¿Cómo podemos comprender las condiciones de los trabajadores en plataformas como Rappi o Uber desde las ciencias humanas y sociales? El caso del Proyecto Fairwork. Entrevista a Oscar Maldonado
Carolina Galindo Hernández
Carolina Galindo Hernández
Programa de Sociología, Escuela de Ciencias Humanas, Universidad del Rosario
Diariamente, miles de personas en ciudades como Bogotá hacemos uso de plataformas para solicitar servicios de transporte, comida a domicilio o sortear emergencias relacionadas con las labores de hogar. Sin embargo, son muy pocos quienes conocen las condiciones de trabajo y de vida de las trabajadoras y trabajadores de estas plataformas que movilizan un lucrativo sector que, después de la pandemia del COVID 19, representa una importante fuente de empleo y que cuenta con una participación creciente en la economía del país. Por esta razón, desde el programa de Sociología, el proyecto Fairwork ha querido contribuir a dar luces sobre este fenómeno en el país. Para ello, entrevistamos al coordinador del capítulo Colombia, el profesor Oscar Maldonado para dar cuenta de las transformaciones y desafíos de este tipo de trabajo propio de los tiempos de la llamada era digital.
Carolina Galindo (CGHE): ¿Qué es el proyecto Fairwork?
Oscar Maldonado (OM): El proyecto Fairwork es un ejercicio de investigación-acción relacionado con las condiciones de trabajo de la economía de plataforma. Lo enmarco en la investigación-acción porque más allá de querer entender únicamente un fenómeno social como lo es la economía del trabajo (reestructurado por un nuevo conjunto de tecnologías relacionadas con la información y la comunicación, la matematización de muchos procesos de mercado, los algoritmos y demás) nos interesa ante todo contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores y de las personas que encontraron en las plataformas una forma de subsistencia. Tiene un enfoque dirigido a medir los impactos en esas poblaciones que están en el centro de esta economía, pensando en un principio de solidaridad. Desde nuestro proyecto asumimos que la economía de plataforma es una puerta de entrada para mirar procesos que son mucho más generales sobre el futuro del trabajo. Asuntos como la plataformización, el control algorítmico, las nuevas formas de vigilancia pasadas por lo digital van colonizando poco a poco distintos tipos de trabajo. Trabajos que eran pensados en el pasado como muy clase media, profesionales, lo que los norteamericanos llaman white collars, cada vez cuentan más con estos mecanismos. Entender ese tipo de tecnología y esa experiencia del trabajo es fundamental para imaginarnos futuros para reaccionar y organizarnos política y socialmente frente a eso.
El proyecto hace parte de una red internacional que se llama igualmente Fairwork, el cual surge en el Reino Unido en el Instituto de Internet de Oxford donde el profesor Mark Graham (quien es un geógrafo que trabaja este tema de plataformas) comenzó a estructurar esta idea de estudiar economías de plataforma, pero al mismo tiempo interpelar a las plataformas. Nosotros no solamente recogemos información sobre cómo funcionan las plataformas o las condiciones de trabajo, sino que también se estableció desde el inicio una suerte de sistema de evaluación, desde el cual examinamos las condiciones de trabajo de las plataformas de acuerdo con cinco principios[1], que son los principios que ha venido discutiendo la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre trabajo decente y a partir de esto entrevistamos a profundidad a trabajadores, recogemos información estadística e intentamos (por todos los medios) establecer conversaciones con los dueños de las plataformas. Con todo esto establecemos un puntaje. Las mediciones se han aplicado en países como Inglaterra, Alemania (donde contamos con otro socio como lo es el Berlin Social Science Center WZB) y se han ido extendiendo a otros lugares del mundo. De esta manera tenemos igualmente varios proyectos de Fairwork en el sudeste asiático, en Pakistán e India y en América Latina comenzamos hace unos tres años en diferentes países. En la actualidad, la red ha crecido y somos ya treinta países. Para el caso particular de América Latina tenemos una presencia importante, pues cubrimos casi todos los países desde México hasta Argentina. En cada equipo nacional se cuenta con un coordinador cuya función es llevar a cabo la investigación local pero sin perder la mirada comparativa. De esta manera, se ha venido constituyendo una red internacional que revisa los principios, ajusta la metodología y hace constantemente estudios comparados de economías de plataforma en el mundo.
En el caso colombiano vamos hacia nuestro tercer estudio. Comenzamos en 2021 y en este momento estamos terminando la medición del 2023 que corre de manera paralela a la fase final del proceso de financiación del proyecto por parte del gobierno alemán. Vale la pena señalar que el proyecto cuenta con diferentes fuentes de financiación. En nuestro caso particular, dependemos de la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ).
