El cuarto estado del agua
María Fernanda Villarrea
El Foro Económico Mundial publica anualmente el informe Global Risks Report, el cual advierte sobre situaciones de peligro que tienen alta probabilidad de tener lugar, y de producirse, el impacto sería considerablemente negativo afectando a los individuos, las empresas, las instituciones y el medioambiente.
Entre los riesgos expuestos en el Global Risks del 2018 en términos de probabilidad y de impacto se destacan los medioambientales, por encima de las categorías económicas, geopolíticas, sociales y tecnológicas. Es decir que, es necesario darle prioridad a la degradación del medioambiente, porque todos los riesgos se encuentran interconectados, lo que significa que los problemas ambientales pueden devenir en retos socio políticos y estos a su vez, en problemas económicos, entre otras fórmulas posibles, dando como resultado un círculo vicioso.
Por ende, el cuidado del medioambiente es de interés general y cada vez es más frecuente escuchar la preocupación por la escasez de agua; la ausencia de este recurso vital originaría un problema multidimensional devastador, si bien, todos somos conscientes de la necesidad del agua y actualmente existen numerosas campañas para su preservación en términos de ahorro y de no contaminación. De hecho, el sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) va dirigido al Agua Limpia y Saneamiento, con el fin de que en el año 2030 se logre el acceso equitativo al agua potable, la suministración de servicios de saneamiento e higiene, la reducción de la contaminación, la gestión eficiente de los recursos hídricos y la protección de los ecosistemas acuíferos (ONU, s.f). Al cumplir con las metas del ODS Agua Limpia y Saneamiento, se contribuye directamente con otros ODS como lo son Salud y Bienestar, Vida de Ecosistemas Terrestres, Fin de la Pobreza, Consumo Sostenible, entre otros, porque la integridad en la gobernanza es clave para la construcción de la sostenibilidad.
Entonces, ¿será posible que para el 2030 el acceso al agua sea de carácter universal?, es posible asegurar que los niños no se van a seguir muriendo por el agua contaminada?, que las aguas residuales no se van a verter en los flujos hídricos sin tratar?...Creo que todos alguna vez nos hemos realizado la misma pregunta, si la tecnología avanza a pasos gigantes, ¿por qué ha sido tan difícil inventar el artefacto idóneo para transformar el agua contaminada en agua apta para el consumo?. Y también estoy segura de que muchos estarán pensando que ya existe, pero no se ha implementado de manera efectiva porque el proceso de purificación requiere de grandes cantidades de energía, lo que lo hace ser muy costoso.
Sin embargo, existe una luz verde en medio del camino, esa luz es la idea revolucionaria del ingeniero industrial Alfredo Zolezzi, la cual consiste en convertir el agua contaminada en plasma, erradicando así todos los virus, bacterias y demás microorganismos dañinos, para luego retornar el agua a su estado inicial, obteniendo como resultado agua potable. De esta manera, es cada vez más factible alcanzar el acceso universal al agua en el plazo del 2030, además este mecanismo se diferencia de los demás por ser de bajo costo, garantizando que llegue a los más pobres, no solo porque el sistema es de reducido consumo al requerir menor uso de energía que otras tecnologías disponibles, sino también porque la patente del proyecto no se venderá en un primer momento, aunque muchas empresas ofrezcan un millonario rublo. Zolezzi conservará la autoría de su innovación hasta asegurarse de que gran parte de la población carente del líquido vital esté gozando de su derecho básico al agua, de hecho, regalará equipos de purificación a organizaciones humanitarias que aseguren fines sociales, vinculando innovación con responsabilidad social (Oppenheimer, 2015).
El PWSS es el sistema de tratamiento de agua que ha desarrollado Zolezzi junto con un grupo de científicos de la empresa Advanced Innovation Center (AIC) en Viña del Mar, Chile. El mecanismo se destaca por ser simple y sencillo debido a que consiste en la transformación de un flujo continuo de agua contaminada en plasma no térmico a través de una descarga eléctrica de bajo consumo.
Más detalladamente, el proceso se divide en cuatro partes. En primer lugar; se bombea el agua ejerciendo alta presión durante el transporte hasta el tubo de vidrio, una vez se encuentre en el interior, se eleva la velocidad a 320 m/s, originando una caída repentina de la presión hasta que el agua entra en un estado bifásico, líquido y gas. En segundo lugar; se produce la sanitización, que consiste en hacer pasar el agua a través de un campo eléctrico de 5,000 V, donde se ionizan las partículas de agua generando un estado de plasma estable, el cuarto estado de la materia. En tercer lugar, mueren todos los microorganismos al entrar en contacto con las altas temperaturas del estado plasmático. Por último, se recombina y condensa para retornar al estado líquido en condiciones seguras para ingerir (AIC, s.f). El proceso completo lleva milisegundos y es de bajo costo, puede potabilizar 4.800 litros diarios a 0,05 centavos de dólar por litro, con un consumo equivalente a una bombilla de 10 watts, lo que convierte al PWSS en el invento más eficiente, rentable y al alcance de los contextos más vulnerables (AZF, 2018).
