Skip to main content

Recursos energéticos en Europa: replanteamiento de relaciones, diversificación de proveedores y austeridad en la demanda: Acerca de la crisis energética en la Unión Europea

Juan José Alcalá

Recursos energéticos en Europa

En la Unión Europea, a modo de contexto, el consumo total de recursos energéticos ronda los 550 bcm, mientras que la producción ronda solamente los 275 bcm; de esta cerca de la mitad sale de aguas noruegas. El segundo productor es Países Bajos, con cerca de 80 bcm en los últimos años. El tercer productor es el Reino Unido, con menos de 35 bcm. Este país alcanzó su cenit en 2005, con 108 bcm de producción, que ha estado descendiendo desde entonces, por agotamiento paulatino de sus reservas del Mar del Norte. La dependencia exterior de Europa es muy elevada, alrededor del 50-60 %, y en una senda de crecimiento desde hace años (Pérez, 2014).

Si bien la mayor parte de la UE dispone de conexiones de gran capacidad por gasoducto con Rusia, se encuentra expuesta a cortes de suministro como los de 2006 y 2009; mientras que las zonas periféricas del Mediterráneo carecen de conexiones adecuadas con el resto de la UE, y dependen en gran parte de otras regiones, en especial del norte de África y Oriente Medio, de gran inestabilidad desde que se iniciaron las revueltas de la Primavera Árabe en 2011 (Ruiz, 2013).
 

Países exportadores de gas a la Unión Europea, 2013.

Teniendo en cuenta el anterior contexto de las naciones europeas, es menester preguntarse cuáles son los principales problemas geopolíticos, económicos y comerciales que enfrenta la Unión Europea frente a una posible crisis europea.
En el plano geopolítico, la Unión Europea enfrenta circunstancias problemáticas que pueden ser vistas desde dos grandes perspectivas. En primer lugar, los Estados que proveen a los europeos de recursos energéticos están ubicados en regiones del globo donde existen serias tensiones y conflictos sociopolíticos, lo que los hace inestables y poco fiables. En segundo lugar, algunos Estados utilizan su política energética y la exportación de recursos como una herramienta para hacer valer sus intereses nacionales en el exterior, lo que conduce a que los utilicen como medio para presionar a otros Estados.

En cuanto a lo comercial, hay cierta dificultad para encontrar un socio diferente, pero igualmente estable que Rusia. Aunque Europa no puede aspirar a la creciente independencia energética lograda por Norteamérica, la existencia en Eurasia de las mayores reservas mundiales probadas de gas facilita a la Unión el garantizar su seguridad energética sin disminuir su seguridad global, siempre que se reformule la relación con actores clave como Rusia.
Del mismo modo, dentro del proceso de independencia energética que busca la Unión Europea, es preciso que no solo se busquen soluciones respecto de proveedores, sino que haya reestructuramientos jurídicos conjuntos que, a grandes rasgos, logren la disminución generalizada de la demanda energética, buscando la utilización óptima de los recursos existentes.

Desarrollo

En cuanto a los oferentes de recursos energéticos, Holanda ya ha anunciado que reducirá su exportación en un 20 %, ya que explotará unos antiguos yacimientos casi agotados para mantener una mayor cantidad de gas en el país. Noruega tampoco promete un crecimiento significativo y, en 2020, comenzará a reducir los costos en la búsqueda de nuevos yacimientos para incrementar sus beneficios (Zykova, 2014).

Asimismo, en Argelia está aumentando el consumo interno de gas. Además, este país, igual que Catar, está ampliando su exportación de GNL (gas natural licuado) a China, Corea y Japón, y para Europa no queda prácticamente nada (Zykova, 2014).

Por último, en un lugar muy importante se cuenta con Rusia, que sigue siendo el único proveedor capaz de ampliar el suministro de gas natural a Europa. Y los consumidores europeos, independientemente de lo que quieran, no podrán prescindir de él.

Entonces, la Unión Europea afronta un serio problema en lo referente a los recursos energéticos para suplir sus necesidades de consumo; pues, con sus actualmente bajos niveles de producción, están forzados a a la negociacion con otros Estados terceros para satisfacer la totalidad de su demanda. Sin embargo, el carácter estratégico de la energía ha convertido su comercialización en una herramienta politica de poder blando para disuadir o persuadir, con mucha más trascendencia que una simple transacción. El temor creciente de que una posible crisis energética llegue a la Unión Europea ha provocado que haya tal securitización del tema que los Estados miembros lo han convertido en un asunto de seguridad nacional individual, y de seguridad colectiva general.

Entonces, en lo referente a las cuestiones y tensiones geopolíticas, Europa puede buscar otros proveedores de gas y debe hacerlo según su principio de diversificación. Pero debe tener en cuenta que, en su mayoría, ellos están geográfica e ideológicamente muy alejados; además son países que frecuentemente se ven envueltos en conflictos o inestabilidad política, lo que vuelve vulnerable el suministro de gas.