CGHE: ¿Cómo se ha enmarcado esta investigación en el proyecto docente e investigativo de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario?
OM: En el marco de mi línea de investigación sobre los Estudios sociales de la Ciencia y la Tecnología, participamos en una convocatoria para proyectos de investigación conjunta en cooperación con otras dos universidades. En ese momento (2018) postulamos con un primer proyecto sobre tecnología y salud con un equipo de trabajo conformado igualmente por Derly Sánchez (Universidad del Rosario), Sandra Agudelo (Universidad Javeriana) y Luis Jorge Hernández (Universidad de los Andes). Es importante recordar que en ese momento estábamos asistiendo a un pico del fenómeno de la migración venezolana en Colombia y fue demasiado visible cómo Rappi y otro tipo de plataformas acogieron a este tipo de población. En esa ocasión el marco de investigación era muy afín a los Estudios sociales de la Ciencia, pues venía trabajando en temas como los métodos digitales, la sociología digital y esos primeros ejercicios de exploración estaban muy interesados en medir los riesgos del trabajo en un ambiente como el de Bogotá. En ese sentido, realizamos mediciones con artefactos de bajo costo como aquellos destinados a medir impacto de polución, se hicieron mapas en Google y se realizaron muchos esquemas de visualización. Y fue precisamente a partir de este proyecto que conocimos Fairwork. Ellos estaban buscando socios en Colombia y nos contactaron por el trabajo que veníamos adelantando; la Universidad del Rosario les pareció la más idónea para esta tarea. Desde entonces hemos venido trabajando con esta red.
CGHE: ¿Cómo se ha visto reflejado esto, más allá de dicha investigación, en otras actividades de la Escuela de Ciencias Humanas?
OM: Algo muy interesante del proyecto es el hecho que, si bien debemos derivar de éste productos académicos, su centro se encuentra en lo que podríamos llamar la producción no académica. Los informes que se entregan año a año no son informes académicos. Son informes cortos, construidos bajo los criterios de evaluación sobre los cuales un gran público puede decir “Yo uso Rappi, yo uso Uber…¿Cómo así que Uber tiene solamente una estrella?” . La pieza fundamental de ejecución de resultados es esa, pero aparte se hacen muchas piezas enfocadas a distintos grupos de interés. En muchos países este proyecto ha coincidido con intentos de regulación y en cada uno de ellos elaboramos estos Policy Briefs,muy sintéticos, pues la idea es que los lea el senador, el político, las unidades de trabajo legislativo, por lo cual nos hemos centrado mucho en este tipo de textos. En el caso colombiano, cuando empezamos a redactar los Policy Briefs, el gobierno anterior nos ignoró todo el tiempo, aunque los invitábamos, decían algo muy general. Sin embargo, con el actual gobierno, el actual viceministro del Trabajo, el profesor Iván Jaramillo Jassir, nos invitó a presentar algunos resultados, pues conocía nuestro trabajo de antes, cuando era profesor de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario. Por esta razón, la última versión del proyecto de reforma laboral (de manera específica el capítulo sobre economía y plataformas) está construido con evidencias del proyecto. Esto ha sido un impacto importante.
Foto: cortesía de Óscar Maldonado
También nos interesa mucho poder trabajar con las organizaciones de trabajadores. Nos interesa mucho poder apoyar el proceso de UNIDAPP que es un sindicato de trabajadores de plataformas. Últimamente estamos muy involucrados en temas de trabajo doméstico, pues existen muchas plataformas y esto plantea un diálogo muy interesante, tanto con las empresas porque es un sector muy regulado y dichas empresas tienen que dar mucho más que otras basadas en la tecnología y con los sindicatos de trabajadoras domésticas. En algún momento nos pidieron ayuda para desarrollar una metodología de encuesta o cuando requieren una información más formalizada, nosotros como académicos podemos proveer esas cosas. Por otro lado, el año pasado tratamos de llevar la discusión a las calles con artistas de grafiti. Se hizo un ejercicio en la localidad de
Teusaquillo es un espacio llamado El Grafitazo, coordinado por la Mesa del grafiti de Teusaquillo, la cual tenía como tema la economía de plataforma. Y se ejecutó un proyecto de grafiti en un mural gigante frente a Movistar Arena en el cual colaboramos desde el proyecto. Se hizo una presentación con dicha mesa, se lograron gestionar algunos recursos para que los artistas pudieran reflexionar sobre dicho tema y lo plasmaron en la obra. De esta iniciativa se derivaron otras cosas muy interesantes. Fue un muy buen ejercicio de exploración. También estamos apoyando la organización de una exposición fotográfica a partir de imágenes tomadas por trabajadores de las plataformas. Se hicieron algunos talleres, se capacitó a los trabajadores para que ellos mismos documentaran su propia experiencia.
