Estado Islámico: fortalecimiento, implicaciones, proyección y respuestas
Jaime Luis Zapata
Jaime Luis Zapata
Introducción
Presentamos aquí un perfil político del Estado Islámico, abordando los elementos que lo han fortalecido, las implicaciones sociales, regionales e internacionales, y una proyección de dicha organización en el corto y mediano plazo, señalando algunas respuestas con que se quiere combatir a dicha organización.
El Estado Islámico se ha fortalecido gracias a su motivación política, una fuerte estructura económica, gran capacidad militar, un diseño arquitectónico del terror, propaganda y el aprovechamiento del vacío de poder.
En las implicaciones, socialmente el terror se aprovecha de estructuras de estado fallido. Regionalmente, se genera una inestabilidad en el norte de África y en el centro del Oriente Medio, dada la proyección imperial y las violaciones de DD. HH., a la vez que se produce un cambio en el despliegue estratégico de organizaciones afines; mientras que, en el aspecto internacional, el Estado Islámico genera una fuerte atracción de combatientes, dada la propaganda y unas fronteras abiertas, así como Europa debe reacomodarse estratégicamente frente a los grupos locales que realizan ataques puntuales.
A corto plazo, el Estado Islámico se proyecta como una organización de alta movilidad con un gran dominio, que aprovecha los grupos tribales, frente a una coalición de Bagdad, Irán y Estados Unidos, que tiene dificultades de coordinación. A mediano plazo, puede producirse un poder central con características de dictadura absoluta; lo cual llevaría a una reconfiguración del poder en la región, siguiendo el objetivo de ISIS, consistente en retar el orden internacional actual.
Como posibles respuestas al surgimiento del Estado Islámico, se ha planteado una contención ofensiva con despliegue militar limitado y una estrategia diplomática amplia; así como un apoyo al Gobierno de Al-Abadi en Irak, con el fin de generar condiciones de desarrollo e igualmente a movimientos liberales y democráticos, dado el fracaso de la “estabilidad autoritaria”.
I. Surgimiento y fortalecimiento de ISIS
En primer lugar, hay que destacar la motivación política de dicha agrupación. Para ISIS, la religión es solo un medio, no es la motivación final. Dos evidencias de ello es que ha podido aliarse con chiitas, como el caso del ejército sirio temporalmente; mientras que, al dársele muerte a su máximo estratega y arquitecto, Samir Abd Muhammad al-Khlifawi, con el seudónimo de Haji Bakr, no se le encontró ningún Corán. La ideologización y el fanatismo son solo herramientas con un objetivo político plenamente calculado (Reuter, 2015). Dicho objetivo político consiste en crear un Estado, para lo cual debe establecer primero un control territorial. Esto es lo que lo diferencia de otras agrupaciones terroristas islamistas, especialmente de al-Qaeda. Por esta razón atrae más a la mayoría, que compara los logros de una y otra agrupación y termina por vincularse al proyecto de ISIS. Cuando al-Qaeda entra en un proceso de resquebrajamiento, luego de la caída de Osama bin Laden, “deja un espacio que solo puede ser llenado por un proyecto estatal. Con la proclamación del Gran Califato, el líder islamista Abu Bakr al-Baghdadi dio un sentido a la lucha armada”. El emir al-Baghdadi transmite un mensaje religioso que logra unir los elementos más radicales en un objetivo común (AICS, 2015). El Estado que debe crearse es “un estado islamista suní puro, gobernado por una interpretación brutal de la sharia”, que “se posicione como la autoridad política, religiosa y militar única sobre todos los musulmanes del mundo” (Kurth, 2015).
Esto, a la vez, implica la necesidad de una estructura económica que le permita mantener dicho proyecto. Se requiere que la lucha armada sea productiva, para lo cual ISIS dispone de grandes fuentes de financiación. Sus recursos económicos, estimados en una cantidad aproximada de 1500 millones de dólares, lo convierten en el grupo terrorista con más ingresos en el mundo, ganando solamente del control del petróleo de Mosul y otras ciudades entre 1 y 3 millones de dólares diarios. A ello suma ingresos basados en su capacidad de extraer impuestos a la población que gobierna (unos 8 millones de personas), de las extorsiones, secuestros, las ganancias provenientes de la ocupación de Mosul y la toma de sus reservas bancarias, el control de crudo, en el norte de Irak y el este de Siria, y su venta a través de redes de contrabandistas en Kurdistán, Siria y Turquía, así como el comercio de electricidad (AICS, 2015; Bucci, 2014; Corral, 2015; Kurth, 2015; Reuter, 2015).
