En una imagen monumental de Nariño, que decora temporalmente los muros de la Biblioteca Nacional, llama la atención una pila de libros en que el prócer descansa cómodamente los pies.
Veremos, pues, cuáles de esos autores existen en el Archivo Histórico.
En lo más alto de la pila, figura Suárez. Llamado Francisco (1548-1617) y conocido por el alias de Doctor Eximio, el humanista español está bien representado: una docena de obras teológicas, principalmente de comentario a santo Tomás (alias Doctor Angélico).
Commentariorum ac disputationum in Tertiam partem Divi Thomae tomus primus [primer tomo de los Comentarios y discusiones sobre la Tercera Parte de la Suma de santo Tomás].
Le sigue Newton, de quien mucho se ha dicho en este blog. Les sigue el ya mentado santo Tomás. Su registro más antiguo es un comentario a Aristóteles, De generatione et corruptione, edición veneciana de 1505.
Letra muy menuda en las notas, como para ser escrita con pluma.
La Historia natural de Buffon existe en ediciones francesa y castellana.
Linneo brilla por su ausencia. Benito Bails figura con Elementos de matemática.
Heinecio (Johann Gottlieb Heinecke) figura, de la mano de Arnoldo Vinio (Arnold Vinnius).
Raynol no existe. Pero sí Raynal, Guillermo Tomás; ilustrado francés y director de una extensa y colectiva Historia filosófica y política:
De Ovidio destacamos la bella edición plantina de los Fastos.
Anaptyxis es palabra griega que significa explicación.
Diderot ni Voltaire constan en el catálogo, por lo menos en el siglo XVIII. Más sorprende la ausencia de Benito Jerónimo Feijoo o de Cervantes.
Expurgado de orden del Santo Tribunal de la Fe. Santa Fee. Agosto 1 de 1771. Fray Francisco de San Joaquín, calificador y censor del Santo Oficio.