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Manuel Briceño Jáuregui, S.J.

Luis Carlos Peña Mosquera

portada

Hoy rendimos un sentido homenaje al S.J. Manuel Briceño Jáuregui, quien edificó su vida académica, espiritual y personal bajo la premisa de San Pablo: “me he hecho igual a todos para de alguna manera poder salvar a algunos”.

Las obras de Manuel Briceño S.J. son de alta cultura humanística, que van desde los campos de la literatura clásica de Grecia y de Roma hasta las costumbres regionales de Colombia, una de ellas “Estampas Pueblerinas”.

Sus pensamientos fueron llama ardiente con que iluminaba y dirigía nuestro corazón hacia las alturas más limpias y serenas del espíritu.

Ilustres académicos destacan el humanismo del Padre Briceño, dotado de gran inteligencia. Una obra monumental El genio literario griego fue prologada por su admirado maestro, el Padre Félix Restrepo, entonces Director de la Academia Colombiana de la Lengua, quien hizo notar en este insigne jesuita su formación humanística y el dominio del griego “en una forma que sólo es frecuente entre los estudiosos de Inglaterra y Alemania”. A su juicio, “no había en Colombia, y probablemente en la América Hispánica, quien lo superase en este sentido”.

El gran humanista seguía con cuidado los pasos de sus predecesores; reconociendo en él a un muy digno egresado de Oxford que no sólo creía que el mundo debe girar en torno al ser humano, sino que también que ese ser humano y su universo deben girar en torno a Dios, condición del Humanismo Cristiano.
 
Héctor Osuna, en una nota póstuma sobre el Padre Briceño, en la cual apareció su dibujo, hacía notar que él había logrado conjugar “una disciplinada vida de estudio con el espíritu más festivo que pueda conocerse.

 

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Cuando el Padre Briceño fue promovido a la Subdirección de la Academia Colombiana de la Lengua, Jaime Escobar Fernández del Instituto Caro y Cuervo, lo calificó como un “Escritor, Ensayista, Historiador, Poeta, Hagiógrafo, Crítico”.

Sus versos dejan en evidencia la delicada sensibilidad natural de su alma enriquecida con las numerosas lecturas de todo género. Así redactó parte de su auto retrato: 

                 Soy sacerdote, tengo algunos grados,
                 He hecho sonetos –hasta bien rimados---
                 Soy la compañía de Loyola…..
                 La musa que me inspira no es coqueta…..
                 Y ahora me salen con que soy poeta
                 Pero eso sí:  ¡ Por pura carambola ¡ “

La vida del Padre Briceño se extinguió en Madrid (España), allí asistía a la clausura de la reunión en la Universidad de Alcalá de Henares. Lo que está de Dios se cumple y no hay razones que desvíen su decisión de amor, incluida la decisión en la muerte.