El CEO de la corporación francesa Total, Christophe de Margerie, afirmaba durante una visita a Moscú que “los levantamientos que se están produciendo en los países árabes productores de petróleo y gas han enviado una señal a los inversores para acudir a Rusia, ya que este país ofrece un entorno mucho más seguro y estable” (Ruiz, 2013).
Sin embargo, a pesar de que Rusia puede ser un proveedor seguro, sus compañías energéticas no tienen ningún interés en someter a los clientes europeos o en mostrarse demasiado arrogantes. Los EE. MM. de la UE pagan, por los recursos que compran, precios que ningún otro comprador puede permitirse; y saben que, si tiran demasiado de la cuerda, el riesgo es romperla y que sus más valiosos clientes decidan no renovar todos sus contratos. El Kremlin y Gazprom han negado regularmente usar la energía como una herramienta de presión política. No obstante, en diciembre de 2006, la Duma votó en primera lectura una autorización al presidente para imponer sanciones económicas a los países extranjeros, vía una nueva ley que le permite congelar contratos comerciales, frenar transacciones financieras e imponer otros tipos de sanciones sin supervisión o mecanismo de control.

Sobre todo, mientras que la unión europea podría contar con suministros distintos a los rusos, Rusia por su parte requiere aun de mucho más tiempo e infraestructura para poder fortalecer otros mercados. Si bien tiene proyectos beneficiosos con Japón y la República de Corea, la cantidad de gas exportada no alcanza a la demanda de la Unión Europea. Rusia necesita también de inversionistas para poder explotar los grandes yacimientos que tiene; pero, debido a las duras condiciones con sus potenciales socios, estos han optado por invertir en otros proyectos.

En una solución alternativa, el gas natural licuado supone una mejor opción que los gasoductos; ya que requiere de una infraestructura menos compleja y más barata, y permite readaptar los flujos comerciales a la demanda. Sin embargo, el comercio del LNG se lleva a cabo por vías marítimas que pasan por zonas conflictivas, de modo que cubrir estas rutas comerciales supone un riesgo para los distribuidores. Si la UE quiere diversificar sus suministros de gas con miras al Golfo Pérsico, debe contener la amenaza de la piratería y asegurar esta vía.

Ya vistas las soluciones desde el punto de vista de la oferta, es necesario analizar la demanda e intentar buscar soluciones para disminuir dicha variable. Moderar la demanda de energía es una de las herramientas más eficaces para reducir la dependencia energética externa de la UE y su exposición a subidas de precios. En la situación actual, resulta especialmente urgente el objetivo de eficiencia energética de la UE, previamente pactado del 20 %, que dará lugar a 371 millones de toneladas equivalentes de petróleo de ahorro energético en 2020 respecto a las previsiones. Este ahorro puede lograrse si las medidas previstas en la legislación correspondiente se aplican rigurosamente y sin demora; en particular, la Directiva relativa a la eficiencia energética (DEE) y la Directiva relativa a la eficiencia energética de los edificios (DEEE) (Comisión Europea, 2014).

Solo es posible conseguir ahorros importantes de energía si se identifican claramente los sectores prioritarios y se moviliza capital de inversión de fácil acceso. La demanda de energía en el sector de la construcción, responsable de cerca del 40 % del consumo energético en la UE y de una tercera parte de la utilización del gas natural, podría reducirse en hasta tres cuartas partes si se acelera la renovación de los edificios. La mejora de la refrigeración y la calefacción urbana puede representar también una importante aportación. Del mismo modo, la industria consume cerca de una cuarta parte del gas utilizado en la UE y existen importantes posibilidades de mejora de eficiencia energética, mediante el sistema de comercio de derechos de emisión reforzado, propuesto por la Comisión en el marco político 2030 en materia de clima y energía (Comisión Europea, 2014).

Conclusiones

En suma, Rusia no solo debe sino que se necesita como aliado en matearia energética, al menos a corto plazo, para la Unión Europea, pues no se encuentran soluciones factibles que logren mejorar la eficacia en la producción de los demás proveedores. Ahora bien, la Unión Europea puede dar grandes pasos hacia la independencia energética si se consigue, entre los países miembros, cierta armonía jurídica que, en la práctica y en los procedimientos, lleve a lograr controlar disminuciones en la demanda.

La cuestión ya no es si Europa tiene opciones alternas de diversificación de sus importaciones de gas, sino si los países miembros de la UE tienen voluntad política y visión estratégica para mantener relaciones estables con Rusia, formular estrategias nacionales coherentes y hacer que sus intereses y estrategias nacionales cumplan la política común de diversificación energética y gasística anunciada por la UE.

Bibliografía
Comisión Europea. (2014). COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO Y AL CONSEJO. Comisión Europea, Bruselas.
Pérez, B. (2014). Estrategia Europea de Seguridad de Suministro Energético. Madrid.
Ruiz, F. (2013). Reflexiones sobre la necesidad energética en Europa. Instituto Español de Estudios Estratégicos.
Zykova, T. (2014). ¿Por qué la UE no puede prescindir del gas ruso? Russia Beyond The Headlines.