Álvaro Pablo Ortiz In memoriam
Mauricio A. Plazas Vega
Tuve la grata y enriquecedora oportunidad de conocer al ilustre historiador y humanista Álvaro Pablo Ortiz Rodríguez: un hombre de profunda sensibilidad por las letras y la dialéctica de la historia en quien se personificaron siempre la vocación docente y la generosidad del maestro, en el más estricto sentido de la expresión.
Sostuvimos conversaciones inolvidables acerca de la historia en general y las de Colombia y el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en particular, recinto natural de sus cátedras peripatética y formal, en las que siempre percibí una visión aguda y rigurosa sobre los verdaderos rumbos de la biografía del espíritu colectivo.
Disfruté en alto grado la lectura de sus textos sobre los más variados temas del devenir de nuestra Patria y de nuestro querido Colegio Mayor. Libros como Las reformas borbónicas – Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, Los inicios de la universidad laica: Santander y la Universidad Central, La dictadura de Bolívar y la conspiración septembrina, España: de Madre Patria a Madrastra, Historia de la enseñanza secundaria en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 1767 – 1998, Teniente Alberto Cendales – El militar que se alzó en armas para defender a Rojas Pinilla o Historia de la Facultad de Filosofía y Letras en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 1890 - 1930, del profesor Ortiz Rodríguez, han sido y seguirán siendo fundamentales para mi formación humanística y me permitirán transportarme, con su mediación, a los fascinantes encuentros intelectuales que tuve con él.
Fue un hombre crítico, en el más genuino sentido kantiano, y transitó por la vida con una poco común armonía del buen humor con la ininterrumpida labor intelectual. Sus discípulos lo admiraron, sin reservas, por todo lo que les brindó a partir de su reconocida cultura y su visión siempre analítica de los hechos y la historia. Justo es mencionar, a manera de ejemplo de su pluma firme, independiente y en absoluto proclive a recostarse en la tiranía de la mayoría, el espléndido ensayo en que defendió y reivindicó la obra invaluable del filósofo colombiano Fernando González, con un título que lo dice todo: El solitario de Otraparte.
Álvaro Pablo tuvo conmigo el estimulante gesto de escribir una recensión sobre mi libro El Frente Nacional, cuya temática conocía y dominaba con propiedad. Esa circunstancia obró como contexto para que se afirmara entre nosotros una suerte de disposición a la lucha por las humanidades en momentos en que la sociedad se ha venido alienando en la tecnología, la ciencia y la digitalización de la vida, sin reparar en que lo que verdaderamente importa es la existencia pasada y futura del hombre de carne y hueso al que con tanto acierto aludiera Miguel de Unamuno, ese enigmático intelectual que nunca pudo renunciar a Dios ni andar por el mundo sin la filosofía.
Cuando de manera sorprendente, y como siempre inesperada, se nos fue al Infinito Luis Enrique Nieto, con quien tuve el honor y la garantía de estructurar sobre bases sólidas la línea de tiempo de nuestra Facultad de Jurisprudencia, Álvaro Pablo nos ofreció su siempre riguroso y entusiasta apoyo para continuar con su construcción. En nombre de todo el equipo que laboró en la línea, los estudiantes, profesores, funcionarios del Colegio y contratistas que nos acompañaron, reitero por el maestro Ortiz Rodríguez nuestras más sentidas manifestaciones de gratitud y admiración.
El humanismo colombiano está de luto ante su lamentable partida, pero cuenta con la fuerza que le dejan su lúcido ejemplo personal y su obra original, propositiva, rigurosa e irreverente.