Una expedición fotográfica al pasado de Colombia
Por:Felipe Abondano
Foto:Investigadores ECH-Archivos https://doi.org/10.12804/dvcn_10336.42343_num7
Cultura y sociedad
Por:Felipe Abondano
Foto:Investigadores ECH-Archivos https://doi.org/10.12804/dvcn_10336.42343_num7
Al fondo, un telón que simula un bosque europeo. En el suelo algunas plantas de utilería y paja que intenta parecer un prado. Ellos, con el torso y los pies desnudos, tienen colgados pecheros y narigueras. Como hipnotizados, sus miradas se dirigen a una cámara que ha capturado el momento para siempre. El pie de foto dice que son indígenas cumics de Antioquia y que llevan puestos hallazgos precolombinos. Cada detalle de esta fotografía fue pensado para responder a la curiosidad de quien jamás ha visto a un indígena colombiano.
Como esta, más de 2.500 imágenes conforman la colección que los vulcanólogos Alphons Stübel y Wilhelm Reiss adquirieron durante su travesía por Sudamérica desde inicios de 1868 hasta 1877. Un recorrido en el que pretendían seguir los pasos del gran explorador Alexander von Humboldt. Los investigadores recorrieron el país con la intención de llegar al volcán Chimborazo (Ecuador) y en el periplo adquirieron las fotografías que hoy forman parte de la Colección Alphons Stübel del Instituto Leibniz de Geografía Regional en Leipzig y de la Colección Reiss que reposa en el Museo Reiss-Engelhorn en Mannheim (ambos en Alemania).
“En los últimos años, Colombia está haciendo un gran esfuerzo por construir memoria, pero no por construir historia”, lo resumió Sven Benjamin Schuster, profesor de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario en diálogo con esta publicación, anotando que estas imágenes pretenden mostrar fragmentos de esta nación que aún no se conoce a sí misma y que debería valorar los archivos fotográficos como un referente, no sólo de lo que somos ahora, sino de lo que hemos sido.
Recientemente los historiadores Sven Benjamín Schuster y Alejandra Neva Oviedo, profesores de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, lograron recopilar en formato digital las más de 200 imágenes de estas colecciones que fueron adquiridas por los viajeros en Colombia entre 1868 y 1870, pero también posteriormente. Por ejemplo, hacen parte de la colección una serie de imágenes de las estatuas de piedra de San Agustín tomadas por el fotógrafo antioqueño Emiliano Jaramillo que fueron adquiridas en 1891, o sea, unos 14 años después del fin de viaje por Sudamérica.
Cabe mencionar que algunas de las imágenes pertenecientes a la Colección Stübel ya fueron exhibidas en la Biblioteca Luis Ángel Arango en 1996 en el marco de la exposición “Tras las huellas: dos viajeros alemanes en tierras latinoamericanas”, mientras que las fotografías de la Colección Reiss nunca se han presentado en el país.
Ambas colecciones son poco conocidas por la comunidad académica y la mayoría de sus originales aún no pertenecen al patrimonio histórico nacional. Sin embargo, hoy se pueden apreciar en una de las exposiciones virtuales ofrecidas por el Rosario (https://urosario.edu.co/ exposiciones/coleccion-alphons-stubel) o en las páginas del libro “Colombia: un viaje fotográfico. Las colecciones de Stübel y Reiss (siglo XIX)”, un hermoso testimonio editorial de este ejercicio académico.
A los historiadores les llamó la atención que estas imágenes hayan pasado tanto tiempo ignoradas o desconocidas para el país. “En los últimos años Colombia está haciendo un gran esfuerzo por construir memoria, pero no por construir historia. Estas imágenes dan cuenta de una nación que aún no se conoce a sí misma y que debería valorar los archivos fotográficos como un referente, no sólo de lo que somos ahora, sino también de lo que hemos sido”, puntualiza Schuster.
“El volcán Tolima, valle del río Combeima”. Procedencia del original: Colección Alphons Stübel, Instituto Leibniz de Geografía Regional, Leipzig (Alemania).
