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Conoce las 31 preguntas (y respuestas) sobre la pobreza y desigualdad #LosDesafíosDeColombia

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Desde nuestro proyecto ¿Qué piensan, sienten y quieren los jóvenes en Colombia?, en la Universidad del Rosario seguimos identificando los puntos esenciales de inconformidad de los jóvenes, así como sus propuestas de acción.

Desde nuestro proyecto ¿Qué piensan, sienten y quieren los jóvenes en Colombia?, en la Universidad del Rosario seguimos identificando los puntos esenciales de inconformidad de los jóvenes, así como sus propuestas de acción. Con los resultados de este diálogo nacional, a realizar en 10 ciudades del país, promoveremos nuevamente espacios de encuentro y reflexión sobre los principales desafíos de Colombia, en donde esperamos la participación activa y el liderazgo de todos los miembros de nuestra comunidad. Nuestra Universidad siempre ha estado y debe permanecer siempre al servicio del bien común. Nuestro tercer tema a tratar es la pobreza y desigualdad, tema sobre el cual compartimos 31 preguntas frecuentes con sus respectivas respuestas: 

 


Para el año 2020, un individuo es pobre en Colombia si su ingreso mensual es menor a 338.000 pesos (con ajustes dependiendo de la ciudad donde viva) y pobre extremo si el ingreso mensual es 145.000. Si el hogar está compuesto por dos adultos y dos niños, un ingreso inferior a 1.352.000 los ubicaría en condición de pobreza, y por debajo de 580.000 en situación de pobreza extrema.  

Colombia cuenta con dos medidas oficiales de pobreza que son complementarias entre sí: la pobreza monetaria y la pobreza multidimensional. La pobreza monetaria es una medida indirecta la cual hace referencia a la falta de poder adquisitivo para adquirir una canasta básica de bienes que cumpla con el mínimo nutricional. La pobreza multidimensional es una medida directa, la cual hace referencia a la carencia y/o privaciones frente a servicios básicos que todo ciudadano debería tener derecho.  

La línea de pobreza representa un valor monetario en el cual se consideran el costo de adquirir una canasta básica de alimentos (este costo representa la línea de pobreza extrema) y el costo de los demás bienes y servicios, expresado sobre la base de la relación entre el gasto total y el gasto en alimentos. DANE con base a CEPAL 2018.  
 

Los cálculos de la pobreza monetaria, pobreza extrema, desigualdad de ingresos y pobreza multidimensional los realiza el DANE. La Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) es la principal fuente para estimar los ingresos de los hogares colombianos. Las líneas de pobreza y pobreza extrema se conforman a partir de la información de la Encuesta Nacional de Presupuesto de los Hogares. El Encuesta de Calidad de Vida (ECV) es el insumo principal para calcular el índice de pobreza multidimensional. .  
 

En 2020, 21 millones de colombianos son considerados en condición de pobreza y 7.470.000 en condición de pobreza extrema. Esto equivale al 42,5% y 15,1% de la población, respectivamente.  
 

El total de ayudas del Estado permitieron reducir la pobreza monetaria en -3,6%. Es decir, si no hubiera programas de transferencias del Estado, 1.8 millones de colombianos adicionales estarían en condición de pobreza.  

A nivel nacional, los colombianos en condición de pobreza monetaria aumentaron en 3,5 millones de personas. Los colombianos en condición de pobreza extrema aumentaron en 2.8 millones.   
 
  En primer lugar, Bogotá, con un aumento del 27,3% representado por 758.198 nuevas personas en situación de pobreza extrema. En segundo lugar, Valle del Cauca, con un aumento del 13.1% representado por 364.917 personas. En tercer lugar, Antioquia, con un aumento del 8.3% representado por 232.072 personas.

Aunque la pobreza aumentó del 32,3% al 42,4 en las cabeceras, esta cifra disminuyó del 47,5% al 42,9% en centros poblados y rural disperso.  

Durante el año 2020 las transferencias de Ingreso Solidario, Devolución del IVA y Colombia Mayor a nivel nacional hicieron parte del conjunto de ayudas del Estado que permitió que la pobreza monetaria no generara un mayor repunte. Si solo se hubieran mantenido transferencias ordinarias de programas sociales la cifra habría pasado de 35,7% en 2019 a 46,1% en 2021.  
 

El índice de pobreza multidimensional evalúa las privaciones frente a dimensiones de educación, condiciones de la niñez y juventud, trabajo, salud y condiciones de la vivienda y servicios públicos. En esta metodología se consideran en situación de pobreza los hogares que tengan privación en por lo menos el 33,3% de los indicadores.  
 

En condiciones educativas, analfabetismo y bajo logro educativo. En condiciones de la niñez y juventud, inasistencia escolar, rezago escolar, barreras de acceso a servicios de cuidado de la primera infancia y trabajo infantil. En trabajo, trabajo informal y desempleo de larga duración. En salud, no tener aseguramiento en salud y barreras de acceso a salud dada una necesidad. Finalmente, para condiciones de la vivienda y servicios públicos domiciliarios, se mide la falta de acceso a fuente de agua mejorada, inadecuada eliminación de excretas, material inadecuado de pisos y paredes y hacinamiento crítico.   
 

