El toreo incruento (III): Historia antropológica y propuesta para la nueva fiesta bioética
Ricardo Andrés Roa-Castellanos
Ricardo Andrés Roa-Castellanos
En una escena icónica para la justicia, el Rey Salomón ante dos supuestas partes que reclamaban la defensa y pertenencia de una criatura, alegando un “afecto” desinteresado y la “protección” hacia esta, estuvieron disputándose de forma vehemente su custodia, hasta haber convertido el pleito en materia pública.
Tras oír los alegatos de las partes, el Rey zanja la discusión con sagaz sabiduría, proponiendo cortarle en dos mitades, y dando a cada cual, una parte del infante.
Ambos bandos mostraban argumentos que hacían parecer que cualquiera podía ser la madre del crio. Puesta la situación en el escenario de la prueba máxima (vida o muerte), por uno de los gobernantes más sabios que ha tenido la historia, la falsa parte interesada acepta la solución -lo cual implicaría la muerte del ser en disputa-.
En cambio, quien si le amaba de corazón, transigió en virtud de su amor por el viviente:
Para el verdadero amor, era preferible negarse la plena tutela de la criatura, toda vez que viviese y su supervivencia quedase garantizada, en contraste al horror de sacrificar definitivamente tal vida. Salomón detectó así quien era la madre auténtica, poseedora del afecto genuino, y quien era la impostora, que aunque con gran emotivismo histriónico, en realidad, prefería la eliminación de la vida del ser en cuestión a su supervivencia, desde que “ganase” la disputa a nivel público.
Con pasmosa semejanza hemos visto la pugna entre anti-taurinos y taurófilos. Quienes dicen “proteger a los animales” no tienen reparo alguno en que sus acciones desembocquen en la desaparición de este ganado. Los taurinos –hay que reconocerles- han estado abiertos al dialogo aunque reticentes al cambio.
En el último escrito de esta serie a favor de la salida no dilemática de un difícil problema ético, y aquí denominada “Toreo Incruento”, el autor como verdadero amante de estos animales, obligado por la deontología de su profesión, expone el complemento histórico y la propuesta en sí sobre la evolución que ha de tener la fiesta para la supervivencia de las razas de ganado bravo en unión a la necesidad antropológica de estas tradiciones, eliminando a través de esta propuesta el trato cruel y también la abolición de las razas de ganado bravo. Lo anterior a fin de mantener los ciclos productivos y la estabilidad de los agroecosistemas incriminados, e incluso mecanismos hidrológicos y anti-erosivos que cumplen estos animales para sus medios. Con detalle se explicó este punto en nuestro manuscrito precedente: (https://www.urosario.edu.co/Revista-Nova-Et-Vetera/Columnistas/El-toreo-incruento-II-Un-caso-de-bioetica-y-bioju/ ).
La relación histórico antropológica entre humanos-bovinos
En el S. VI, el autor hispánico de Las Etimologías, San Isidoro de Sevilla escribe refiriéndose al uro : "uri agrestes bovis sunt in Germania, habentes cornua in tantum protensa ut regiis mensis insigni capacitati ex ei gerulae fiant (dicti uri a p o t v n o r e w n id est a montibus). Es decir: los uros son bueyes salvajes propios de Germania (Alemania); están provistos de cuernos tan grandes, que con ellos se fabrican para las mesas de los reyes recipientes muy capaces (se les llamaba uros por derivar de los óros, o montañas).", la lectura del texto induce a pensar que no conocía personalmente al animal, pero corrobora que disponía de noticias obtenidas, bien en la Septimania, bien de las fuentes clásicas, acerca del uso ritual dado a los cuernos de uro: recipientes para beber en el banquete, noticia que corroborará Eichwald doce siglos después: "....he visto en Christiania recipientes (bocaux) hechos con cuerno de tour, igual que los de zoubr, según la antigua costumbre germana para (utilizar) en los banquetes y como todavía hoy usan los Abkhases y los Tscherkesses del Cáucaso ...", precisando que en la corte de Vladimir I de Kiev (958-1015 dC) quien inició la cristianización rusa, se utilizaban sus cuernos adornados de oro para beber hidromiel[1].
