La trayectoria de la literatura latinoamericana
Alessandro Leone
La tradición secular de la literatura tiene que ver con diferentes objetivos que se desarrollaron en el mundo a través de varias concepciones históricas. En la Biblioteca de Babel, Jorge Luis Borges se acerca a esta inmensa herencia llegando a la conclusión de que la clave para entender el sistema entero está allí escondida, pero nadie puede lograrla ni siquiera dedicando toda su vida a la búsqueda de un sentido satisfaciente. Tal vez la verdad es que esta clave ya no existe porque nos da simplemente una visión de la realidad postulada por alguien probablemente influenciado por su contexto histórico y su sociedad. En los primeros ejemplos verdaderos de literatura, los de Homero, los hechos humanos eran afectados por los antojos de los dioses.
Ellos intervenían con el intento de favorecer algunos de sus hijos y la sociedad era simplemente un juego de ajedrez en la que los hombres valiosos combatían para divertir a sus padres ultraterrenos. Pasó mucho tiempo para que los escritores se concentraran sobre la relación entre humanos y humanos o humanos y Dios, esta vez desde la perspectiva crítica del primero.
Desde aquel momento la literatura se convirtió en un proceso de creación del mismo artista, no era solo una forma de evasión sino una crítica social, una visión personal de la realidad y, incluso, de sí mismo. Podríamos sostener que la literatura ha hecho que nosotros humanos fuéramos lo que somos hoy definiendo nuestros idiomas, nuestra manera de pensar y de relacionarnos con el mundo. Desde el Fiorentino de Dante Alighieri nació el italiano moderno, desde el drama de William Shakespeare nació la cultura del teatro moderno y desde escritores rusos como Lev Tolstoy y Fedor Dostoievski la última crítica como pródromos para una nueva concepción de la sociedad.
Foto: Jorge_Luis_Borges - Dominio Público
Sin embargo, no existe literatura como la de Suramérica, que haya sido tan relevante hasta convertirse en el fundamento de la entera identidad y sociedad latinoamericana. Para entender de lo que estamos hablando pedimos ayuda a la historia de este sub-continente y también a la de algunos de sus escritores y teóricos más importantes. Todos saben que la era de las batallas independentistas empieza a partir de la llegada de la ilustración a Suramérica o, por otro lado, a partir de la educación europea de algunos teóricos y libertadores.
Simón Bolívar estudió en Paris y trajo consigo los enseñamientos de su educación, sobre todo el concepto de autodeterminación de los pueblos. Compartiendo ese conocimiento, Bolívar casó la causa independentista convirtiéndose en unos de los héroes latinoamericanos aun así no logrando su intención de unir a todo el sur. Es posiblemente desde esta división que se desarrolló una visión común del ser latinoamericano y también una identidad de cada país cuestionándose sobre cómo y sobre que construir la historia todavía no escrita de un nuevo Estado.
El verdadero descubrimiento del nuevo mundo pasa a través de su revolución literaria. No estamos hablando de las crónicas españolas, o sea del punto de vista de los conquistadores, sino de América Latina contada por sí misma, por la historia de las personas que una vez eran calladas por los juegos de poderes coloniales. Así, este mundo maravilloso llega a Europa y el mundo toma conciencia de lo que son sus ex colonias convirtiéndose nunca más en conquistadores sino en conquistados. Esto es posible por la razón que no es la política, lo que define América Latina, sino sus pensadores y su cultura lo que hace que la literatura no sea solo una forma de arte entre las otras sino también la herramienta fundamental para declamar su propia actitud.
Entonces, ¿Cómo los autores se enfrentan a su propia historia?
Primero que todo a partir de la historia de las revoluciones, es decir desde el inicio del aparato estatal en el que los nuevos ciudadanos se mueven.
Si no luchas al menos ten la decencia de respetar a quienes sí lo hacen
Esta frase del fundador del Partido Revolucionario Cubano José Martí explica bien la necesidad de la lucha. Asimismo, él fue el padre de la lucha revolucionaria en América Latina y el que inspiró con sus obras a ambos, los teóricos revolucionarios y los autores literarios que querían enfrentarse a esos temas. De ahí entendió por primera vez el poder de las palabras y el papel que tiene la cultura utilizada por la crítica social en lugar de la simple evasión romántica. De hecho, él sostenía:
“La madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de sus males es, sobre todo lo demás, la propagación de la cultura"
Como Karl Marx fue por la revolución comunista, él también se convirtió casi sin saberlo en el héroe de la batalla revolucionaria de su país contra el dictador Batista. Esto significa que su teorización logró tener una importancia histórica fuera de sus confines gracias a la legitimación y al papel que la revolución cubana tuvo como imagen y como productora de íconos que inspiraron a los movimientos estudiantiles europeos y norteamericanos en los años 60-70. A esto se añade también la visión de Cuba como identidad alternativa al consumismo americano sobre el que parte de la identidad de este sub-continente se basa en respuesta a la política de EE.UU. durante la guerra fría.
