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¿Capitalismo sostenible?

Manuel Guzmán-Hennessey

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En un momento de la historia de la humanidad tomamos un camino lateral que nos ha traído hasta aquí. Nos equivocamos. ¿Estamos obligados a vivir como estamos viviendo? ¿Había otra vía pero la abandonamos? ¿Por qué la abandonamos? Estas preguntas no tienen respuestas pero lo que no puedo aceptar es que la vida humana tiene que ser lo que de hecho es (...) Estamos atrapados, lo digo hoy, por primera vez en mi vida, y estoy muy consciente de lo que estoy diciendo: ¡Estamos atrapados! ¡No tenemos salida!”[1] : José Saramago
 

¿Es cierto que no tenemos salida? ¿Qué tan cierto puede ser que ‘estamos atrapados’ en la trampa de aquel capitalismo prometeico que nos iría a llevar a la felicidad colectiva? ¿Tiene razón Saramago? Yo creo que sí (comparto su diagnóstico): “tomamos un camino lateral equivocado”, no obstante, creo que sí hay salida. Es cierto que estamos en una trampa civilizatoria global, pero también lo es que la humanidad tiene la posibilidad de rectificar el rumbo, aunque hoy cuenta con poco tiempo para ello.

La cátedra sobre la crisis climática de la Universidad del Rosario lleva ya veintidós versiones. En el transcurso de este corto periodo no se ha disminuído la amenaza sobre la vida. Todo lo contrario: aumenta año tras año. Lo que allí se exponía, en el año 2007, como una posibilidad, hoy se enseña como una certeza, o si se quiere, como noticias de realidades ya cumplidas. Las concentraciones de carbono en la atmósfera alcanzaron la semana pasada las 410 partes por millón, por ejemplo. Recuerdo que en 2007 recomendaba a mis estudiantes revisar la página de la organización 350.org dirigida por Bill McKibben, y llamada así, precisamente por la posibilidad, que algunos consideraban factible, de limitar las emisiones a 350 partes por millón. Ello no fue posible y hoy debemos preguntarnos por qué.

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El Turbina, primer barco propulsado con turbinas a vapor

La reflexión que quiero hacer es la siguiente: Bajo el actual esquema de una economía intensiva en carbono la crisis climática no tiene solución posible. No obstante, si otro puede ser el esquema económico global, una economía dependiente de energías renovables, por ejemplo, el mundo alcanzaría una cierta sostenibilidad, que nos devuelva (probablemente) a las 350 ppm de carbono en la atmósfera y con ello a la estabilización de las temperaturas globales por debajo de los 2ºC. Pero ocurre que para alcanzar este nuevo esquema energético global se necesita una enorme demanda de energías fósiles para la reconversión del aparato productivo del mundo. Una utopía en términos reales, y algo más: una trampa, pues según cálculos de especialistas, esta reconversión de gran escala produciría enormes emisiones de carbono adicionales a las que se producirían, entre 2020 y 2050, si se mantiene el business as usual .
 
Parecería entonces que la crisis del clima no tiene arreglo posible bajo la lógica del capitalismo insostenible. Pero, ¿será posible la reconversión del capitalismo? ¿un capitalismo sostenible? Probablemente sí (especulo) pero si la velocidad para encontrar el cómo de esta enorme tarea (en el evento de que decidamos emprenderla) es muy lenta, probablemente nos enfrentemos a un problema mayor: el tiempo. Todo parece indicar que si este cambio no se produce antes de 2050, después resultará inútil. Según todos los datos que hoy nos ofrece la ciencia, entre 2050 y 2080 la crisis afectará a la economía global de tal manera que esta deberá invertir cerca del 8% de su PIB para atender los desastres climáticos. No obstante, es precisamente en medio de este panorama de riesgos,  incertidumbres y desafíos, que la sociedad global debe reaccionar, de una manera urgente, colaborativa y eficaz.

Para tener una idea aproximada de la magnitud de la crisis conviene asomarse a esta página (que no es de la ciencia, sino del periodismo): https://elpais.com/tag/desastres_naturales/a Y permitirán los lectores una segunda alusión a mi cátedra de la Universidad: en estos últimos diez años he aprendido que resulta más eficaz enseñar desde las fuentes del periodismo que acudiendo únicamente a las agencias científicas.  
 