Importante es notar que los bóvidos, comportamentalmente, al afilar sus cuernos con la tierra y demostrar territorialidad ante “advenedizos”, aran el manto fértil de la tierra favoreciendo la oxigenación y recambio de elementos en el suelo.
El “Uro” puro se extingue en el siglo XVII en unos reductos boscosos de Polonia. Las zonas semi-boscosas tendían a ser su hábitat natural. Por su enorme tamaño el uro era cazado desde que hacía parte de la llamada Megafauna del Pleistoceno pero sobrevivió a la inclemente última glaciación. De su domesticación se derivan las actuales razas vacunas según estudios filogenéticos que han rastreado su origen a partir de un grupo primordial de alrededor de 80 animales hembras en el cercano oriente (Medialuna Creciente, entre el rio Tigris y Éufrates así como en el norte del Cáucaso). Ello de acuerdo con estudios de secuenciación de ADN mitocondrial (Bollogino et al., 2012) siendo componente de la fauna natural de Europa por miles de años, donde el uro llegó a existir co-regulándose poblacionalmente con lobos, leones, osos, rinocerontes y bisontes europeos[2].
El mismo error humano de abolir los uros por no medirse racionalmente, está en ciernes sobre el toro de lidia, ahora por causas culturales y anti-éticas, que engañosamente parecen protegerlo, o proteger la naturaleza, pero que en realidad dictaminarían su acabose.
Ese error sobre el primer bovino, ahora extinto, es el que la ciencia hoy en día busca enmendar y revertir por medio de muy complicados y costosos medios genéticos de tecnología bio-reproductiva. La denominada “Des-extinción genética” de estos fieros rumiantes también es un acto de intenciones loables (Sinding & Gilbert, 2016), pero que además de ser muy difícil no deja de ser imputable como absurdo para una humanidad que mejor se hubiese comportado valorando y racionalizando a esa especie con la que co-existió por miles de años, como ha sido capaz de hacer con otras. Como civilización post-moderna es evidente que conductualmente nos estamos caracterizando por no cuidar lo que tenemos en el presente y en cambio nos dejamos seducir por discursos o tecnologías irreales. Se puede recapacitar y cuidar lo presente en vez de echar a perder tan milenaria relación co-evolutiva.
Así, también, vamos hallando el valor transdisciplinar de la Tauromaquia, inicialmente incruenta, que sublimó lo imposible, garantizando un espacio reproductivo y de co-evolución siendo practicada inicialmente a caballo, en su etapa moderna/renacentista. Es decir, cuando las simientes de la ganadería ibérica recuperaron la naturaleza del Uro, excepto por el tamaño.
Puede uno elucubrar que en tierra española la endémica disminución del tamaño en varias de sus formas vivas hace unos siglos, fue producto de una adaptación a un medio y estructura edáfica que nutricionalmente, incluso hasta época de Cervantes, evidencia para algunas zonas cierto grado de hipocalcemia hasta en los huesos de sus gentes[1] que fue corregido nutricionalmente con el tiempo.
Pero de regreso a los bóvidos, los animales encastados se sabe que se caracterizan por su temperamento, y los Uros por doquiera que han sido descritos, desde las mismas pinturas rupestres, invocan la bravura vista la Raza de Lidia.
Enfrentarse al fiero toro cretense y domarlo con sus manos desnudas, recuérdese, fue el séptimo trabajo de Hércules, quien lo entrega a Hera habiendo pasado el Mar Egeo. Ella lo libera y su furia causa notables destrozos hasta que Teseo, el mismo que recién ha aniquilado al sádico igualador Procusto, lo enfrenta como el conocido Toro de Maratón, cerca de Atenas y le derrota. Teseo también vencería después al homicida Minotauro (mitad toro, mitad humano), hijo del anterior, al cual derrota “a puño limpio”. El significado semiótico-antropológico del Uro es profundísimo en diferentes culturas y desde la antigüedad. Julio César, en Comentarios sobre las Guerras Galas, los describe como criaturas extremadamente agresivas, un poco menores en tamaño a los elefantes (Capítulo 6:28).
