La Diversidad en los Objetos: Reflexión en torno a la Colección Etnográfica del Museo Nacional de Colombia
Alba Lucía Olarte
Alba Lucía Olarte
El Museo Nacional de Colombia posee una importante colección etnográfica que por ahora no está abierta al público, debido, entre otras cosas, a la renovación del guion museográfico que involucra un replanteamiento de la exhibición de los objetos que integran toda la colección del Museo, incluyendo los objetos de carácter etnográfico. Esta renovación, en varios sentidos, permite responder a algunas de las críticas hechas a la manera como el Museo, a lo largo de su historia, ha exhibido los objetos que integran su colección y a los discursos que han atravesado tal exhibición.
En el discurso que plantea el nuevo guion del museo, la reivindicación de las diferentes etnias de nuestro país resulta un asunto de importancia. Representar la diversidad étnica del país se califica como una prioridad en los objetivos del proyecto de renovación del guion museográfico. En tal proyecto, uno de los objetivos específicos dice: “Incluir múltiples voces que den cuenta de su [la nación] diversidad cultural y natural” (Baukara, 2013: 11). Entonces, más allá de la exhibición de objetos, lo que el Museo Nacional busca ahora es que esos objetos representen la diversidad cultural del país, procurando que se dé un reconocimiento en el que la voz de los otros sea como la propia; es decir, un reconocimiento que dé cuenta de una diversidad que no nos es ajena, sino que hace parte de lo que cada uno es.
Si revisamos la historia del Museo Nacional de Colombia, vemos en ella una gran complejidad. Podemos ver cómo en la constitución del Museo, la colección etnográfica se pensaba como un conjunto de piezas representativas de ciertas culturas, que desde la visión etnográfica tenían un valor especial a causa del contexto de su procedencia. De este modo, objetos adquiridos a partir del trabajo de etnógrafos, arqueólogos y antropólogos, como el reconocido Gerardo Reichel-Dolmatoff, quien donó muchos objetos, resultado de sus expediciones, a la colección del Museo, integraron una colección definida por un discurso en el que las otras culturas eran reconocidas en su extrañeza con la experiencia de la propia cultura; siendo, de este manera, los objetos puestos en exhibición como algo ajeno a la vida del hombre occidental.
Como comenta Wilhelm Londoño en el artículo Espíritus en prisión: una etnografía del Museo Nacional de Colombia, cuando los Mamos de la Sierra Nevada visitaron las bodegas del museo y conocieron algunos objetos de la colección, preguntaron “¿por qué estos espíritus están en prisión?” (2012: 735). Tal pregunta, que choca con la manera como, en nuestra calidad de occidentales, representamos los objetos que integran la colección de un museo, abre una serie de discusiones acerca del modo de entender la cultura del otro, el sentido y valor que asignamos a ciertos objetos, las nociones que integran lo que pensamos representa la historia de nuestro país, entre otras.
La pregunta que se hacían los Mamos de la Sierra, como lo señala Londoño, cuestionaba “que esas materialidades fueran tratadas como cosas, que fueran exhibidas, que estuvieran desconectadas de la red de relaciones en las que encuentran su sentido” (2012: 735).
La persona del común que visita el Museo ve estos objetos como algo extraño a su experiencia; pero, tal como nos lo representan los Mamos, los objetos mismos también sienten dicha extrañeza. Los “espíritus”, como llaman los Mamos a estos objetos, están en prisión, encerrados, en lo que fue una prisión de hombres. Descontextualizados de su entorno, de su función y de su significado, estos objetos se presentan como curiosidades, que ahora encerradas quieren enseñar a quien los observa algo de nuestra Nación y su diversidad.
Sin embargo, esta intención formativa que se vincula con los objetos que alberga el Museo, principalmente en sus colecciones etnográficas y arqueológicas, es cuestionada desde la visión de los Mamos; ya que, como lo plantea Londoño, lo que hay detrás de esto es “el arresto y la llevada a prisión de los mediadores entre la sociedad humana y los sentidos inscritos en los espacios sagrados” (2012: 736).
Hoy en día, cuando el Museo trata de integrar en su discurso aspectos que reconozcan la diversidad étnica de nuestro país, lo que se puede apreciar es que la parte exhibida de la colección aún nos habla de mundos que nos son ajenos; que para reconocer la diversidad étnica del país no basta con observar unos objetos provenientes de diversas etnias. Para reconocer tal diversidad es necesario entender el mundo del otro; entender como los Mamos interpretan que los objetos son espíritus “con los cuales es posible acceder al conocimiento inscrito en el espacio” (Londoño, 2012: 737). Es necesario escuchar la voz de los Mamos, que también es voz como la nuestra, y reflexionar a través de los objetos que nos hablan de los otros.
Tal reflexión nos permitirá cuestionarnos acerca de nuestra historia, acerca de la manera como toda esa diversidad cultural del país, lejos de ser reconocida, ha sido, más bien, fuente de exclusión y violencia. Nos permitirá ver la vulnerabilidad de todas esas comunidades que hacen del nuestro un país diverso. También nos permitirá darnos cuenta de nuestro escaso conocimiento del otro, de la poca capacidad que tenemos de escapar de nosotros mismos para conocer y reconocer la riqueza cultural no solo del país, sino del mundo.
Hoy la colección etnográfica del Museo Nacional no está en exhibición, quizás pronto lo esté. Hoy solo podemos conocer de ella a través de internet, gracias al blog que ha montado el ICANH, que es la entidad encargada de administrar la colección etnográfica del Museo, con fotos de la colección. La relación, a través de una pantalla, con esos objetos los hace aún más ajenos a nuestra experiencia y si seguimos a la voz de los Mamos, los “espíritus”, que son los objetos, son ajenos a sí mismos. Sin embargo, conocer algo de estos objetos nos permite reflexionar y nos conecta con un sentido de las cosas diferente al de nuestra cotidianidad.
Al observar los objetos que integran la colección etnográfica del Museo, por medio del blog del ICANH, es posible ver en ellos formas de relacionarse con el mundo y con lo sagrado que difieren radicalmente de nuestra experiencia, en la cual es común la cercanía con la tecnología y la comunicación impersonal. Es posible ver en estos objetos el sabio y delicado uso que hacen las comunidades indígenas de lo que la naturaleza ofrece. Podemos entender su sencillo modo de vida; y también vemos objetos que nos muestran su sentido espiritual.
Lejos de ser curiosidades indígenas, como alguna vez se llamaron estos objetos, una colección etnográfica como esta nos ofrece una manera de cuestionar nuestro modo de vida, la manera como el consumismo, el afán por ganar dinero y la obsesión por triunfar nos alejan de lo elemental. Estos elementos nos hablan de otros mundos; de vivencias ajenas a nuestra experiencia, de ideas para comprender; son objetos que significan algo complejo.
Si bien la exhibición mediante internet desnaturaliza y descontextualiza completamente los objetos, para nosotros, que nos naturalizamos a través de pantallas y teclados, no resulta extraño conocer acerca de ellos a través de este medio. Estamos aún lejos de comprender y asumir las ideas de los Mamos, por lo que la espiritualidad de los objetos no se nos hace presente. Quizás este sentido espiritual que se nos escapa se nos haga presente algún día y podamos entender la necesidad de “dejar que los espíritus recobren la libertad” (Londoño, 2012: 743).
Bibliografía