Militarmente, ISIS dispone de capacitados líderes militares iraquíes que lo dirigen, y que conocen las estrategias y tácticas de Estados Unidos, porque de dicho Estado recibieron entrenamiento. Ha capturado equipamiento estadunidense y ahora está armado con tanques, artillería y vehículos resistentes a las minas (Kurth, 2015). El EI dispone de un ejército grande y bien organizado, y aunque no se sabe a ciencia cierta de cuántos hombres, la cantidad estaría mínimo en torno a los 30 000, pero podría llegar hasta 200 000. Esto le brinda una gran capacidad de control territorial, lo que le permite un despliegue de sus fuerzas de manera segura y rápida (Corral, 2015). Además, el EI ya cuenta con una red terrorista internacional, constituida por el al-Qaeda en el Magreb islámico (AQIM), Ansar al-Dine (Túnez), Boko Haram y al-Qaeda en la Península Árabe (AQAP), dando a ISIS acceso a una red de grupos que eran filiales de al-Qaeda, pero que ahora obedecen al EI (Bucci, 2014).
De singular importancia es el diseño arquitectónico del terror para lograr el control político. Este plano fue ideado por Haji Bakr, un antiguo oficial de inteligencia iraquí, el cual consistía en el despliegue gradual y constante de una red de penetración y terror, mediante inteligencia y espionaje, que abarca incluso las esferas del poder en Irak y Siria. Dicha estrategia era el método para extender el dominio sobre el territorio, y buscaba obtener información sobre las personas, su relevancia, sus bienes y sus fuentes de ingresos. Esto para llevar a cabo la manipulación y la extorsión. Se simulaba una oficina de Dawah, un centro misionero islámico, desde la cual se llevaba a cabo toda la operación, en una unidad territorial determinada. Además, Bakr tenía un conocimiento técnico en cuanto al modo de administrar integralmente un territorio. Desarrolló, según el plano, un régimen paralelo, en el cual al-Baghdadi era la cabeza visible, pero los hilos seguían siendo manejados desde la sombra, sin que los subalternos fueran conscientes de que, a la vez, eran vigilados por una red que no dejaba que se escapara nada, terminando toda la información en el máximo jefe. En la toma de Raqqa, se siguió este plan al pie de la letra (Reuter, 2015).
No menos relevante resulta el fenómeno de la propaganda. En este aspecto también al-Qaeda había mostrado su caducidad, pero ISIS se supo adaptar a las redes sociales actuales, basadas en internet, que “permiten una emisión casi en directo de los comunicados”, logrando una mayor “capacidad de captación de nuevos miembros” (AICS, 2015). ISIS utiliza dicha herramienta en la medida en que no puede operar más allá de las fronteras de Siria e Irak. Para la captación, incide en la sicología, mediante herramientas como su revista Dabiq o videos, los cuales son producciones audiovisuales elaboradas y complejas.
A través de dicha propaganda, se ha podido convocar a combatientes extranjeros. De hecho, la mayoría de los combatientes de ISIS no son iraquíes. A pesar de que esto implique un poco de desorden en los primeros días de la organización, sirvió para que se produjera una lealtad completa al liderazgo de ISIS, pues “los extranjeros no conocían a nadie y no tenían raíces locales, lo cual se traducía fácilmente en la brutalidad” (Reuter, 2015).
Cabe destacar, finalmente, el vacío de poder en la región donde opera ISIS, esto es, el norte de Irak y Siria. Hay una ausencia de Estado, por la fragilidad de las instituciones, la corrupción, la represión y las revueltas. El vacío de poder se agudizó, incluso más, por las políticas de Estados Unidos durante la ocupación militar de Irak en 2003, que desplazaron al partido de los seguidores de Saddam Hussein (Baaz) de la estructura estatal, incluyendo policías y militares. El gobierno de Nuri al-Maliki también resultó bastante débil, a la vez que se producía la Guerra civil en Siria (Corral, 2015).
II. Implicaciones sociales, regionales e internacionales
Socialmente, cabe decir que el proyecto político de ISIS se basa en el terror y la violencia, generando limpieza étnica y destruyendo cualquier elemento que se le oponga. La ley islámica, o Sharia, exige parámetros de lealtad y compromiso con rasgos antioccidentales y se aprovecha un caldo de cultivo proclive a la generación de extremismos, como la mala gobernanza y necesidades sociales insatisfechas.
Al mismo tiempo, el EI, a pesar de sus ingresos, se enfrenta a la necesidad, en cuanto Estado, de proveer servicios básicos y obligaciones financieras que otros grupos terroristas no han tenido que asumir a tan alto nivel; así como también debe pagar los salarios de sus combatientes. Mientras realice esto, aprovechará el descontento social ante la corrupción endémica y la mala gestión del Estado iraquí (Corral, 2015).