Así igual figuran en la heráldica antigua de Moldavia o en el germánico Cantar de Los Nibelungos (el héroe Sigfrido, caza uno), estos iconos representan unos fieros adversarios taurinos con carácter homicida ante el cual el ser humano heroico -de aplicar una visión arquetípica- o: 1) es víctima, o 2) quiere exterminarle, o 3) le sublima, doméstica, le reproduce y se nutre de este fiero animal como especie, haciendo cúmulo de fortaleza, templanza, justicia y prudencia (las mismas 4 virtudes cardinales de la ética clásica) dominando el arte de la supervivencia. Lo anterior, afrontando sus miedos y sublimándolos en un ritual artístico de enfrentamiento tanatológico (estar frente a frente) ante la fuente de una potencial muerte muy violenta.
Ha de reiterarse que el toro de lidia al igual que el ser humano comparten la característica de poder matar, congéneres o miembros de otras especies, sin que esta acción este mediada por un interés de alimentación.
Las banalizaciones actuales a nivel popular de la fiesta, en cambio, que emotivamente muestran por internet –engañando- al mostrar toros oscuros cruzados, de raza dócil, igualándoles a ganado bravo, hasta en escenas con niños (https://www.youtube.com/watch?v=YTTv3ZO8_9A). La distorsión engaña al público con reses que no portan la genética brava.
La toma de la alternativa:
La taurocatapsia y el todos ganan de la teoría de juegos
Fruto de esta realidad natural y evolutiva descrita, surgen: la Ganadería, la Tauromaquia (etimológicamente significando pelea con el toro) y también la muy poco citada TAUROCATAPSIA (Gr. ταυροκαθάψια).
Implicaba dicha última actividad el magnífico arte estético de desplegar una gran variedad de ejercicios gimnásticos en el enfrentamiento del toro bravo. Esta última es la que es aquí propuesta, por ahora, como primera posibilidad que sirva de modelo nuevo para construir el nuevo Toreo Incruento o sin crueldad.
El toreo incruento permitiría mantener en generación productiva las necesarias estructuras económicas, poblacionales y reproductivas. La ventaja intrínseca del manejo de esta actividad sobre los ecosistemas se mantendría, mejorando sistemas sostenibles de Silvopastoreo, Ecoreplicación, Protección de Cuencas y Enriquecimiento ambiental de las Dehesas y potreros para la captura de carbono y agua en la lucha contra el Cambio Climático, por medio de la garantía que este ejercicio implica para la Biodiversidad.
Bajo una estructura de “Todos ganan”, el maltrato, es decir, ya no herir físicamente al animal desaparecería y ya no habría crueldad, que es la preocupación y empatía sobre quienes se preocupan por el buen trato a los animales.
El tratado Cossio (1981), compendio vertebral de varios volúmenes en el estudio histórico de la fiesta brava, se exalta con el cambio propuesto, por cuanto en él se describe la evolución de la fiesta. El toreo pasó a ser faena pero puede ser de nuevo fiesta. Cossio describe cómo ha cambiado el rito al ser voluble en sus características a través del tiempo: ha pasado por ser en esencia una alegría incruenta, en sus inicios populares, al retornar a los animales a sus pasturas y se les permitía la vida en el pasado de la fiesta al no herir a estos seres sin necesidad.
Las corridas de nuevo, pueden cambiar con los progresos que ha tenido la academia, la ciencia, la técnica, el conocimiento y la cultura en los tiempos recientes.
