Por Julio Londoño Paredes, decano de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos
Nicaragua desde 1969 reclamó los cayos de Roncador, Quitasueño y Serrana y terminó en el 2001 diciendo ante la Corte que la totalidad del archipiélago, con sus cayos; sus espacios marítimos y luego la llamada “plataforma continental extendida”, le pertenecían. Tratando así, de acabar con la proyección marítima del archipiélago y de la costa continental de Colombia.
En el año 2007, la Corte confirmó los derechos de Colombia sobre San Andrés, Providencia y Santa Catalina y también sobre los cayos. Pero como hay cerca de un centenar de éstos en el área, afirmó que debía definir cuáles eran los que pertenecían al archipiélago. Igualmente, no aceptó el límite marítimo que Colombia había solicitado siguiendo el meridiano 82° ni el que Nicaragua pretendía.
En el 2012, la Corte fijó la delimitación, con base a los principios y normas del derecho internacional que consideró aplicables y taxativamente señaló que todos los cayos pertenecían a Colombia.
Santos, estaba en ese momento con la obsesión de su reelección y el expresidente Uribe se preparaba para atravesársele a la pretensión. No dudó Uribe en iniciar un ataque contra el mandatario porque el nuevo fallo no había aceptado el límite que reclamada Colombia.
Los ataques, se iniciaron con la absurda versión de que Colombia había perdido 75000 kilómetros, como si hubiera existido previamente una frontera, lo que todos los gobiernos colombianos desde 1969 sabían que no era así y lo había confirmado el más alto tribunal del mundo.
Sin embargo, Santos para quitarse la responsabilidad que le cabía del supuesto fracaso, se la adjudicó a los gobiernos anteriores, no obstante que la Corte y la comunidad internacional consideraron que el fallo había sido un gran triunfo de Colombia.
Igualmente inició una inusitada ola de ataques contra la Corte, lo que llevó a que el presidente del tribunal citara al embajador de Colombia en La Haya y formulara una formal protesta, ya que algo así nunca se había presentado.
Enorme diferencia con actitudes de un Kennedy o un De Gaulle, que si tuvieron reales fracasos y afrontaron las consecuencias. Sin embargo, en el 2012 prevaleció, el afán por la proyección política futura.
Nicaragua demandó nuevamente a Colombia en el 2013 para tratar que la Corte le reconociera la línea que le había negado un año atrás, reclamando que el límite era el supuesto borde externo de su plataforma continental hacia el sureste.
En el fallo de la Corte del 13 de julio pasado la Corte puso fin a las pretensiones de Nicaragua. Es el triunfo de una política de estado llevada a cabo por Colombia durante once gobiernos.
Que, aunque en ocasiones han estado distanciados por criterios divergentes siempre siguieron un mismo rumbo.
Es también la corroboración de una conocida frase de Napoleón Bonaparte: “El triunfo tiene mil padres, el fracaso es huérfano”.