Educar para Recordar: procesos de memoria a través del Holocausto judío.
Ruben Dario Serrat
Ruben Dario Serrat
En el marco de la realización del evento Educar para Recordar: El Holocausto como paradigma del Genocidio, que organiza la Universidad del Rosario, a través de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad, es imperativo recalcar la importancia del objetivo que nos convoca en la presente oportunidad: alimentar y mantener la memoria colectiva de la humanidad. A través del devenir histórico, el proceso de memoria que trasciende tiempo y espacio mantiene su relevancia como elemento de cohesión dentro de la sociedad. Estados, naciones, imperios, familias, todos se encuentran directamente ligados con los procesos de memoria, que originan diversos grupos sociales a través de la identidad, el sentido de pertenencia y la creación de una memoria colectiva. La memoria funciona como respuesta a preguntas como: ¿Por qué sucedió? ¿Cuándo tuvo lugar? ¿Con qué finalidades? ¿Qué mecanismo aplicar para que no se repita? Es posible vislumbrar las preguntas a estas respuestas en dichos procesos: memoria. En específico, memoria colectiva. Unión. Valores. Historia. En las siguientes páginas dedicaremos un poco de nuestro mayor tesoro, el tiempo, a resaltar uno de los hechos de mayor huella dentro de la sociedad, y la manera en la que puede ser entendido y analizado a partir del campo de la memoria y de la educación. Acompáñenme.
El Holocausto debe entenderse como un proceso histórico que se fundamentó como paradigma para determinar la naturaleza de los genocidios. Es evidente que puede caracterizarse como uno de los hechos de mayor repudio a nivel mundial y que cada comunidad lo analiza desde su propia perspectiva. Desde la etimología, “Endlösung”, del alemán 'solución final', y “Shoá”, del hebreo 'la catástrofe', podemos apreciar cómo cada nación y en cada momento de la historia entiende, explica y analiza de una manera diferente un mismo evento. Para contextualizar, la palabra Holocausto hace referencia al proceso histórico marcado por el asesinato sistemático de diversos grupos sociales como judíos, gitanos, comunistas, homosexuales, discapacitados físicos y mentales, entre otros, siendo preponderante el grupo descendiente de Jacob. La impresionante cifra revelada por las tropas aliadas ronda más de 6 millones de judíos exterminados. Un fatídico número, millones de historias. Desde la pequeña Ana Frank, oculta por dos años en Amsterdam, intentando escapar de su fatídico destino, hasta los innumerables cadáveres irreconocibles que inundaban los paisajes de Auschwitz.
La política de antisemitismo nazi puede rastrearse desde la República de Weimar, finalizada la Primera Guerra Mundial, encontrando su mayor momento de expansión en la década de 1930, cuando el parlamento nazi aprobó más de 1400 leyes contra los judíos. La construcción de más de 1100 campos de concentración daría comienzo, y sería la conocida Noche de los Cristales Rotos, el 10 de noviembre de 1938, la que iniciaría el Holocausto. Una oscuridad azotó a Alemania y a Austria, donde unos cien judíos serían asesinados en las calles y más de 30 000 serían enviados a los campos de concentración, dando comienzo al genocidio de mayor impacto en la historia mundial. La triste historia continuaría hasta el final de la guerra cuando, en 1945, el mundo sería testigo no solo del horror y la devastación, sino también de un nuevo renacer: el Estado de Israel.
Del 18 de octubre de 1945 al 1 de octubre de 1946 tendría lugar el proceso que marcó la creación de una memoria colectiva frente al proceso del Holocausto. Cerca de 22 altos mandos alemanes serían enjuiciados y, posteriormente, condenados por distintos crímenes de guerra y los llamados crímenes contra la humanidad. El Tribunal Militar Internacional –organismo creado por los países vencedores de la Segunda Guerra Mundial para adelantar el juicio en contra de las atrocidades cometidas por los nacionalsocialistas– definió los crímenes contra la humanidad como “el exterminio, asesinato, esclavitud y persecución sobre bases raciales, religiosas o políticas”. Hermann Goering, Hans Frank, Alfred Rosenberg, miembros de la Gestapo, de la SS, industriales nazis, todos fueron procesados por sus respectivos cumplimientos de la arianización, fusilamientos, deportaciones y experimentos médicos con niños judíos.
