Sobre el club del libro
Ismael Iriarte Ramírez
La generación espontánea o regularizada de comunidades que se reúnen alrededor del reconfortante abrigo que proporciona la lectura, ha sido uno de los principales recursos que ha permitido la circulación del conocimiento a lo largo de la historia. Esta práctica, para la que ni siquiera el analfabetismo se presentaba como un obstáculo insalvable (tal y como lo describo en mi modesta Reflexión sobre la historia de la circulación de saberes en Colombia, publicada en este mismo medio), parece haber dado lugar en los últimos años a una especie de reedición, que con más o menos variaciones puede identificarse en el fenómeno de los clubes de lectura o del libro.
Esperando a Mister Bojangles - Olivier Bourdeaut
Aunque la proliferación de estos colectivos obedezca a un afortunado giro de la moda y en muchos casos tengan una corta duración, no puede desconocerse su aporte a la promoción de la lectura y a la mejoría en los índices per cápita en este rubro. Esta tendencia ha permitido un cambio progresivo en la percepción general frente a los clubes de lectura, que pasaron de ser vistos como una entretención de jubilados o un placer solo al alcance de unos pocos eruditos, a una práctica común entre personas de diferentes edades, ocupaciones y niveles de instrucción, al punto de convertirse en un ejercicio habitual en la formación básica, secundaria y media, que permite a los jóvenes una aproximación al concepto de leer por placer y no por obligación.
Lo anterior no ha pasado inadvertido para la industria editorial, que desde ya hace varios años encuentra en estos grupos un nicho nada despreciable para la promoción de sus catálogos, tal es el caso de Penguin Random House que ha puesto a disposición de los usuarios una red que no solo aglutina a estas agrupaciones, sino que también les ofrece recursos para la constitución de nuevas comunidades de lectores, que no vienen a ser otra cosa que consumidores de libros como bien cultural. Caso similar ocurre con los autores, ignotos e incluso consagrados, que han abierto su mente y su agenda para interactuar con su público en esta modalidad.
Mi experiencia
Contagiado por el espíritu de los usos en boga he presidido durante los últimos tres años mi propio club de lectura, en cuyo nombre, Inklings, el lector podrá advertir un guiño al cenáculo literario conformado en Oxford hace ya casi un siglo y del que formaron parte célebres autores como Nevill Coghill, C. S. Lewis y J. R. R. Tolkien, solo por mencionar algunos nombres. Lejos de pretensiones de erudición, esto constituye un sencillo homenaje para los precursores de la modalidad que nos convoca. Como muchas de estas agrupaciones surgió como una forma de pasar el tiempo durante el confinamiento derivado de la pandemia, inicialmente conformado por un puñado de amigos cercanos, pero que ha podido mantener un número fijo de participantes y sobre todas las cosas ha evidenciado su vocación de permanencia en el tiempo.
Metafísica de los tubos - Amélie Nothomba
A lo largo de casi treinta sesiones, además de las miles de páginas recorridas, quedan valiosas lecciones sobre la forma de afrontar la lectura, con inesperados descubrimientos de títulos a los que en condiciones normales no me habría aventurado. También he de destacar las nuevas dimensiones alcanzadas por obras que creía ya agotadas y que con el saludable ejercicio de la lectura compartida se me han presentado como nuevos textos.
Sin embargo, uno de los principales aportes de este espacio es el redescubrimiento del valor de la escucha, para saber advertir en las opiniones de los demás un insumo invaluable para relacionarse con los libros y descubrir la naturaleza de las diferentes dinámicas que se establecen entre el discurso y su receptor. De la misma forma en que una persona no puede bañarse dos veces en el mismo río, la máxima de Heráclito podría hacerse extensiva a la lectura, una obra no parece decirles lo mismo a dos personas, e incluso a una misma, en diferentes momentos de su vida, dicho esto sin menoscabo de la importancia de la crítica e interpretación literaria como disciplina.
Entre los hallazgos también pueden contarse una serie de autores, cuya presencia en el club me ha llevado a profundizar en su producción literaria, tal es el caso de la belga Amélie Nothomb, o el francés David Foenkinos. Mención especial amerita la amistad generada entre los integrantes del grupo y José Antonio Fideu, autor español galardonado con el premio Minotauro por su novela Los últimos años de la magia, con quien tuvimos oportunidad de conversar extensamente sobre diversos temas.
Los recomendados
Cierro esta breve reflexión con una sentida dedicatoria a mis compañeros de aventura de Inklings y de vuelta a la comodidad de las listas, con la selección de los libros recomendados, de entre los abordados en estos años y que está encabezado por Corazón tan blanco, novela consagratoria de Javier Marías. Este listado incluye también a La mujer del pelo rojo, reciente obra de Orhan Pamuk, recibida con hostilidad por la crítica, pero de lectura ciertamente estimulante. Otros títulos destacados son Esperando a Mister Bojangles, ópera prima de Olivier Bourdeaut; La metafísica de los tubos, de la ya mencionada Amélie Nothomb; y Breve historia de un amor sin fin, del autor colombiano Miguel Torres.