Motivados por esta reflexión, los investigadores lograron recopilar la colección que armaron los aventureros alemanes durante ese viaje junto con las anotaciones que escribieron en sus diarios, en un esfuerzo por ‘remirar’ estas fotografías tomadas en un periodo del país caracterizado por las guerras civiles, las disputas territoriales y la construcción de una identidad nacional.
El libro Colombia: un viaje fotográfico. Las colecciones de Stübel y Reiss (siglo XIX) ha llamado la atención de la academia colombiana y del público general, y se ha convertido en una pieza fundamental para entender la realidad socioeconómica, política y cultural de la segunda mitad del siglo XIX de Colombia. Los historiadores insisten en que la investigación sobre el pasado fotográfico del país apenas está empezando y en que las imágenes colectadas por los vulcanólogos pueden ser una nueva fuente de conocimiento sobre el pasado gráfico nacional.
Buscando El Dorado en los volcanes
Son muchas las razones que llevaron a Alphons Stübel y a Wilhelm Reiss a venir a Colombia. En esa época la vulcanología era una ciencia atractiva con un gran campo de estudio, y los alemanes consideraban a los Andes y su trifurcación final en Colombia como una especie de tesoro; una gran cantidad de accidentes geográficos apenas documentados y podían significarles, sencillamente, la trascendencia en su universo investigativo. Pensaron que tardarían tres meses en el país, pero vivieron y estudiaron su geografía durante más de dos años.
Reiss fue un geólogo y explorador alemán, nacido en el Gran Ducado de Baden. En 1872 se convirtió, junto con su sirviente colombiano Ángel María Escobar, en la primera persona en escalar con éxito la cima del volcán Cotopaxi (al norte de Ecuador). Por su parte, Stübel, nacido en el reino de Sajonia, estudió química y mineralogía en la Universidad de Leipzig, y junto con Reiss fue el primero en coronar la cima del volcán Tungurahua (igualmente, en suelo ecuatoriano), en 1873. Los dos provenían de familias de empresarios exitosos, por lo que contaban con suficientes fuentes de financiación para cubrir los requerimientos y exigencias de su expedición, cuyo destino final era el Chimborazo. En Colombia, escalaron y midieron los volcanes del Tolima y del Huila, entre otros.
Durante el recorrido descubrieron, entre muchos hallazgos, que gran parte de las mediciones de altura que Humboldt había oficializado estaban erradas y que los mapas topográficos existentes, como aquellos elaborados por la Comisión Corográfica de mediados del siglo, eran poco fiables. En su trasegar expedicionario las fotos se fueron acumulando a la par con los instrumentos de medición. Quizás al principio eran souvenirs, pero después se convirtieron en piezas importantes de la travesía y en una forma de mostrar fragmentos de un país desconocido para sus pares europeos.
“Cartagena: Palacio de la Inquisición”. Procedencia del original: Colección Alphons Stübel, Instituto Leibniz de Geografía Regional, Leipzig (Alemania).
Un viaje al siglo XIX
Las curvas montañosas de la Cordillera Central se repiten, unas más oscuras que las otras. La técnica fotográfica de entonces no permite detallar el cielo que se observa en la imagen totalmente blanco; pero en el fondo se adivina el volcán Nevado del Tolima, aún blanco, aún imponente. Los investigadores del Rosario descubrieron que la foto fue encargada por Stübel; él quería recordar este punto de su viaje y las carreteras a las afueras de Honda, por donde también pasó Humboldt.
La fotografía, entonces, fue tomada en 1873, tal como lo recuerda el pie de foto escrito debajo de la imagen, cinco años después del inicio del viaje de los dos exploradores. Entre el Puerto de Santa Marta y la ciudad de Honda hay 863 kilómetros. Su recorrido les pareció interminable. Posteriormente, la fotografía se usó como base para una pintura de gran formato. Esta fue exhibida en el Museo de Geografía Comparada de Leipzig a partir de 1905, dado que en ese momento Stübel consideró que la fotografía no logró capturar la belleza del paisaje, ni la odisea del viaje: “La fotografía de paisajes nunca podrá reproducir las particularidades de la estructura de una montaña con la misma nitidez como lo hace un geólogo con el lápiz sobre el papel”.