El tiempo, como el océano, es inmenso y profundo; y sus procesos se entienden en la larga duración. En 2015, el proceso de enjuiciamiento continúa. En la ciudad de Lüneburg, el 21 de abril del presente año, Oskar Gröning, conocido localmente como “el contable de Auschwitz” fue acusado de estar involucrado en el asesinato de más de 300 000 prisioneros. Supervivientes del holocausto y familiares acudieron al juicio en búsqueda de una justicia tardía. El campo de concentración polaco sería testigo del arribo de más de 410 000 deportados, donde Gröning había participado en colaboración con la maquinaria de guerra. Hace un par de semanas, el 15 de julio, el exoficial de las SS, a sus 94 años de vida, fue condenado a 4 años de prisión por la colaboración con el Endlösung. Infortunadamente, tras conocerse el juicio, muchos negacionistas, que buscan negar cualquier suceso relacionado con el Holocausto, entraron en contacto con él pidiendo que aceptara que la atrocidad no había sucedido. El mensaje de Gröning, en sus últimos juicios, fue “Créanme, yo vi las cámaras de gas, vi los crematorios, vi los fogones. Yo estaba en la rampa cuando tuvieron lugar las selecciones. Quisiera que me creyeran, estas atrocidades sucedieron, yo estuve allí”.
Está en cada Estado-nación recuperar su memoria. Está en cada gobierno entender su historia. Alemania, gracias a una serie de iniciativas de concientización, ha marcado la vanguardia en la búsqueda de los procesos de educación en memoria. Con el apoyo de las Naciones Unidas, el 27 de enero de 2004, en Alemania se creó el día de conmemoración internacional para la conmemoración de las víctimas del Holocausto. Este proceso conmemorativo marcó la necesidad e importancia de mantener el recuerdo de este genocidio en el mundo entero. El país teutón entiende que este proceso no debe limitarse a la concientización educativa, sino que debe impulsar un avance en términos legislativos y judiciales.
Dicha iniciativa se refleja en la creación de la Oficina central investigadora de los crímenes del nacionalsocialismo. El organismo fue creado con el estricto fin de perseguir a todo aquel que haya colaborado de una u otra manera en la “solución final” y en el avance de la maquinaria genocida nazi. Kurt Schrimm, fiscal y actual director de la Oficina central investigadora, ha colaborado directamente con el procesamiento de más de 6500 sospechosos, desde 1958. Actualmente cuenta con 30 procesos abiertos en contra de posibles culpables por crímenes de guerra. El principal obstáculo es la avanzada edad de sus acusados, haciendo que el carácter de las condenas sea de tipo simbólico.
El proceso de educación y concientización continúa expandiéndose por fuera de los límites del país bávaro, llegando a territorios americanos. En el Gardner Auditorium, residencia del estado de Massachusetts, Estados Unidos, investigadores, profesores y estudiantes de numerosas comunidades educativas se dieron cita para participar del primer foro en el continente de “Educar para recordar – El Holocausto, paradigma del Genocidio”. La preservación de la verdad histórica como centro del proceso de memoria es el mayor objetivo de este foro educativo. Liderado por la Organización de las Naciones Unidas, el foro reúne un numeroso grupo de entidades que buscan trabajar en la defensa y promoción de los derechos humanos. El Dr. Soto, panelista principal del foro, desarrolló el tema La preservación de la verdad histórica: Un imperativo para honrar la memoria de las víctimas del Holocausto, e hizo una exhortación para estar atentos ante los conflictos que actualmente se están viviendo en el mundo:
Las señales de alarma de la eventual comisión de genocidios afloran en las páginas de los diarios. Debemos ser proactivos para que en el mundo entero se aprueben leyes antidiscriminación, se contrarreste el negacionismo y se honre la memoria de las víctimas del Holocausto y de todo genocidio, preservando la verdad histórica.
México, El Salvador, Puerto Rico, Paraguay, entre otros, han sido los países que han acogido el foro sobre “Educar para Recordar”. En el mes de agosto, es el turno de nuestro país. La Universidad del Rosario se une a este proyecto y, en colaboración con la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, busca transmitir de generación en generación el conocimiento del Holocausto. Educar y concientizar. Todo el proyecto, en general, tiene como objetivo otorgar un espacio académico para reflexionar sobre temas como la libertad, la tolerancia y el respeto por las minorías.
En este corto viaje por una de las más impactantes páginas de la historia, he buscado revitalizar el tema de la memoria, tan urgente en la sociedad actual. En Colombia, los procesos de memoria se alimentan de la reconstrucción del pasado. Del viaje en el tiempo a través del archivo. Del contacto con otras épocas, a través de sus testimonios. El pasado permanece, el pasado transforma. La memoria colectiva que ha acompañado al ser humano desde sus comienzos, permitiéndole desarrollar sus bases sociales más importantes, no debe ser menospreciada; o peor, invisibilizada. Víctimas y victimarios hacen parte del proceso histórico. Invito a entender, más que juzgar. Más que atacar, comprender. Creo firmemente, como muchos académicos, que en Colombia uno de los mayores problemas que ha tenido el proceso de paz que vivimos actualmente ha sido la falta de memoria, de memoria histórica. Así entonces, dejo planteada esta invitación: revivir el pasado, actuar en el presente y corregir en el futuro.