Con este escueto título, el estudiante Joel Carrillo publicó un ensayo en la Revista del Rosario (n.228 sept. 1928), escrito de actualidad siempre que inicia un semestre académico en las universidades. El autor recomienda “antes consultar bien sus capacidades”, para evitar la frustración del abandono de una carrera o de perder tiempo “trasegando de facultad en facultad”. Advierte asimismo de quienes se gradúan, aunque lo logren sin vocación. Una afirmación es llamativa, por cuanto representa una costumbre que Carrillo da por pasada, “la época en la cual la elección profesional era facultativa del padre”, y que justamente llama “atentado de lesa personalidad”. Allí se plantean puntos interesantes sobre el significado social de la educación, entre otras cuestiones.
 

El Rosario, antes de las reformas arquitectónicas de 1953.

Ahora bien, el artículo es interesante por la radiografía intelectual de los autores que se citaban hace un siglo: Ribot, López de Mesa, Balmes, Nagy, Víctor Mercante, Claparède, Rodó, Clemente Estable y Gabriel Toro Villa.

El autor.

Por datos de archivo sabemos que quien entonces firmaba “alumno convictor” se recibió de doctor en Jurisprudencia, en 1935, y que era natural de Somondoco (Boyacá). Un dato intrigante: que fue expulsado por resolución de 5 de julio de 1930...

Intriga que se deshace al consultar el artículo José Abelardo Díaz Jaramillo (2017). Allí figura Joel Carrillo entre los trece alumnos que fueron expulsados por la Consiliatura, en uno de los episodios de la ajetreada elección de monseñor Castro Silva para la rectoría del Rosario. Este artículo complementa lo que habíamos investigado en el blog del Archivo Histórico.

Con estos datos, les compartimos el artículo de la Revista:

Díaz, J. (2017). “La huelga del Colegio del Rosario y la Reforma Universitaria en Colombia (1930)”. En Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. 22 (2). pp. 193-215.