El proyecto PWSS fue puesto a prueba por primera vez en el 2011 en el Campamento San José de Cerrillos en Santiago de Chile, sin solicitar ninguna autorización institucional, simplemente con el previo acuerdo de los pobladores. Se entregaron aproximadamente 50 litros de agua potable por día a 19 familias, obteniendo resultados inmediatos en cuanto a la disponibilidad de agua de alta calidad y a la disminución de enfermedades relacionadas con la contaminación. Una vez que Zolezzi demostró la credibilidad ante organismos reconocidos, fue posible la validación internacional por la National Sanitation Foundation (NSF) norteamericana, que permitió que la Fundación AVINA, encargada de fomentar el desarrollo sostenible en América Latina, financiara los recursos para tramitar el proyecto y patentar el invento (Oppenheimer, 2015).
Después del éxito en el Campamento San José de Cerrillos en el 2011, se extendió la tecnología a 5 comunidades chilenas en el 2014. La presidenta del momento, Michelle Bachelet, junto con el Banco Interamericano de Desarrollo secundaron este segundo momento, el cual fue evaluado de manera positiva. Han pasado alrededor de 7 años desde la primera puesta en marcha y según los últimos informes, los productos utilizados ya cuentan con la certificación de calidad ISO, es decir que a parte de potabilizar el agua, se preocupan por cumplir con la normatividad internacional (AZF, 2018).
Por otra parte, el purificador está siendo puesto a prueba en Ghana, India, Kenia, Bolivia, Brasil, Paraguay, Chile y Haití, 8 países con graves problemas de estrés hídrico que tienen características meteorológicas y de contaminación a diferentes niveles. Por lo tanto, es fundamental comprobar el desempeño de los equipos en ambientes adversos mediante un plan de monitoreo y mejora continua, un claro ejemplo es la evolución del Camp Unit Básic (el equipo de PWSS) hacia una versión más avanzada llamada Camp Unit Plus, el cual libera del agua materiales microbiológicos y físico-químicos, mediante ósmosis inversa y no solo se deshace de los virus y bacterias (AZF, 2018). Paso a paso se está propagando el proyecto a gran escala, fijando la meta de instalar 1000 unidades del WPSS para el año 2030, lo que quiere decir que la fecha 2030 deja de ser una fecha ambiciosa e inalcanzable.
Zolezzi manifestó que “es posible innovar también en los modelos de negocios, hacer converger la innovación social con la innovación tecnológica” porque “la tecnología sin un corazón detrás, no es suficiente”. Pensar en el otro por un segundo no solo da satisfacción personal, sino el gozo de aportar en el desarrollo sostenible y el bienestar de las próximas generaciones. Aunque, Zolezzi nunca descarta el rédito económico de su invento, en inicio su empresa social será sin fines de lucro, al visualizar que los productos que ha diseñado lleguen a los rincones más necesitados porque el problema radica en que los pobres siempre reciben la tecnología cuando ya es obsoleta. Luego de que se garantice el abastecimiento al agua, Zolezzi contempla la posibilidad de vender la tecnología para usos industriales y articular cooperación entre empresas con y sin fines de lucro (Melgarejo, 2015).
Desde el enfoque no lucrativo, se crea una organización humanitaria bajo el lema Innovación con Sentido que tiene como objetivo principal el trabajo colaborativo entre la ciencia con las problemáticas sociales y medioambientales, llamada Fundación Alfredo Zolezzi (AZF) que promueve iniciativas de alto impacto para luchar contra la pobreza. AZF trabaja conjuntamente con la Fundación AVINA en búsqueda de alianzas estratégicas con organizaciones internacionales, regionales o nacionales, interesadas en sentar la base de la transformación hacia el progreso social (Melgarejo, 2015). Por otra parte, bajo el enfoque lucrativo, Zolezzi fundará una corporación multinacional que ponga en venta su sistema de purificación a empresas de artículos electrodomésticos o a fabricantes de gaseosas interesadas en el ahorro y en la compensación de su huella en el mundo. La corporación tendrá el compromiso de donar gratuitamente los equipos a una Alianza de ONG´s que se encargue de proveer agua higienizada a las comunidades que lo requieran y además, tendrá participación del 10% de la corporación, asegurando que no dependa de donaciones (Oppenheimer, 2015). De esta manera, idea un modelo estructurado y organizado combinando empresas y organizaciones humanitarias que se complementan entre sí.
En conclusión, la carencia de agua es un problema que azota a las sociedades marginales y su expansión acentúa los índices de pobreza de manera acelerada. La conexión entre los desafíos globales lleva a replantear la protección del medioambiente como fundamento del desarrollo sostenible y la tecnología debe ser un instrumento al servicio de la humanidad. Por consiguiente, una innovación fruto de un diseñador industrial chileno, Alfredo Zolezzi, ha colmado de esperanzas el porvenir porque su espíritu solidario se ha empeñado en garantizar el acceso al agua potable y a los servicios sanitarios adecuados, contribuyendo paralelamente con la disminución de la pobreza, la preservación medioambiental y la contribución hacia un modelo sostenible, a través de un sistema sofisticado, asequible y económico que elimina cualquier material contaminante al convertir el agua en estado plasmático y retornarlo a su estado original.
El proyecto está sobre la marcha después de demostrar beneficios inmediatos. Actualmente cuenta con validación internacional y acreditación de calidad, aunque además de constituir todo un proyecto científico patentado, expone un nuevo modelo empresarial que permite la articulación de empresas con ánimo de lucro y organizaciones humanitarias que pongan en el centro a los más vulnerables. Con respecto al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el 2030, gracias a las innovaciones con gran impacto y sentido del bien común deja de parecer una fecha inalcanzable y si existe compromiso integrado por parte de todos, incluyendo las industrias y los gobiernos, es posible hacer de ese año un hito de sostenibilidad global.
REFERENCIAS