Regionalmente, se puede mencionar que ISIS ha generado un cambio en patrones de comportamiento de organizaciones afines. Se le ha dado más importancia a la carga religiosa como herramienta, se busca que se actúe por convencimiento. A la vez, se ha generado un cambio de objetivos, buscando ahora el control territorial en la forma de un califato, como lo persigue ahora Boko Haram en Nigeria. De igual modo, se da protagonismo no al líder, sino a los grupos locales, lo cual incrementa su moral y da sensación de capacidad internacional (AICS, 2015).
Adicionalmente, si se llega a consolidar el plan del EI, se logrará un dominio en el norte de África y en el centro de Oriente Medio. Con la aplicación brutal de la Sharia, se configuraría un Estado fallido, sin respeto por los derechos humanos, con violencia contra las minorías; también habría más inestabilidad en la región, por su proyección imperial y por las divisiones religiosas (Corral, 2015).
En el plano internacional, “para Europa, esta modificación de procedimientos es el peor escenario que se puede plantear en la lucha contra el islamismo radical”. Estos nuevos procedimientos no eluden la lucha directa contra las fuerzas de seguridad, y se usan los grupos locales para ejercer ataques puntuales y limitados (AICS, 2015).
Igualmente, la capacidad propagandística, mediante marketing y redes sociales del EI, cuyo principal objetivo son los jóvenes, ha permitido la llegada de cerca de 20 000 combatientes extranjeros. Esto se facilita porque existe una libertad de movimientos, dadas la libre circulación en Europa y la porosidad de las fronteras de Irak y Siria (Corral, 2015; Bucci, 2014).
III. Proyección en la región a corto y mediano plazo
A corto plazo, puede destacarse que, gracias a las redes en que se basan, los líderes de ISIS, provenientes de la inteligencia iraquí, son expertos insurgentes antiestadounidenses, y buscarán restablecer el nivel de poder y seguridad del que gozaban bajo Saddam Hussein, aliándose con líderes tribales con fines estratégicos (Kurth, 2015). Con esta configuración del mando de ISIS, grupos rebeldes poco entrenados no podrán resistir el avance.
Militarmente, el EI dispone de una gran movilidad y velocidad de reacción, por lo que puede aumentar su dominio creciente y constantemente. La coalición que lo enfrenta, constituida por Bagdad, Irán y Estados Unidos no es tan firme, por lo que puede presentar problemas de coordinación, haciendo difícil su derrota (Wilson, 2015). Una medida necesaria es reforzar las fronteras en Turquía, para impedir el desplazamiento de combatientes a Siria (Corral, 2015).
A mediano plazo, puede mencionarse la importancia del factor religioso que, por los enfrentamientos entre suníes y chiitas en estados fragmentados religiosamente, puede llevar a una reconfiguración de estados en la región, lo cual puede generar un poder central bajo la forma de una dictadura absoluta (Reuter, 2015). Este es el proyecto de ISIS: generar un califato islámico en toda la región, incorporando a Siria, Irak, Jordania, Líbano, Israel y los territorios palestinos, “ISIS busca retar el orden internacional actual” (Kurth, 2015).
IV. Posibles respuestas
Para prevenir el plan del EI, se debe ejecutar una estrategia de contención ofensiva, que combine una táctica militar limitada con una estrategia diplomática amplia, para detener la expansión de ISIS, aislarlo y disminuir sus capacidades. ISIS es un seudoestado, y no se acabará dando de baja a sus líderes, pues el seudoestado seguiría funcionando y no se dañaría la organización. Dicha estrategia debe ser global, involucrando a todos los grandes poderes (Kurth, 2015).
Para evitar el establecimiento de un Estado fallido, se requiere apoyar al Gobierno de Al-Abadi en Irak, generando además condiciones de desarrollo, pues “la capacidad del estado de crear oportunidades económicas para sus ciudadanos es tan importante como su capacidad militar” (Corral, 2015, 11). Por esto hay que rechazar la “estabilidad autoritaria” y apoyar movimientos liberales y democráticos que respondan al autoritarismo y al yihadismo.
Bibliografía
AICS. (2015). Informe de inteligencia. Estado Islámico. El sucesor de al-Qaeda. Enero.
Bucci, S. (2014). Once razones: por qué ISIS puede ser más peligroso que al-Qaeda. El Ojo Digital. 28 de agosto. Aquí
Corral, M. (2015). La amenaza del Estado Islámico y el extremismo en Oriente Medio. Funciva documentos, 228, febrero.
Ver Aquí.
Kurth, A. (2015). ISIS Is Not a Terrorist Group. Why Counterterrorism Won’t Stop the Latest Jihadist Threat. Foreign Affairs, March/April.
Reuter, Ch. (2015). The Terror Strategist: Secret Files Reveal the Structure of Islamic State. Spiegel Online. April 18. Ver Aquí.
Wilson, F. (2015). Estado islámico y la insurgencia en Iraq y Siria. 8 de abril. Ver Aquí.