CGHE: En términos de la vinculación de estudiantes y de otras y otros docentes, egresadas y egresados ¿Cuál ha sido el impacto del proyecto?
OM: El proyecto ha sido una gran oportunidad para enganchar a estudiantes que luego pasan a ser egresados, por lo que muchas veces su primer trabajo está relacionado con el proyecto. Tuvimos una generación muy valiosa de estudiantes vinculados al Laboratorio de Métodos Digitales (DISORLAB) y muchos de ellos nos han venido colaborando en las diferentes mediciones. De nuestro proyecto se han derivado algunas tesis a nivel de maestría y muchos de nuestros estudiantes/egresados han encontrado en este espacio su primera oportunidad para ejercer como profesionales de la Sociología. También hemos articulado al proyecto algunos cursos, como es el caso actualmente de la asignatura Sociología especial: Sociología Digital que cuenta con un componente importante relacionado con el futuro del trabajo, por lo que estamos discutiendo todo el tema de economía de plataforma, tecnología y género, interseccionalidad y tecnología, entre otros asuntos.
Foto: cortesía de Óscar Maldonado
CGHE: ¿Cuáles han sido los hallazgos más significativos que han encontrado para Colombia en relación con los principios de la OIT a los que hacen alusión?
OM: Un primer hallazgo que hemos destacado en las presentaciones que hemos realizado del proyecto en diferentes foros nacionales e internacionales, es el hecho de que la regulación sí importa. Esa idea según la cual la ley no sirve para nada no es cierta. La ley sí puede tener grandes logros porque cuando revisamos casos como el latinoamericano, los efectos son muy parecidos. En gran parte de América Latina las economías de plataforma se han centrado en tres sectores: transporte, reparto de comida y servicio doméstico. Pero en Colombia el trabajo doméstico en plataformas es mucho más digno que el del resto de los países de la región porque existen unas leyes de protección del trabajo doméstico que son el fruto de la lucha social de las trabajadoras del sector. Es una legislación relativamente reciente y uno de los mayores enemigos de estos logros es la informalidad. Una vez se formalizan, las reglas están claras y se nota mucho el mejoramiento de las condiciones. La economía de plataformas de este sector en Colombia tuvo que asumir desde un principio dichas normas y por esta razón puntúan bien.
Otro tema interesante ha sido el examen de los ingresos mínimos vitales, el cual ha sido tenido en cuenta por la metodología del proyecto. Para nosotros es importante no que la gente gane un salario mínimo, sino un salario mínimo vital. Este mínimo vital ya lo hemos calculado con base en el costo de vida de la ciudad, se infiere cuánto es lo mínimo que debe ganar una persona para tener una vida digna, es decir, que pueda tener recreación, cubrir la educación de un hijo, una canasta nutricional de calidad y, en ese sentido, el salario mínimo actual se queda muy corto. Ese ha sido un hallazgo muy interesante. El salario mínimo llega apenas como a la mitad de lo que debería ser el ingreso mínimo vital y vemos que muchas plataformas se contentan con reportar que los trabajadores perciben el salario mínimo, para la gente que trabaja en ciudades como Bogotá realmente es muy poco. Las únicas plataformas que logran tener ese tipo de ingreso son las de transporte como Uber y Cabify, pero el lado oscuro se encuentra en el hecho que para lograr esos ingresos deben trabajar un mínimo de sesenta horas a la semana. Además, en este sector específico, documentamos mucho subempleo: encontramos muchos profesionales y personas mayores de 45 años que tenían trabajos formales que por la pandemia o por este ambiente de recesión han perdido este trabajo y no pueden volver a encontrar trabajo en los mismos sectores. Estos trabajadores llegan a estas plataformas siguen pagando gastos como hipotecas y otros egresos tradicionales que tienen.
CGHE: ¿Cuáles han sido los obstáculos o desafíos metodológicos y de otro tipo que han tenido que afrontar para el desarrollo de este proyecto de investigación?
