Más ciencia de alto impacto
Por:Mara Brugés Polo
Foto:Milagro Castro, URosario
Ciencia y tecnología
Por:Mara Brugés Polo
Foto:Milagro Castro, URosario
En los equipos de fútbol o ciclismo, la fortaleza de cada uno de los deportistas no depende solo de su desempeño individual, sino también del trabajo colaborativo y de la motivación que imprime el ‘espíritu de cuerpo’ hacia el logro de resultados colectivos. En tal sentido, dice Sergio Andrés Pulgarín Molina, vicerrector de la Universidad del Rosario, la fortaleza no está exclusivamente en las competencias del deportista sino, principalmente, en el equipo como un todo. Guardando las proporciones, lo mismo sucede en el ámbito de la investigación, explica el directivo, quien cree firmemente que la unidad de análisis, intervención e incentivo no es el investigador como un actor aislado y reducido a sus inquietudes individuales sobre el mundo; es el grupo de investigación como una forma colectiva de emergencia de ideas que se materializan gracias al trabajo colaborativo de un sistema de redes
Esta visión tiene una estrecha relación con lo que en el mundo de la ciencia se conoce como Human-centered research o investigación centrada en el individuo. Este concepto apropia, más que un arreglo de métodos y herramientas, una forma de reflexionar la ciencia desde una perspectiva humanista, no individual. En una dimensión práctica, consiste en explorar, comprender y resolver problemas de investigación, a partir de necesidades reales de la humanidad. ¿Cómo se logra esto? Propiciando procesos asociados con la consulta, el aprendizaje colectivo, la retroalimentación, la colaboración y, quizá lo más importante, la comprensión del ser humano y su entorno.
“Pensar la ciencia desde el punto de vista de la centralidad en el individuo significa pensar principalmente en cómo el acto de investigar supone un impacto transformador para la humanidad”, dice el Vicerrector, para quien todos los proyectos de investigación, ya sean de ciencia básica, aplicada o de innovación, son susceptibles de tener alto impacto en la sociedad. “No debemos confundir los propósitos de la ciencia básica y aplicada, tampoco entrar en ese falso dilema de cuál es más importante. Ambas son fundamentales, tanto desde el puro utilitarismo hasta la simple motivación por explorar y comprender cualquier fenómeno. La investigación de alto impacto no riñe con ninguna forma particular de entender la ciencia”, afirma
“No debemos confundir los propósitos de la ciencia básica y aplicada, tampoco entrar en ese falso dilema de cuál es más importante. Ambas son fundamentales, tanto desde el puro utilitarismo hasta la simple motivación por explorar y comprender cualquier fenómeno. La investigación de alto impacto no riñe con ninguna forma particular de entender la ciencia”, afirma Sergio Andrés Pulgarín Molina, vicerrector de la Universidad del Rosario.
Pulgarín se formó como administrador desde su pregrado hasta su doctorado. Su interés por la disciplina delmanagement (dirección y gestión de organizaciones) lo llevó a cuestionar los retos de la investigación en este campo, generados básicamente por la brecha entre las necesidades de comprensión e intervención de las organizaciones y los intereses de investigación de una proporción importante de científicos en el campo. “Fue en este punto donde entendí que la investigación de impacto y la centralidad en el individuo van estrechamente relacionadas con las soluciones que se entregan a la sociedad”.
A partir de sus reflexiones desde el management, el vicerrector apropió la noción de centralidad en el individuo e impacto en la investigación, y desde entonces se ha destacado por poner en práctica estos conceptos en los distintos ámbitos del liderazgo universitario: “Yo creo firmemente en la construcción colaborativa como un mecanismo eficiente para orientar y tomar decisiones asertivas. Recientemente, cuando trabajamos la Ruta UR2025 Revolución Digital, lo primero que hicimos fue consultar a 9.600 actores de nuestra comunidad sobre el futuro de la universidad. Esta iniciativa nos tomó cinco meses más de trabajo que si lo hubiéramos acordado con los líderes de la universidad; no obstante, dado que la Universidad del Rosario cuenta con una cultura basada en la reflexión y el diálogo, tomamos el camino más largo, pero el de mayor impacto y participación. Esto tiene que ver con la visión que quiero imprimir a lo largo de mi gestión en la Vicerrectoría”, asegura.
