Redacción por: Paula Escallón
El 30 de mayo es el Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, una enfermedad en la que el sistema inmunológico ataca la mielina, componente esencial de las fibras nerviosas para la trasmisión de las señales nerviosas.
De acuerdo con Mariana Gaviria, neuróloga e investigadora del Centro de Neurociencia Neurovitae y profesora de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario, la prevalencia global de la enfermedad ha aumentado con aproximadamente 2.9 millones de personas diagnosticadas a nivel mundial.
“Esta enfermedad es más frecuente en países nórdicos y países de América del Norte. Afecta más a mujeres que a hombres, y la mayoría de los casos se diagnostican a entre los 20 y 40 años de edad, aunque puede presentarse a cualquier edad”, señala la profesora Mariana.
El origen de la esclerosis múltiple es multifactorial, por factores genéticos y ambientales. Algunos de ellos son poca exposición solar, consumo de tabaco, sobrepeso durante la adolescencia, déficit de vitamina D o haber tenido una infección previa por el virus de Epstein Barr.
La presentación clínica es muy heterogénea, ya que cada paciente es diferente al otro. Según la profesora Mariana, los síntomas de la esclerosis múltiple pueden variar ampliamente según la ubicación y la gravedad de las lesiones en el sistema nervioso central. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:
-Problemas de visión, como visión doble o pérdida de visión.
-Debilidad muscular, como disminución en la fuerza.
-Espasmos musculares o rigidez.
-Fatiga extrema.
-Entumecimiento u hormigueo en diferentes partes del cuerpo, cambios en la sensibilidad.
-Problemas de equilibrio y coordinación, como alteraciones en la marcha.
-Mareos o vértigo.
-Problemas de control de la vejiga o del intestino, cambios en hábitos intestinales y vesicales.
-Problemas cognitivos, como dificultad para concentrarse o problemas de memoria.
-Cambios en el estado de ánimo, como depresión o ansiedad.
Hoy en día, existen diferentes medicamentos para el tratamiento, orales y de aplicación subcutánea, intramuscular o intravenosa, que buscan disminuir la discapacidad y progresión de la enfermedad.
“Los especialistas que se encargan de atender esta enfermedad son los neurólogos, sin embargo, nos apoyamos de otras especialidades médicas como psiquiatría, fisiatría, urología, infectología, psicología y el equipo de rehabilitación”, concluye la profesora Mariana.