Para el 2019, 17,5% de los colombianos se consideraban pobres desde el punto de vista multidimensional. Es decir, tenían privaciones superiores al 33% de las registradas por el IPM.   
 

Mientras que para Boyacá, Santander y Cundinamarca el porcentaje de pobreza multidimensional no supera el 12%, en Vichada, Guainía y Vaupés la cifra es mayor al 60%. En Uribia, municipio de la Guajira, este porcentaje es del 92.2% mientras que, para Chía (Cundinamarca) es del 6.7%. Cifras del DANE, 2019.  
 

Para el 2019, había una incidencia del 34,5% de pobreza multidimensional en los centros poblados y rural disperso. Esta cifra es del 12,3% para cabeceras.  
 

El índice de Gini o coeficiente de Gini. El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).   

Para el año 2020, el coeficiente de Gini fue 0,544. Mientras que para el 2019 había sido 0,526, el más alto desde el 2012.  

Para el 2019, Chocó y La Guajira tenían un coeficiente de Gini de 0.59 y 0.58 respectivamente. Por otro lado, Cundinamarca y Risaralda registran los coeficientes más bajos con 0.43 y 0.44 respectivamente.  
 

Usualmente se entiende como la facilidad que tienen las personas para mejorar su ingreso en una sociedad. Usualmente se mide a entre generaciones. Por ejemplo, cuántas generaciones le tomaría a alguien lograr el ingreso promedio de su país, cuando nace en una familia de ingreso bajo (primer decil de ingresos).  
 

Un informe de la OCDE (2018) estima que aquellos nacidos en familias de ingreso bajo en Colombia tendrían que esperar 11 generaciones para lograr el ingreso medio del país. Esta cifra es la más alta de la OCDE, por encima de Brasil y Sudáfrica que tienen 9 generaciones. El promedio de la OCDE es de 4.5 generaciones.  

Las “desigualdades persistentes” remiten a desigualdades duraderas, organizadas alrededor de categorías especificas (género, raza, clase, etc.) que afectan a las personas a lo largo de sus vidas. Por el hecho de pertenecer a ciertas categorías institucionalizadas y naturalizadas, algunas personas tienen más oportunidades y posibilidades que otras.  
 

Las desigualdades se relacionan, en primer lugar, con la distribución de los recursos económicos y de los bienes materiales. Pero otras dimensiones son también importantes, en particular las que tienen que ver con el ámbito social, político y cultural.  
 

Se puede hablar de “acaparamiento de las oportunidades” cuando los miembros de algunos grupos sociales tienen sistemáticamente una serie de privilegios y beneficios, mientras que otros se encuentran estructuralmente marginalizados.  
 

El sociólogo Pierre Bourdieu ha desarrollado los conceptos de capital cultural y de capital social para evidenciar el funcionamiento complejo de la dominación, más allá de las desigualdades en un sentido estrictamente económico. En su modelo, la cercanía con la “cultura legitima” – la que se aprende en las instituciones de educación superior – brinda una serie de beneficios esenciales para ocupar posiciones dominantes en la sociedad. Lo mismo se puede decir de las redes de relaciones personales.  
 

Si las escuelas sirven principalmente como lugar de formación para todos los niños y jóvenes de una sociedad, tienen también otras funciones más ocultas. Así, el sistema escolar funciona – de manera simultanea – como un mecanismo de reproducción de las desigualdades, que permite legitimar la posición dominante de algunos grupos sociales sobre otros. Es evidente, por ejemplo, que el éxito escolar depende en gran parte del origen familiar y de la clase social.  
 

El concepto de “reproducción social” hace referencia a la capacidad que tienen algunos grupos privilegiados de mantener su posición dominante en la sociedad, una generación tras otra, mientras que otros siguen teniendo una condición dominada.  
 

Vivir en una sociedad desigual provoca tensiones y sentimientos de injusticia, que pueden perjudicar incluso a los más privilegiados. En las sociedades más igualitarias, las personas tienen mejores condiciones de vida y los lazos sociales entre las personas son más fuertes.  
 

Un cambio social puede existir, a la condición de reorganizar tanto material como simbólicamente las relaciones entre los grupos sociales. La estructura desigual de un país – como la que existe en Colombia – no es una fatalidad, sino el resultado de unos arreglos sociales particulares y contingentes.  
 

La noción de “interseccionalidad” – como herramienta para el análisis – nos ayuda a entender la manera en que diferentes formas de desigualdades y discriminación (de raza, clase, género, generación, etc.) interactúan entre sí para influir sobre el acceso a derechos y oportunidades de personas singulares.  
 

La noción de “sufrimiento social” permite enfatizar el hecho de que muchos de los dolores que afectan a las personas en nuestra sociedad tienen un origen social. Es decir que no son el resultado de “accidentes” aleatorios de la vida, y que tampoco se deben al azar de las biografías.  
 

Aunque la noción de “clases sociales” ha perdido su importancia en los discursos académicos y periodísticos, la realidad de las desigualdades sociales entre grupos que tienen diferentes condiciones de vida, recursos, oportunidades, etc. es más relevante que nunca.