Según Simón Uribe, profesor de nuestro programa de Gestión y Desarrollo Urbano de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos, los problemas que tiene la carretera Bogotá – Villavicencio vienen desde su concepción. “Su historia como vía carreteable, que va desde la década de 1930 hasta el presente, acumula un sinfín de cierres por derrumbes y varias tragedias, entre las cuales la más recordada es quizás la de Quebrada Blanca en 1974, que se calcula dejó más de 500 muertos”, afirma Uribe.
Además, el académico destaca que las vías alternas que van desde la capital del país hacia Villavicencio, no cuentan con las características adecuadas para el paso de vehículos de carga, sin contar el incremento en los costos de transporte debido a la distancia y el tiempo. “En el mejor de los casos, esto implica un tiempo adicional de 10 horas para quienes requieren transportarse entre Bogotá y Villavicencio o en sentido contrario, y la diferencia en distancia las hace inviables económicamente por el incremento en los costos de los fletes”, indica Uribe.
El cambio climático, ¿el gran responsable?
Para Sebastián Zapata, profesor de nuestra Facultad de Ciencias Naturales, el cambio climático no es el único responsable los derrumbes presentados en las últimas semanas en la Vía al Llano. “Aunque los efectos del clima son innegables, detrás de estos eventos se ocultan procesos complejos que trascienden el cambio climático, y que involucran fenómenos naturales no relacionados con el clima, así como fallas políticas e ingenieriles”, afirma el académico.
Factores no relacionados con el clima, como las debilidades en la infraestructura, la deforestación, el desconocimiento del territorio y la carencia de medidas preventivas otorgan una responsabilidad significativa a las entidades estatales en los derrumbes. “Estos últimos acontecimientos a menudo invocan el cambio climático o culpan a la "naturaleza" erróneamente para eludir sus responsabilidades”, destaca Zapata.
Sin embargo, el profesor señala como los deslizamientos también se deben en parte a una respuesta a los cambios abruptos en el clima y la dinámica atmosférica a los que se enfrenta en planeta en la actualidad.
“Estas respuestas son evidentes en la frecuencia y magnitud de eventos como deslizamientos, inundaciones y cambios en los patrones de sedimentación en nuestro territorio. Estos mecanismos representan la manera en que el paisaje busca un nuevo equilibrio ante las modificaciones del comportamiento histórico de la lluvia que se asocian al cambio climático global”, señala Zapata.
Las posibles soluciones a la problemática
Para Simón Uribe, una de las soluciones viable a corto plazo es estabilizar la carretera actual y continuar con la construcción de los puentes y viaductos; y a largo plazo, las alternativas van desde la construcción de una vía segura y viable hasta la reactivación de la iniciativa del ferrocarril del Meta. “proyecto que tuvo mucha acogida a fines del siglo XIX pero que fue eventualmente archivado por el Senado de la República aludiendo restricciones fiscales”, puntualizó Uribe.