Según Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en los próximos 50 años podrían migrar, por razones climáticas, hasta 1.000 millones de personas en el mundo. Esto quiere decir que entre 2020 y 2050 (gradualmente) nos acercaremos a la aiguiente realidad: uno de cada ocho habitantes de la Tierra será refugiado climático.

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Un ferrocarril alemán en 1895

La conclusión principal del informe DARA (http://www.thecvf.org/wp-content/uploads/2013/08/CVM1-exec-sum-ES.pdfes) es que el cambio climático ya ha frenado el desarrollo global, y representa en la actualidad un costo significativo para la economía mundial; pero la inacción sobre la crisis puede considerarse una de las causas mundiales más importantes de muertes. El daño más grave corresponde, evidentemente, a las poblaciones más pobres y vulnerables, pero ningún país está a salvo de los costos de la inacción global, o de los beneficios de un camino alternativo. ¿Cuáles son estos caminos?
Dos (a mi juicio, simultáneos): acelerar la transición hacia un capitalismo sostenible, y adecuar los acuerdos internacionales a la índole, el ritmo y las metas globales de esta transición.
 
Para acelerar la transición hacia un capitalismo sostenible es preciso partir de la certeza de que “necesitamos cambios enormes, tremendamente radicales y sin precedentes en la historia, y además tenemos que llevarlos a cabo en cuestión de décadas” como escribe Ted Trainer[2]. ¿Qué es lo que necesitamos cambiar en el capitalismo insostenible para volverlo sostenible? En primer lugar la lógica del progreso y el paradigma de que que desarrollo significa siempre crecimiento. Reemplazar la lógica de los sistemas económicos como motores de la maximixación de los beneficios por la de una nueva lógica de la vida y la felicidad centrada en la satisfacción de las necesidades no necesariamente dirigidas por las fuerzas del mercado. James Lovelock propuso que el camino para lograr una economía verdaderamente sostenible debía partir necesariamente de una revisión de las raíces de la insostenibilidad; y planteó el camino de una “retirada sostenible” de aquellos conceptos, valores y principios que guiaron el apogeo de las civilizaciones (especialmente la sociedad tecnológica avanzada) hasta nuestros días.

El camino no es fácil. Trainer anota que “las oportunidades para realizar estos cambios son mas bien escasas, debido, principalmente, a que nuestra delicada situación sigue siendo desconocida por el grueso de la humanidad” sugiriendo tal vez que se necesita un proyecto educativo global que examine las alternativas hacia un capitalismo sostenible.
 
La formación de un nuevo ciudadano comprometido con el futuro común de la humanidad, que entienda tanto la índole como la gravedad del desafío climático, que pueda reconocerse a sí mismo como sujeto de cambio y que reivindique, ante todo, tanto su propia dignidad como la dignidad común de la especie humana, es tarea inaplazable de la educación.

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Fotografía del célebre descarrilamiento en la estación de Montparnasse el 22 de octubre de 1895 - dominio público

El nuevo capitalismo requiere de la formación sostenida, masiva y urgente de nuevos que se indignen ante las injusticias y valoren la democracia, que respeten y valoren la equidad de géneros y las diversidades sexual, étnica, religiosa, política, que se interesen por conocer a fondo las opciones tecnológicas y culturales que la actual civilización tiene para salvarse, que participen y se comprometan con proyectos comunitarios de base, que valoren lo local y combatan la desigualdad mediante —entre muchas otras— propuestas de descentralización energética basada en renovables, redistribución del poder, las oportunidades y los recursos, economías y sistemas de gobierno locales, movimientos cooperativos, etc.
 
No alcanza esta columna para escribir sobre la manera de adecuar los acuerdos internacionales a la índole, el ritmo y las metas globales de esta transición. De ello me ocuparé en la próxima.

[1] Recuperado de la Internet el 16 de agosto de 2017, José Saramago, Entrevista de Angel Darío Carrero, Diario La Nación, Costa Rica, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-6321427

[2] Ted Trainer, “La vía de la simplicidad”, editorial Trotta, Madrid, 2017