Editorial: ¡Gracias, Doctor Nieto!
Catalina Lleras Figueroa. Secretaria General. Universidad del Rosario
Catalina Lleras Figueroa. Secretaria General. Universidad del Rosario
Durante los últimos años, nuestra revista institucional contó con la guía y la dirección de un destacado rosarista, Luis Enrique Nieto Arango, a quienes todos le decíamos de forma respetuosa —y, si se quiere, cariñosa— Doctor Nieto.
La calidad del contenido de nuestra publicación institucional y su cuidada edición, que permitió que la revista universitaria más antigua de Colombia fuera un referente no solo para toda la comunidad rosarista, sino también para el país, se deben, en parte, a algunas de las características más sobresalientes del Doctor Nieto, que considero oportuno resaltar: era un amante de la historia y de la literatura (su pasión por la lectura era única); fue cultor y maestro del idioma castellano, escribía como pocos lo hacen hoy en día; en su larga vida académica construyó un amor por los textos que lo llevó al mundo de la edición. Su exquisitez en concebir una publicación sobresalía no solo en nuestra revista, sino en las múltiples publicaciones, en todos sus formatos, en las que participó.
Para todos nosotros, su familia rosarista, la enfermedad y el fallecimiento del Doctor Nieto fue algo sorpresivo. La pérdida de un ser tan especial nos ha llenado de una profunda tristeza, y a muchos nos ha dejado con una sensación de orfandad. Acudimos en muchas ocasiones a sus sabios consejos, a las palabras oportunas del maestro, y él siempre estuvo dispuesto a aconsejarnos y guiarnos en nuestro quehacer diario.
Para la Universidad del Rosario y el equipo de la Secretaría General, la pérdida del Doctor Nieto es irreparable. Para mí, que tuve el honor de reemplazarlo en el cargo de secretario general hace casi diez años y el privilegio de contar con su colaboración incondicional como director de la Unidad de Patrimonio Cultural e Histórico, será difícil no tener a mi lado a quien fue mi mentor durante tanto tiempo. Sin embargo, sus lecciones siempre estarán presentes en nosotros y es nuestra obligación preservar su legado en nuestra institución.
Pocos días antes de su muerte, la Consiliatura le concedió, mediante el Acuerdo 286 del 16 de octubre de 2020, la Orden del Fundador Fray Cristóbal de Torres, establecida para reconocer y exaltar los méritos de quienes han servido al Colegio Mayor con desinterés y acierto, y han aportado su esfuerzo y dedicación a trabajar por nuestra Universidad. Este reconocimiento le fue anunciado al Doctor Nieto por nuestro Rector, José Alejandro Cheyne, y le produjo gran emoción e inmensa gratitud con nuestra institución, la cual, según dijo, ¡era su vida!
El tiempo no permitió que se le entregara esta distinción en solemne homenaje con la presencia de la comunidad rosarista, como bien lo merecía, pero sí me dio la oportunidad de visitarlo y llevarle, por indicación del Rector, la Medalla del Fundador y el Acuerdo de la Consiliatura. ¡Su felicidad fue infinita!
Varias generaciones de rosaristas tuvieron la fortuna de compartir sus historias, anécdotas y experiencias con el Maestro, y de recoger sus conocimientos sobre nuestra Universidad en entrevistas y escritos que permitirán mantener viva, en parte, la memoria institucional. Procuraremos que las futuras generaciones reciban las enseñanzas de quien fue ejemplo de vida rosarista y debe ser recordado por todos. Continuaremos publicando Nova et Vetera con el cuidado y dedicación que él siempre puso en su edición, para que siga aportando a la vida de nuestra Universidad y del país, como lo ha hecho nuestra revista institucional desde que fue fundada en 1905.
Solo nos resta decir: ¡muchas gracias por todo, querido Doctor Nieto!