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El traje del emperador

Luis Enrique Nieto Arango

editorial-portada

Ilustración de Vilhelm Pedersen (1820 - 1859), el primer ilustrador de Andersen

En 1837 el escritor danés Hans Christian Andersen publicó El traje nuevo del emperador apólogo que, como es de todos sabido, trata de un emperador, víctima de unos pícaros que intentan timarlo, elaborándole una prenda de vestir con materiales inmensamente ricos que, según ellos, tenían la peculiaridad de ser invisibles para los incapaces e ineptos.   

Supuestamente trajeado con esta singular prenda el emperador desfiló ante el pueblo que alabó la imaginaria vestimenta hasta que un niño dijo: «¡Pero si va desnudo!», con lo cual la multitud y el emperador tuvieron que aceptar que habían sido engañados.

En la literatura universal existen numerosas variantes de esta historia que parece tener su origen en la versión española, recopilada por el infante Don Juan Manuel en El conde Lucanor (historia o Exemplo XXXIIº - De lo que contesció a un rey con los burladores que fizieron el paño), libro de cuentos moralizantes escrito entre 1330 y 1335 que Andersen leyó en una traducción al alemán titulada So ist der Lauf der Welt (Así es el discurrir del mundo).

La idea del cuento obviamente privilegia la pureza de la inocencia o sea la capacidad de los niños de ver el mundo sin los prejuicios, los intereses, las distorsiones y, en una palabra, las subjetividades de los mayores que, las más de las veces, distorsionan la realidad, acomodándola y manipulándola.

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Por estos días Greta Thunberg, nacida en Estocolmo el 3 de enero del 2003, ha encabezado un movimiento contra el cambio climático, iniciado con sus Viernes para el futuro que ha logrado movilizar millones de personas por todo el mundo para exigir acciones contra los graves riesgos que entraña el cambio climático.

Ya la revista Time, en mayo pasado, la distinguió como la líder de la próxima generación, destacando su actitud ejemplar que la ha llevado a los más importantes foros mundiales, convirtiéndola, según la misma revista, en una de las 100 personalidades más influyentes del mundo, lo que ha hecho que se le candidatice para el Premio Nobel de la Paz, haciéndola acreedora a varios galardones internacionales y doctorados honoris causa y, sobre todo, inspirando a muchísimos jóvenes e impulsando a gentes de todas partes del mundo a promover la adopción de medidas inmediatas para conjurar la crisis climática.

Sus actuaciones obviamente han desatado una gran oposición y Greta Thunberg se ha visto criticada desde muy diferentes frentes y con argumentos, casi todos ad hominem, que parecerían traducir la irritabilidad propia de los mayores cuando se enfrentan a la terca contradicción de los niños quienes, al descubrir la superchería del supuesto nuevo traje del emperador, logran cuestionar el principio de autoridad en el que estos tan cómodamente se sienten instalados.

La evidencia científica, y aún la cotidiana experiencia de los ciudadanos corrientes, demuestra que el irreparable desastre producido por el cambio climático es una acuciante realidad, que nos ha introducido en una etapa de la humanidad, el antropoceno, nueva época geológica que reemplaza al holoceno y que ya acusa el impacto global de las actividades humanas sobre todos los ecosistemas terrestres, acelerando su degradación y que requiere de la adopción de cambios sustanciales en la economía para evitar una catástrofe.
Los mayores no podemos negarnos a ver esa realidad. El negacionismo del cambio climático es consecuencia de la ignorancia, la complicidad, la mala consciencia o simplemente, de la negligencia o indiferencia y, de todos modos, no debe ampararse en la soberbia o en la prepotencia.

Gracias a Greta Thunberg y a sus seguidores, debemos recapacitar, con humildad y sentido autocritico, para unir esfuerzos dirigidos a cambiar nuestro modo de vida y aceptar que el futuro es de los jóvenes y, por lo mismo, son ellos quienes tienen derecho indiscutible a exigir los cambios indispensables para el cuidado de la casa común y nuestra es la responsabilidad de atender su llamado para asegurar el futuro de la humanidad.