Un adagio, nos dice el Diccionario, es "sentencia breve y, la mayoría de las veces, moral". Un ejemplo que nos ha llegado estos días es la sentencia latina «Corruptio optimi pessima», que ha gozado de reciente boga en la prensa por su constante actualidad. Nos queda pendiente fijar exactamente su autor, pero se cita abundantemente en escritores de asunto religioso. Así, no extraña que se atribuya a los santos Tomás o Jerónimo. El papa Francisco, en su bula Misericordiae vultus, se la adjudica a Gregorio Magno «Corruptio optimi pessima», iuste sanctus Gregorius Magnus asseverabat, indicans neminem se posse immunem hac temptatione considerare ("la corrupción de lo mejor es la peor", afirmaba con justicia san Gregorio Magno, señalando que nadie se puede considerar inmune a esta tentación). Exhorta el papa a los corruptos a enmendarse, teniendo la corrupción por pecado que "amenaza, en sus mismos fundamentos, la vida personal y social" (cum in ipsis fundamentis vitam personalem socialemque minetur).

Grabado de Simeon Solomon (1840-1905). Fuente: Pinterest.

La Revista del Rosario dedica su editorial a este asunto tan sensible: Declaración de la Universidad del Rosario sobre la corrupción en Colombia.