dar cuenta que las palabras y el lenguaje son un juego, y que con ellas se puede hacer cualquier cosa, que son la arcilla con la cual se construyen todos los mundos posibles. Entonces, me declaro fan absoluto de su obra, tralalílalilalá.
4) Proyecto de publicación
El viaje en Chile fue increíblemente motivador, pues fue una oportunidad única para ver un montón de gente creativa entregada a la poesía. No había visto eso antes con tanta claridad, pero la experiencia me hizo darme cuenta que aún tiene sentido pensar y escribir poesía en pleno siglo XXI. Entonces, estoy trabajando en un poemario sobre Bogotá y uno sobre las historias de Colombia hasta 1948.
5) Experiencia en Chile
Simplemente, fantástica. No solamente fue el recibimiento increíble de los representantes de la Fundación Pablo Neruda, los otros invitados internacionales y los poetas de los talleres de Santiago, Valparaíso e Isla Negra, sino también ver a tantos reunidos bajo el techo -real y simbólico- de Neruda y su poesía.
El ver que la literatura y, especialmente, la poesía latinoamericana, se mantiene en sus dos piernas a pesar de tantos golpes sufridos en el siglo pasado, no hizo menos que llenarme de esperanza sobre nuestra región y nuestra gente. Tener la oportunidad de compartir con poetas de tantos países distintos y con voces tan distintas, me hizo dar cuenta que la poesía está viva y que florece en todas formas y colores, en las cordilleras y en los océanos de esta tierra americana, tan sufrida pero tan fértil. Entonces, volví de Chile, con libros e ideas nuevas para construir país y región. Como decía César Vallejo, "hay, hermanos, muchísimo que hacer".