Los nuevos tercios de la nueva fiesta
¿Cuál es sería una primera aproximación práctica? Evolucionar cada una de las estructuras de los tercios. Estamos por concluir este primer escrito pero una vez explicada la necesidad de la actividad propongo las siguientes estructuras básicas como guía:
Los tercios se conservan de la siguiente manera:
Como antecedente taurino similar, el desarrollo ibérico de los Recortadores y Forcados -hombres que contienen al toro con indumentaria, habilidad y técnica apropiada- quiso compensar, por ejemplo, la ausencia de la muerte taurina en el ruedo, decretada desde 1836 por María II de Portugal. La formulación de este nuevo tercio de recortes que aquí se propone, requiere un cambio con mayor elegancia en el atuendo de los nuevos mozos de estilo y también mayor profesionalización de sus oficios y técnicas, lo cual genera y mantiene la demanda de empleos, que por el contrario pueden aumentar en su necesidad y complejizarse en su arte.
También, en cuanto al desempeño del tercio, la entrada práctica de los subalternos ante el toro, asistiendo con capote para el mantenimiento de la disposición del animal, debe garantizarse para dar mayor belleza al ruedo, tal y como se hace en apoyo y guía hacia los banderilleros ante peligrosas contingencias.
Para tener una mínima noción de cuanto puede ser este espectáculo visualmente, es invitado el lector a observar el siguiente par de videos de una impresionante belleza estética y técnica:
1)https://www.youtube.com/watch?v=yWwJJ1NraEg,
2) https://www.youtube.com/watch?v=UTWET9GefYQ.
Como se nota, no hay violencia, ni tortura, más si un arte pleno y estéticamente llamativo, configurando, plena, la atracción contemplativa junto con el valor exhibido en lo que es una fiesta fácilmente celebrada y apetecida por los espectadores, que así puede incrementar el contingente del público espectador a partir de los amantes de los animales que no verán maltratado al animal.
3. El Tercio de Muleta: Preliminarmente aquí háyanse dos opciones. Que se hagan los toreos, pases, lances y figuras de muleta con ánimo de puntuación estético-deportiva para establecer el posible indulto, real o simbólico, y las demás posibles gradualidades calificadoras de la faena -con parámetros más objetivos según número y calidad de las figuras-; o que se haga el toreo de muleta en su modalidad convencional, sin mayor reparo adicional en la actual modalidad subjetiva que es calificada a criterio más del palco. En todo caso, la faena discurrirá sin herir al toro, tras este nuevo tipo de corrida integral, donde, como es evidente convergen las distintas formas del toreo garantizando un espacio en el desarrollo de la faena. El festejo de cada toro puede terminar con una calificación numérica de la corrida, para toro y torero, con sus respectivas premiaciones o valoraciones según el desempeño, calificaciones de palco y público que también puede originarse dentro de una estructura de ranking competitivo por temporada; habiendo -o no- ovaciones u otros reconocimientos adicionales. De acuerdo con discusiones técnicas que habría que surtir entre conocedores, puede llegar a permitirse, dado el caso, que haya la muerte con estoque como único acto lesivo. Se hace la aclaración técnica que un “matador”, es decir, un torero profesional y por ende acertado, puede producir la muerte casi instantánea del animal con la espada en comparación con la muerte por degollamiento en matadero, desde que se apuntilla. En caso contrario, una mesa de trabajo, que trabajará los lineamientos de la nueva fiesta taurina, puede conceptuar como parte de un nuevo reglamento, que los animales salgan vivos y sin herida de la plaza para nuevos aprovechamientos de disfrute estético, engorde o beneficio cárnico.
Evolución de la fiesta: Sacromonte, sol y luna
Con la totalidad de las descripciones y análisis anteriores, se demuestra cómo la realidad natural e histórica no es estática, ni tiene porque ser dicotómica. Una sublimación previa a nivel antropológico fue el fútbol, donde hombres jóvenes que nutrían los sangrientos conflictos bélicos, se enfrentaban ahora de manera deportiva permitiendo las catarsis públicas de victorias y derrotas entre pueblos de manera no-lesiva.
El toreo después de mucho tiempo de practicarse a caballo desde el Renacimiento, empezó luego a realizarse como “toreo a pie”, como es explicado en detalle en la obra de Cossio (1981). El majestuoso rito, con esto también se prueba, que ha cambiado, se ha adaptado y ha evolucionado.