La pose detrás de la foto
Lo primero que se ve es la cascada que rompe el paisaje. Su fuerza al chocar las rocas, la velocidad de las aguas no puede documentarse con las cámaras de la época por lo que en la imagen parece apenas una mancha blanca en medio de la textura de las montañas. En el centro de la imagen, en la parte superior, un grupo de personas organizadas en líneas posa para una cámara lejana. Las órdenes debieron ser claras: estas personas procuran no moverse durante algunos minutos para que la cámara los capture con detalle. Son 75 personas acostumbradas a moverse entre precipicios y la oscuridad de los túneles de las minas. Posan para un fotógrafo supuestamente contratado por el empresario Gustave Lehmann, quien para ese entonces controlaba las minas de esmeralda en Muzo (Boyacá) y quien les regaló esta fotografía a los vulcanólogos.
Reiss y Stübel realizaron pequeñas excursiones a lugares cercanos a la ruta original, entre ellos, las minas de Muzo. Los diarios de campo de Reiss describen el detrás de cámara de la imagen, la sensación de que Muzo era un pueblo en ruinas y que la concesión minera no beneficiaba las arcas estatales ni el desarrollo local:
“El primer día de nuestra estadía, la cosecha era enorme, ya que se encontraron varios cientos de cristales, entre los cuales había muchos pequeños, pero también dos del tamaño de un puño. Lehmann nos aseguró más de una vez que días como estos eran la excepción absoluta y nos pidió que no habláramos de esto en Bogotá. Para mencionar este personaje una última vez, quisiera observar que el talento ejecutivo de Lehmann se reduce a embolsarse hasta el más pequeño granito de esmeralda con codicia notable”.
La labor de los profesores Schuster y Neva permitió concluir que las imágenes de las minas de Muzo fueron tomadas por encargo por el mismo Lehmann, quien entregó una copia a los vulcanólogos para que ellos hicieran publicidad de la concesión minera.
Al analizar minuciosamente las imágenes y los apuntes de Stübel sobre ellas, los investigadores pudieron advertir que las condiciones de trabajo de la mina diferían de lo documentado en las fotografías. Ello también nos pone a reflexionar sobre los usos documentales de este material en el que todos los componentes de la escena son puestos de forma intencionada y donde se impone la visión del fotógrafo sobre la realidad.
La publicación de los investigadores rosaristas incluye una selección juiciosa de grabados e ilustraciones con las que los vulcanólogos documentaron parte de sus vivencias u observaciones durante el recorrido; esas ocasiones cuando prefirieron confiar en su lápiz, en lugar de quedarse sólo con lo que el ojo de los fotógrafos locales de la época captaban a través de sus cámaras.
“Nuestro ojo se cansa mucho menos al observar dibujos invidualizados, si se compara con el marrón monótono de fotografías mediocres. En estas regiones de difícil acceso, sólo un viajero que invierte mucho tiempo y toda su dedicación podría tomar fotografías de gran perfección, de forma sistemática”.
“Indígenas cumics, Antioquia”. Procedencia del original: Colección Alphons Stübel, Instituto Leibniz de Geografía Regional, Leipzig (Alemania).
San Agustín, los dioses del bosque
En medio de palmas y árboles se encuentra una escultura antropomorfa de aspecto triangular. Se resaltan sus ojos, nariz y dientes rematados con colmillos. Al fondo hay otra escultura, esta sí de cuerpo entero; en sus manos sostiene unos objetos que parecen sagrados. El detalle en la representación de la fauna y de las esculturas de la ilustración dibujada por Stübel dan pistas de su interés por estas áreas de estudio , y quizás fue aquí donde se despertó su pasión por la arqueología.
Saliendo de Bogotá hacia el sur de Colombia los viajeros reconocieron que sus intereses científicos eran diferentes y por ese motivo acordaron tomarse una pausa para reencontrarse tiempo después en Popayán. Durante este fragmento del recorrido Stübel decidió desviarse hacia los Llanos Orientales, pese a las múltiples recomendaciones de no hacerlo por parte de Reiss y otros bogotanos notables, debido a las temibles fiebres endémicas que azotaban la región por esos días.