El segundo y no menos importante logro de la literatura latinoamericana ha sido su capacidad de crear una visión fantástica ligada a su geografía absolutamente única en el mundo. La cordillera de los andes, las islas chilenas, el salar de Uyuni, la herencia Maya, Inca y Azteca se articulan en una mezcla desordenada sobre la que el autor es llamado a poner orden como si fuera un demiurgo de un universo incontrolable. El ejemplo más atendible y que refleja esta actitud es sin duda el Realismo Mágico, verdadero motivo del bien conocido boom latinoamericano. No todos saben que el Realismo Mágico es un concepto definido por el autor cubano Alejo Carpentier y que en principio se llamaba Realismo Maravilloso.
En cuanto a lo real maravilloso, solo tenemos que alargar las manos para alcanzarlo. Nuestra historia contemporánea nos presenta cada día insólitos acontecimientos. El solo hecho de que la primera revolución socialista del continente se produjera en el país peor situado para realizarla –digo peor situado geográficamente- es ya de por si un hecho insólito en la historia contemporánea, hecho insólito que se añade a muchos hechos insólitos que para gloria nuestra, y con magníficos resultados se han producido en la historia de América desde la Conquista hasta ahora.
El realismo mágico representa acontecimientos irreales para la mayoría de los seres humanos pero que en América Latina son tan raros que tienen un sentido, una explicación y una manera de ser. El autor más representativo de esta corriente sigue siendo Gabriel García Márquez, que con Macondo construye no solo la trayectoria de una familia hasta su terminación sino la historia de un país entero, mejor dicho, de un continente.
En Macondo pasan hechos extraños, los Buendía poseen facultades particulares que en ese contexto hacen parte de lo cotidiano. Por ejemplo, José Arcadio sobrevive a cada atentado, y Remedios es rodeada por mariposas amarillas hasta su muerte. Esta magia se pierde solo con el advenimiento de la tecnología, o sea la civilidad occidental vanguardista que con sus bienes materiales destruye la naturaleza llevando consigo la ilusión del mundo incontaminado. Macondo entonces es Colombia, es América Latina, un lugar en donde se intenta conservar una visión del mundo diferente de la que las grandes potencias quieren imponer. Es un lugar en donde no importa poseer sino ser y donde la naturaleza, un hecho geográfico, plasma los seres humanos en sus pensamientos y en su manera de actuar.
Foto: Biblioteca - De © Jorge Royan CC BY-SA 3.0
Historia originaria e identidad como vimos son por lo tanto elementos fundamentales en esta literatura desde cuando los autores tuvieron el coraje y la posibilidad de hablar. Sin embargo, esto no es suficiente si no hay coraje en enfrentarte a la parte obscura de tu historia. Siendo un continente nuevo, con sociedades modernas, el desarrollo de América Latina ha pasado por el poder militar y por aquel hecho que todos conocen como “golpe de estado”. Los dictadores latinoamericanos son muy famosos hoy en día porque están cercanos en el tiempo y, a veces, esto hace que Occidente se olvide de los horrores de su larga y dramática historia. Contar los hechos de las dictaduras ha sido para muchos una manera de sensibilizar, de hacer que esta no se repita o, si la repetición es inevitable, de luchar contra ella.
El ejemplo más evidente se relaciona con la dictadura de Videla en Argentina y con el tema de los desaparecidos. Todos los que hacían parte de un movimiento de izquierda o de un sindicato eran considerados por el régimen como enemigos del estado y, en consecuencia, castigados a veces con la reclusión forzada. Autores como Juan Gelman, Elsa Osorio, Jorge Luís Borges se enfrentan con esa historia. El primero sobre todo tuvo la fortuna de abrazarse con su nieta encontrada después de muchos años de búsqueda. Pero el que usó palabras más desgarradoras fue Mario Benedetti:
Están en algún sitio / concertados
desconcertados / sordos
buscándose / buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas / las viejas azoteas
ordenando sus sueños sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada
nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos
ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen
cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás / ese andamiaje
de abrazos cielo y humo
cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían
están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio.
Esta poesía es el manifiesto del dolor de cada dictadura, la expresión callada por mucho tiempo y al mismo tiempo el intento de aceptar la historia en todas sus atrocidades. Mario Benedetti es solo uno de los muchos autores que hablaron sobre dictaduras. Algunos de ellos decidieron tratar la figura del dictador desde un punto de vista más personal, caracterizado por los rasgos psicológicos que pueda tener la mente de un patriarca. Entre ellos tenemos Augusto Roa Bastos, Facundo Sarmiento, Carlos Fuentes y muchos más.
Todos los autores citados en este artículo fueron capaces de relacionarse con la cultura europea y clásica también construyendo una forma de entender la literatura nueva a todo el mundo. Esta es la razón por la cual América Latina es la cuna de Premios Nobel como el de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Miguel Ángel Asturias y José Saramago. Lo que estos inmortales exponentes culturales tienen en común es un lenguaje que no se para en su sentido literal sino llega hacia temas existenciales porque están fuertemente ligados a la realidad vivida por los latinoamericanos. Por último, como la identidad de este sub-continente sigue siendo de difícil definición también su literatura da testimonio de su complejidad en la cual nos encontramos, sin perjuicio de que existan elementos comunes que ponen a todos de acuerdo.