Hace más de un siglo apareció en la Revista del Colegio del Rosario un curioso artículo con el título que dejamos copiado. Principia, claro, definiendo la exótica palabrita. Flux es, entre otras cosas, la circunstancia de ser del mismo palo las cartas de un jugador. Mirando a la etimología del vocablo, halla el autor que dicha palabra se relaciona con el castellano “flujo”, que a su vez viene del latín “fluxus”. Deduce que allí hay dos ideas predominantes: movimiento y uniformidad; “entrambas intervienen en la combinación de las cartas del naipe, todas homogéneas, ó de un mismo palo; todas destinadas á irse moviendo una tras otra en el correr del juego”. Por una traslación de sentido, continúa, aquí los españoles, “de quienes maldecimos como amos y á quienes reclamamos como ascendientes”, emplearon dicho término para referir al conjunto de pantalón, chaleco y chaqueta “de idéntica tela y de corte consonante”, concepto que los peninsulares conocían por “terno”.
Los rosaristas, en fin, ampliaron nuevamente el sentido de “flux”, diciendo que alguno “se sacó el flux” cuando obtuvo cinco en todas las calificaciones; “ó sea los que llevan conducta y aplicación óptimas y obtienen además el número cinco en todas sus clases”. El autor, oculto tras las enigmáticas L. A. J., recordando por su “propia cuenta y riesgo”a los distinguidos con el flux, presenta el listado correspondiente a 1908.
Nosotros solo recordamos la anécdota lingüística, mas recomendamos a los rosaristas de hoy empeñarse en “sacar el flux”.