Profesor Óscar Maldonado. Foto: Universidad del Rosario
OM: Una de las cosas más complicadas ha sido el relacionamiento con las empresas. Podríamos decir, de alguna manera, que las empresas desconfían de la academia y más de la academia en Ciencias Sociales. Una vez que ven que vienen de la Sociología o que son análisis desde las Ciencias Sociales, asumen que vamos de entrada a criticarlos. Sin embargo, aunque nuestro marco es muy crítico, debemos decir que es muy abierto al diálogo. Este inconveniente ha sido una constante especialmente en el caso de plataformas como Rappi, pues de alguna manera esta empresa tuvo por muchos años en nuestro país “la sartén por el mango”, era muy celebrada, pues tenían la puerta abierta en el gobierno anterior, lo que los hacía muy herméticos. Hoy en día han cambiado un poco las condiciones, pues el gremio que los agrupa (Alianza In) está mucho más abierto al diálogo. Es interesante ver el hecho que si bien existían reservas contra el actual gobierno por una serie de reformas que está emprendiendo, vale la pena señalar que las presiones han servido. Lo que las plataformas están ofreciendo actualmente (y que aparece en el último borrador del proyecto de la reforma laboral, por el cual ha sido muy criticada la actual ministra de Trabajo por parte de sectores muy radicales) es que se comprometen a reconocer condición de trabajo a aquellos trabajadores que laboren a partir de las 40 horas semanales. Y en cuanto a aquellos que trabajan por debajo de las 40 horas, los empresarios de plataformas se comprometieron a mantener la condición de “colaborador” por lo que deben proveer por lo menos el 60% de los gastos para la cobertura de la seguridad social (salud, pensión y riesgos laborales). En otro contexto, hace tres años atrás, esto hubiera sido imposible. En otro contexto, esta “generosidad” no se hubiera dado jamás. Frente a esto, el sindicato de trabajadores de plataformas mostró un cierto malestar, pues estaban esperando que la ministra dijera que sí o sí todos los trabajadores deberían tener vinculación laboral. Lo que es evidente es que el ministerio fue en esta última ocasión mucho más pragmático y esta medida, de alguna manera, logra mejorar la calidad de vida de las personas. Ya se están empezando a establecer una serie de pisos básicos y es necesario decir al respecto que la cobertura de riesgos profesionales para personas que trabajan como repartidores es un gran logro para sortear situaciones como accidentes o discapacidad, que deben enfrentar con frecuencia.
CGHE: ¿Cuáles son los puntos futuros en la agenda de investigación de Fairwork, en cuáles temas se ven investigando a tres años?
OM: Independientemente del mecanismo de financiación que tengamos, nos interesa primordialmente continuar con las discusiones sobre el futuro del trabajo. Hay dos sectores que tenemos en la mira y buscamos concretar para analizar a futuro. Uno de ellos es el sector de las webcamers, trabajo erótico por plataforma, pues es muy importante en el país. Se calcula que hay entre 60 mil y 100 mil modelos trabajando. Es un sector enorme en términos de empleo, mueve una cantidad absurda de dinero. De hecho, el sector está haciendo mucho lobby ante el Ministerio del Trabajo para obtener algún tipo de regulación que les permita estar en la legalidad, pues se encuentra en expansión. Al respecto vale la pena señalar que Colombia es el segundo país del mundo, después de Rumania, en esta actividad. Aquí entran muchos temas relacionados con aspectos como la explotación, el género o la naturaleza del trabajo sexual en tiempos de plataformas. Un segundo tema se relaciona con lo que se llama el Cloudwork (o el trabajo en la nube), para el cual no importa para nada la geolocalización y se pueden ofrecer servicios profesionales como programador, traductor, abogado, lo que sea y donde sea y que cada vez es más importante. Es una forma de outsourcing o de tercerización que cada vez es más visible. Por último, más a futuro, nos gustaría analizar el impacto del teletrabajo y su colonización a sectores más establecidos como en el caso de nosotros, los profesores e investigadores universitarios.
[1] El equipo de Fairwork Colombia es constituido por Oscar Javier Maldonado, Derly Sanchez, Laura Mantilla, Victor Manuel Hernandez, Sergio Sanchez, Isabella Jaimes, Alessio Bertolini y Mark Graham.
[2] Entrevista realizada por Carolina Galindo a Oscar Maldonado en el marco de la documentación sobre el impacto de la investigación realizada desde el Programa de Sociología de la Universidad del Rosario.
[3] Ph.D. en Sociología de la Universidad de Lancaster. Profesor asociado de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario.
[4] Ph.D. en Ciencia Política de la Universidad Humboldt de Berlín. Profesora asociada de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario.
[5] Los principios son: Pago Justo, Condiciones Justas, Contratos Justos, Gestión Justa y Representación Justa ver: https://fair.work/es/fw/principles/fairwork-principles-gig-work/