En oposición al dogmatismo de ambos bandos actuales, la realidad histórica de la fiesta brava la demuestra interactuante con sus tiempos, dinámica, compleja hasta lo inimaginable e interdependiente con los pareceres del público. No hay dogma en la historia del toreo, hay evolución escrita con arte romancero y fragancias de las épicas mediterráneas.
Ahora bien, dentro de los desarrollos técnicos agropecuarios de las razas bovinas, el llamado ganado bravo es un patrimonio genético de la Biodiversidad mundial que todos, por ser humanos, fruto de esta simbiosis histórica, debemos defender. Gracias a la co-evolución de nuestras especies (la humana y la bovina) hemos logrado llegar a este punto decisivo que puede sumirnos con esta relación simbólica en la perdición biológica o por el contrario, rescatarnos al borde de un precipicio que no vimos venir. Los imaginarios unen, como une la reconciliación.
Adicionalmente, la realidad natural funciona gracias a la biodiversidad y la necesidad mutua y paradójica. En consecuencia, es urgente garantizarla con miradas transdisciplinarias, si se tienen en cuenta pirámides no sólo de la ciencia experimental (alimenticias), sino de las ciencias sociales como son las pirámides de las necesidades como la gráfica de Abraham Maslow (Ver Diagrama Único).
Diagrama Único. Pirámide de Necesidades de Maslow y Triada de Biojusticia para la evolución de la fiesta basada en la Teoría de Juegos de Nash para resolución con estrategias mixtas.
Conclusiones
Fanatismos, extremismos o fundamentalismos no dejan nada bueno en términos éticos al implicar vicios. La virtud, por el contrario, está en el justo medio aristotélico. La justicia y así la Biojusticia se hallan en el equilibrio. La mesura y las soluciones justas así brillan por su ausencia en la actual vida social y conflicto político en torno a este problema; los bandos culturalmente enfrentados irracionalmente han optado por la aniquilación del sistema opositor, lo que perpetúa los conflictos y ha llegado a las agresiones físicas de manera cada vez más frecuente.
Llegar a esos inconvenientes extremos ideológicos que han alcanzado la violencia, muestra un nocivo “lavado cerebral” ante el cual la sociedad y la naturaleza deben protegerse para superarlos.
Sociológicamente, corrientes prohibicionistas de “antis-” (lo que sea), pululan hoy en día en una sociedad cada vez más conflictiva, polarizada y que termina atentando contra los intereses de todos. La cultura “anti” es la cultura del irrespeto. Un ejemplo perfecto de este sinsentido es el toreo. La tauromaquia ha sido una actividad que ha sido tan estigmatizada como criminalizada por vanagloriados defensores de animales. ¿Pero quiénes son los grandes perdedores ante la intransigencia? Se ha probado: Los animales, los ecosistemas, la naturaleza, la seguridad alimentaria, la salud, las economías nacionales y la supervivencia.
Un nuevo festejo taurino, incruento, evolucionado, sin dogmatismos o intransigencias que llamaría a nuevos públicos para bien económico, e incluso natural, puede darse fácilmente. Esa realidad mejor es factible y sí que puede llegar a ser construida con la participación de todos.
Descargo de Responsabilidad (Disclaimer): Aclaro que escribo este artículo desde nuestro deber profesional (deontológico) como Médicos Veterinarios en el afán de cuidar de las especies animales. Expresamos que no soy aficionado a la fiesta brava, tampoco anti-taurinos -teniendo si, grandes amigos en ambos bandos de esta situación ética- y confirmo que no devengo dinero de ninguno de estos “grupos de interés”, por lo cual una meridiana objetividad, sin conflicto de interés, acompaña al ofrecer la propuesta anterior que gravita tanto en la supervivencia de la raza de lidia tanto como en la Salud Ambiental y Ecosistémica.
Referencias
[1] Recuperado de URL: http://www.patronatodeltorodelavega.com/LANCEROS/HISTORIA/el-uro.htm
[2] Recuperado de URL: http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1600-0587.2011.07146.x/full
[3] Recuperado de URL: http://www.elespanol.com/cultura/libros/20160514/124737562_0.html