Hena Rodríguez: apuntes de una artista americanista y antiacadémica
[…] no podía dejar de mirar a esa mujer flaquita y bajita, de pelo corto y pantalón, y sin adorno alguno. En Ambalema jamás había visto a una machorra, y si así hubiera sido, de nada me habría servido porque lo que tenía ante mis ojos era algo muy distinto: una niña que se metió al closet de papá, para segundos después salir dizque disfrazada de hombre. […] (Arias, 2013, pág. 108)
Hena Rodríguez hace parte de una generación de artistas que rompió con las temáticas y los esquemas heredados por la academia y el neoclasicismo del siglo XIX. Por medio de la visibilización de actividades campesinas y reivindicación de la tradición indígena, el arte colombiano en los años treinta del siglo XX expone nuevos elementos artísticos que difieren de la tradición artística colombiana. En 1915 nace en Bogotá la escultora y pintora, quien decide desde muy joven ser discípula de Ramón Barba a la edad de catorce años (Hena Rodríguez en Programa radial Cosas de Mujeres, 1954).
Empezó sus estudios en 1930 en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, donde recibió clases de Roberto Pizano y Francisco A. Cano (Ríos Mesa, 2007, pág. 293). Para finales de la década de los años veinte y principios de los años treinta, Hena Rodríguez se destacaba en la práctica de la talla de madera y de mármol, como se puede ver en Cabeza de estudio (1929) y Cabeza de india (1930).
En 1930 se empieza a consolidar el movimiento Bachué, el cual tuvo incidencias en el campo artístico colombiano al abordar temas americanistas y populares. Hena Rodríguez participó en la fundación y divulgación del movimiento, siendo la única artista en firmar la monografía del Bachué (Badawi, 2014). Las esculturas que realizaba Hena para estos años, como lo menciona Álvaro Medina, tuvieron un “lenguaje absolutamente antiacademicista, pasión por los personajes populares y preferencia por la talla directa” (Medina, 1995, pág. 58). En 1935, Hena viaja a España para estudiar en la escuela de San Fernando de Madrid escultura, dibujo y pintura y al siguiente año, viaja a París becada por el gobierno nacional (Ríos Mesa, pág. 293).
En una entrevista, la artista menciona haber sido, junto con la cantante Ana Chaparro, las primeras mujeres que obtuvieron en Colombia una beca para estudiar artes en el exterior (Hena Rodríguez en Programa radial Cosas de Mujeres, 1954). En 1937 participó en la Exposición Internacional de París, donde ganó una medalla de oro en el pabellón de Uruguay, ante la falta de un pabellón colombiano. Después, en el mismo año, exhibió en Salón de Otoño donde obtuvo una mención de honor. A su regreso a Colombia en 1938, la escultora elaboró el busto del poeta Julio Flórez. Luego participó en 1940 en el I Salón de Artistas Colombianos con Campesino segoviano (1940) que recibió medalla de bronce y Copla Popular que luego obtuvo medalla de honor en la exposición Macys Latin American Fair de New York en 1942 (Ríos Mesa, pág. 293).
Hena Rodríguez, a lo largo de su carrera como artista, participó en diferentes exposiciones, entre ellas la exposición de alumnos de la Escuela de Bellas Artes (1931); una exposición individual en la Galería Billiet de París (1937); el VI Salón de Artistas Colombianos (1945) con Cabeza de Negra que obtuvo medalla de bronce; y la Exposición Colectiva de pintura tradicional (1946) en Bogotá con el dibujo Aguadora en Reposo.
Aparte de sus actividades artísticas, Hena en 1945 fundó el museo de impresiones y reproducciones de grandes artistas, en el teatro de Colón de Bogotá (ColArte, s.f.).
Además, fue profesora de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad de los Andes. En el año de 1955, por un lado, hizo parte de los artistas que firmaron el acta de fundación del Museo de Arte Moderno de Bogotá (López Rosas, 2015, pág. 30) y, por otro lado, fundó y dirigió el primer taller de arte de la Universidad de los Andes “Sección Femenina” (Badawi, 2014). En las obras de Hena se nota un interés por el acercamiento sensual al cuerpo femenino, la prevalencia de temas populares y una abundante representación de mujeres. Las representaciones que realizó Hena por medio de esculturas, dibujos o pinturas, ayudaron a cambiar el rol artístico con el que se concebía a la mujer en el siglo XX.
Los valores de feminidad impuestos por la sociedad colombiana como la maternidad, la espiritualidad y la pureza se perdieron para dar protagonismo a la sensualidad y el empoderamiento de los oficios tradicionales, especialmente de mujeres campesinas y negras. Josefina Albarracín y Hena Rodríguez fueron las primeras mujeres en el arte colombiano que decidieron representar el cuerpo femenino, permitiendo que el rol artístico de la mujer no fuese más un privilegio de artistas masculinos. Por ejemplo, Cabeza de Negra (1932) es el rostro angulado de una mujer negra que se sugiere como fuerte y altiva. La escultura muestra la perspectiva de una matrona que mira de frente con rasgos como la nariz achatada, sus ojos cansados por el trabajo o sus labios pronunciados.
Los trabajos en madera de Hena también recogen técnicas tradicionales y en esta escultura se visibilizan mediante líneas verticales en la madera que nutren el rostro, mostrando así una mujer que difiere de otro tipo de representaciones de su tiempo, como las pinturas de campesinas vendiendo frutas, coloridas y pintorescas de Coriolano Leudo en Mendigo, niña y perro (1945) y Miguel Díaz en De vuelta del mercado (1940). Otro ejemplo son las pinturas de Hena, estas abordan el cuerpo femenino desde la sensualidad como se puede ver en Desnudo Femenino (1945).
El trabajo de Hena como artista y gestora cultural le otorgaron diferentes reconocimientos y experiencias para ella. En 1968 la Universidad de los Andes condecora a Hena con “El chivo de Oro” por ser la fundadora y primera decana de la Facultad de Bellas Artes (Ospina, 2016). Después, en 1982 la artista fue invitada por el gobierno colombiano a Estocolmo como parte de la comitiva que estuvo presente en la entrega del premio Nobel de Literatura de Gabriel García Márquez (NullValue, 1997). Hena Rodríguez muere en 1997 dejando como legado para los artistas posteriores una autonomía en la creación artística, sin consejos de academia ni influencias clasistas. Las diferentes acciones llevadas a cabo por la artista le dan su lugar en la historia del arte colombiano, que como se menciona en un número de la revista Cromos de 1933: “El arte de Hena inicia un fuerte movimiento revolucionario en el espíritu de nuevas generaciones.” (E.M, 1933).
Bibliografía