Stübel hizo caso omiso a los consejos y partió hacia la vasta zona, donde presenciaría una intentona de golpe de Estado sobre la que posteriormente narraría en sus diarios; pero también pescó una fiebre tropical que lo acompañaría por el resto de sus días. Una vez se sintió aliviado cruzó Ibagué hacia el sur del país, atravesó el Huila y en San Agustín encontró huellas de algunas culturas precolombinas.
Fascinado por las esculturas propias de los antiguos pueblos de San Agustín, Stübel contrató a algunos habitantes de la región para que le ayudaran a desenterrar lo que él denominó como “dioses del bosque”. Al desenterrar una de las figuras descubrió que era en realidad una escultura de piedra de unos 4,5 metros de altura. También encontró otras piezas arqueológicas precolombinas cuyas ilustraciones y fotografías hicieron parte de los objetos exhibidos en su museo de Leipzig.
Un extracto de su bitácora Stübel explica cómo era el lugar: “En las barrancas el agua cae en cascadas maravillosas sobre las masas de lava oscura. En una pequeña meseta se extienden los campos de los indígenas, los cuales están notablemente bien cuidados. La belleza del escenario salvaje no se puede describir con palabras”.
Todas las fotografías e ilustraciones que acumularon en el viaje constituyeron una forma de llevar consigo buena parte de su aventura al regresar a casa y de apoyar las mediciones que estaban efectuando, aunque eran muy conscientes de que no existía una forma de contar con fidelidad lo que habían visto y vivido.
“San Agustín”, dibujo de Alphons Stübel. Procedencia del original: Colección Alphons Stübel, Instituto Leibniz de Geografía Regional, Leipzig (Alemania).
La mirada alemana, las fotografías colombianas
Juntos de nuevo en Popayán, los alemanes visitaron a múltiples fotógrafos que se habían asentado en la ciudad. Estaban verdaderamente sorprendidos por la cantidad de estudios fotográficos presentes en la ciudad y por la grandeza de las series fotográficas que allí se comercializaban.
Para identificar la procedencia de las imágenes, Schuster y Neva Oviedo se basaron muchas veces en los pies de fotos, firmados generalmente por autores como Demetrio Paredes, fotógrafos caucanos como Mariano Cobo Rincón, Mariano Ramírez y José María Fernández (Asociación Ramírez Fernández). Pero en otros casos las fotos parecían ser un encargo, como si Stübel y Reiss viajaran acompañados por algún fotógrafo que registraba con su cámara lo que ellos descubrían o les parecía interesante. Tales son los ejemplos de las imágenes de un platanal en Tolima o de la casa que compartieron en Bogotá en 1868.
Dichas fotos fueron tomadas con distintas técnicas y formatos, desde las fotografías de paisaje o las panorámicas de ciudades que mostraban los marcos de la plaza, hasta los retratos hechos en estudios donde posaban empresarios, intelectuales, políticos e igualmente indígenas y campesinos.
Esta fantástica colección se asemeja a lo que intentó ser la Comisión Corográfica de la Nueva Granada, liderada por Agustín Codazzi en 1850: una forma de definir lo que es Colombia y las personas que la habitan.
A su regreso, todas las fotografías, ilustraciones, e incluso algunos objetos, serían exhibidos en Leipzig. Bastó poco menos de un siglo, en 1996, para que aquellas adquiridas o encargadas por Stübel volvieran a Colombia. Esta publicación de la Universidad Rosario pretende que las imágenes de Stübel y Reiss, las cuales se presentan y analizan por primera vez en su conjunto, vuelvan a su país de origen, que sean vistas por nuevos públicos y que sean parte simbólica y popular de la historia de la fotografía colombiana.
Con este fin se logró un convenio con el Instituto Leibniz de Geografía Regional, donde reposan las fotografías originales de la Colección Stübel. Gracias a este convenio, que contó con el apoyo del antiguo director de la Unidad de Patrimonio Cultural e Histórico de la URosario, el doctor Luis Enrique Nieto (1947-2020), el archivo histórico de la Universidad cuenta con copias digitales en alta resolución a la vista de todos los interesados en la exposición virtual.