El experto en su análisis El crecimiento económico y la ruta del desarrollo 2023… en puntos suspensivos, hace un llamado al Gobierno y a la Junta Directiva del Banco de la República “a administrar con tino, sin emociones y con compromiso de país”, al recordar que “el año 2022 quedó en la retina de los colombianos como una de las más opacas vigencias en cuanto a la efectividad de la gestión del denominado control monetario integral que realiza el Emisor y el Estado”.
“Se hace necesaria la efectividad en la formulación, financiación y ejecución de la política pública que se
apruebe en el Plan Cuatrienal de Desarrollo, así como en los posibles textos de las reformas laboral, salud y pensiones que se determinen en el poder legislativo”, señala Amorocho.
Crecimiento de la economía en 2023
Para el experto, “es pertinente ejecutar activamente el plan anual de inversiones 2023 y la aplicación de mecanismos dinámicos de coordinación y ejecución interinstitucional de proyectos de inversión de regalías, Findeter, Enterritorios y de la gestión y ejecución del gasto público derivado de la aprobación de las reformas estructurales de 2023”.
“En la misma perspectiva, se requiere al Estado actuando como mecanismo impulsor del crecimiento
económico en la presente vigencia y en el papel comprometido de lograr generar más de un punto de
crecimiento del PIB en el año 2023”, dijo el académico.
En su opinión, “si el comportamiento del Estado en materia de la ejecución del gasto de inversión es lánguida y rezagada, como la de los últimos 5 lustros, la política de aumento de tasa de intervención de la Junta Directiva del Banco de la República sigue sostenida hasta agosto o septiembre y la incertidumbre de financiación del Plan y de las reformas no se dejan definidas en el escenario del debate y aprobación del Congreso, el crecimiento económico podría estar entre 0.7 % y 1.3 % del PIB a 31 de diciembre de 2023”.
Manejo económico 2022… para olvidar
En su análisis el experto recuerda que la labor del Estado desde la óptica de la planeación y la ejecución de la política pública no fue suficiente en 2022, ni mucho menos oportuna.
“Se obnubilaron viendo la viga en el ojo ajeno de la guerra de Rusia contra Ucrania y la crisis de cadena de suministros, entre otros, y no se dedicaron a observar la gran viga que internamente se venía profundizando a raíz de la repetitiva prédica de aumentar la tasa de interés para enfrentar el fenómeno inflacionario”, comenta.
“No se tomaron medidas que coadyuvaran los efectos adversos que se venían produciendo en el alza de los precios por el crudo invierno, sumado a la ineficaz acción del Banco de la República en materia de control persuasivo para mitigar la fuerte especulación cambiaria, que condujo al dólar a máximos históricos en noviembre de 2022”, dijo el académico.
El resultado que se desprende de la equívoca política económica y monetaria que se llevó a cabo para luchar contra la inflación fue que a 31 de diciembre de 2022 se presentó un incremento de 133 % en el IPC; en cuanto a la evolución de la tasa de interés, esta variable aumentó en un 585 % y la tasa de cambio se devalúo en el 20,2 % en el transcurso de los 12 meses del año pasado.
Para Amorocho, los anteriores resultados son demasiado lesivos para la economía como un todo, porque afectan de manera directa al sector real y a la sostenibilidad de la recuperación económica.
Indicadores como los precedentes se constituyen en un fuerte reto para lograr la sostenibilidad, la disminución del desempleo y frenar la dinámica de la desaceleración económica en 2023.
Sin embargo, es aconsejable que se apliquen medidas de política pública monetaria, fiscal y de cobertura general que reduzcan el ritmo inflacionario, propulsen la baja de las tasas de interés y se encaminen al logro de una tasa de cambio que se ubique en niveles de convergencia con los fundamentales de mercado, concluye.