Madurando la investigación
La Universidad del Rosario inició un proceso de maduración de la investigación desde hace más de veinte años; sin embargo, en los últimos cinco, esta se ha fortalecido notablemente en términos de cobertura en diferentes campos de conocimiento, mayor calidad, internacionalización y redes de colaboración científica. Hoy es posible presentar al país una ciencia reconstructiva y comprensiva, en la que la generación de conocimiento al servicio del bien público debe continuar.
Con esta visión que le da su formación rosarista, su experiencia como profesor y su participación en actividades científicas, el nuevo Vicerrector de la Universidad del Rosario llega con el firme propósito de continuar consolidando una cultura de investigación en la cual el ser humano sea la columna vertebral de la reflexión científica y, asimismo, el gran beneficiario.
“Hay que investigar en los problemas que impiden que el mundo sea mejor. En la universidad tenemos muchos ejemplos: La Alianza Economía Formal e Inclusiva (EFI), financiada por la iniciativa gubernamental Colombia Científica y constituida por 24 actores nacionales e internaciones para desarrollar el Programa Científico Inclusión productiva y social: programas y políticas para la promoción de una economía formal, es uno de ellos, donde logramos conformar un ecosistema de investigación que aborda diferentes ámbitos de un mismo problema de impacto significativo, como es el caso de la informalidad en el empleo y sus implicaciones en una economía emergente como la colombiana. Esto tiene un impacto que trasciende el desarrollo del país y beneficia a muchas personas que trabajan en la informalidad. Este es el tipo de ciencia de la que yo estoy hablando”, explica Pulgarín.
Y para ser más enfático, cita otro ejemplo: “La universidad realiza múltiples proyectos e iniciativas de investigación mediante la Escuela Intercultural de Diplomacia Indígena (Eidi), cuyo espíritu principal es acompañar a las mujeres del Resguardo Arhuaco del Cesar en procesos formativos, y a sus organizaciones en procesos de investigación colaborativa. En la última década se han formado alrededor de 5.000 personas indígenas en todo el país y recientemente los investigadores publicaron un informe sobre la memoria de las mujeres Arhuacas denominado Voces de la madre tierra, que contribuye al esclarecimiento de la verdad y la construcción de paz. ¿Esto tiene algún impacto? ¡Claro que sí!, porque contribuye a resolver problemas reales de la humanidad mediante la investigación y en eso debemos enfocarnos”, asegura Pulgarín.
Con la implementación de proyectos como estos, transversales y multidisciplinarios, la Universidad del Rosario consolida sus grupos de investigación y genera nuevos procesos de formación mediante actividades científicas en las cuales el investigador maduro, que cuenta con una sólida experiencia, comparte sus conocimientos y retos con jóvenes entusiastas que apenas se inician en el campo de la investigación mediante programas de semilleros, jóvenes investigadores y asistentes graduados, entre otras opciones, que incentivan el talento científico y el relevo generacional.
Así, Sergio Pulgarín, un convencido de que la aplicación del método científico sirve para muchas cosas en la vida, no solo para hacer ciencia, comienza a trazar en la institución nuevos planes de investigación que tienen como base la estrategia, más que la estructura. “La clave está en comprender antes de intervenir y siempre generar un alto impacto en la sociedad”, concluye.
Con la implementación de proyectos transversales y multidisciplinarios, la Universidad del Rosario consolida sus grupos de investigación y genera nuevos procesos de formación mediante actividades científicas en las cuales el investigador maduro, que cuenta con una sólida experiencia, comparte sus conocimientos y retos con jóvenes entusiastas que apenas se inician en el campo de la investigación mediante programas de semilleros, jóvenes investigadores y asistentes graduados, entre otras opciones, que incentivan el talento científico y el relevo generacional.