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La doctora Rocío Araújo Oñate es abogada y especialista en derecho administrativo de nuestra Universidad. Es magister de las ciencias administrativas con énfasis en derecho administrativo de la Universidad de Speyer, Alemania, magister en Ciencias Jurídicas, con énfasis en derecho constitucional en la Universidad de Heidelberg, Alemania. Tiene diploma de estudios avanzados (DEA), con énfasis en derecho procesal administrativo, cursado en la Universidad Alfonso X el Sabio, España.

Ha sido profesora principal de carrera de la Universidad en el pregrado en Jurisprudencia, la especialización en derecho administrativo y la maestría en derecho administrativo. También ha sido profesora de la Universidad Pontificia Bolivariana, la Universidad Sergio Arboleda, la Universidad Militar Nueva, Granada, la Escuela Superior de Administración Pública, la Universidad Autónoma de Bucaramanga, la Corporación Uniempresarial Alexander Von Humbolt, la Universidad CES y la Universidad Autónoma Latinoamericana.

Fue directora de la especialización en derecho administrativo y de la especialización en derecho electoral de la Universidad del Rosario. Ha liderado eventos académicos y proyectos de educación continua en contratación estatal, servicios públicos y derecho electoral en la misma Universidad. 

Ha trabajado como consultora y abogada litigante y ha escrito libros y capítulos de libros, así como artículos de revistas académicas. Perteneció al grupo de investigación en derecho público “Carlos Holguín Holguín”, calificado A1 en Colciencias de la Universidad del Rosario. Ha organizado y participado como conferencista y panelista en múltiples foros y simposios nacionales e internacionales. Además, se destaca su participación en investigación con la Cooperación Internacional Alemana GTZ, hoy GIZ, y Max Planck Institut.

En la actualidad es profesora de hora cátedra de la Facultad de Jurisprudencia, donde funge como directora del Área de Derecho Administrativo. Es también miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.

Fue magistrada del Consejo de Estado, donde presidió la Sección Quinta en dos oportunidades, fue conjuez de la Sección Tercera, miembro de la Comisión Nacional de Delitos Electorales y dirigió la Comisión de Relatoría y Divulgación Jurisprudencial. 

Además, fue asesora de la Procuraduría General de la Nación, la Contraloría Distrital de Bogotá -donde fue directora de Responsabilidad Fiscal y de Indagaciones Preliminares-, Fonade, la Secretaría Jurídica de la Presidencia de la República, el Ministerio del Interior y del Derecho y la Registraduría Nacional del Estado Civil. Fue jefe nacional de la Oficina Jurídica del Inurbe y secretaria técnica del Consejo Electoral Andino.

Como Vicerrectora Académica, la doctora Araújo Oñate contará con el respaldo de un equipo académico de primer nivel conformado por 116 posiciones, entre estas la Dirección Académica y las Decanaturas. Asumirá tres retos principales: asegurar la transformación académica de vanguardia, fortalecer los procesos de control académico internos y garantizar la participación académica de todos los actores de nuestra comunidad.

Su liderazgo desde lo ético y el carácter le permitirán desarrollar proyectos académicos de alta calidad, sostenibles e innovadores, ajustados a las necesidades actuales;  la trasformación de los procesos que competen a sus funciones; el fortalecimiento de una comunidad académica participativa, de estudiantes y profesores conectada con el ámbito  nacional e internacional; una gobernanza robusta; la sinergia entre las distintas unidades académicas y los procesos de docencia, investigación y extensión.

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Giovanni Efraín Reyes Ortiz Ph.D.
University of Pittsburgh/Harvard
Profesor Titular, Escuela de Administración

Tal y como es de conocimiento general, los resultados previsibles están por demás apretados. Con base en las tendencias del voto popular, hay evidencias contrastantes. Unas encuestas aún persisten –en el voto popular- en establecer lo que sería la victoria de Kamala Harris con cifras de victoria que varían de 1.7% a 2.15%. Otras sostienen que, a una semana de la elección, Trump tiene una favorabilidad de 0.4% sobre su adversaria demócrata.

Considerando que son ciertos esos números, en ninguno de esos casos se puede identificar –ni mucho menos- ninguna victoria segura. Hay antecedentes inmediatos. Hillary Clinton aventajó al republicano en noviembre de 2016 por 2.1% y no fue suficiente. La noche del 9 de noviembre, en ese entonces, resultó vencedor Trump en el Colegio Electoral.

Exactamente. Es el Colegio Electoral el que cuenta. Se trata de lo que sería una anacrónica institución, cuya estructura y funcionamiento hace que no todos los votos valgan lo mismo. Las tendencias se inclinan porque aquellos Estados de la Unión que tienen menos votantes, marginalmente tienen mayor valor los votos individuales.

Quien sale victorioso en un Estado se lleva todos los electores. De allí que ganar –por ejemplo- en Pensilvania en el voto popular, así sea por un sufragio, es llevarse completos los 19 electores, que en las condiciones actuales son estratégicamente cruciales.

Esto tendería a favorecer a los Republicanos en Estados poco poblados, tal los casos de Iowa, Nebraska, Oklahoma, las Dakotas, Montana, Arkansas. Se trata de la América Profunda, tan rural como necesitada de consignas fáciles y entendibles sin mayores diálogos. Planteamientos simples, donde se impongan las creencias más que el análisis de los argumentos.

En estas condiciones donde Trump lleva ventaja. Se trata del contenido de su campaña, incluyendo insultos y como era de esperarse, de las repercusiones derivadas de la caja de resonancia de personajes como aquellos de la lucha libre profesional en Estados Unidos.

Se sabe cómo votarán, en esta elección, 42 Estados. De allí que son 8 de ellos los “pendulares” o “bisagra” donde se decidiría la contienda. Estos distritos son: Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Minnesota, Nevada, Pensilvania, Wisconsin. De manera oficial –aunque en una semana muchas cosas pueden ocurrir- Kamala Harris se estaría imponiendo en Minnesota, pero las cifras dan muestras de un ascenso sostenido de los republicanos en estados del “muro azul”, es decir Pensilvania, Michigan y Wisconsin.

Como parte esencial de esta dinámica electoral, surgen implicaciones importantes y temas críticos que se han hecho evidentes. Uno de ellos, que ha prevalecido durante toda la campaña electoral es la polarización. Trump, en medio de múltiples cuestionamientos está inmerso en varios casos judiciales. La creciente lucha entre el electorado complica las estrategias de ambos partidos, de allí lo vital de ganar indecisos con más intensidad, en particular en Georgia, Pensilvania, Nevada y Wisconsin.

Además de la polarización, otro tópico que polémico es el referente a la economía y la inmigración. Estos temas están en el centro del debate. Existe consenso entre analistas en cuanto a que, si Trump regresa al poder, es probable que recrudezca su enfoque restrictivo hacia la inmigración y adopte políticas proteccionistas. En cambio, una victoria de Harris puede llevar a mayor apertura hacia la cooperación internacional y a un enfoque quizá más humanitario en la gestión de la frontera con México.

Un tercer tema que implica choques es el referente a la política exterior y con ello, las incidencias en los conflictos internacionales. Es indudable, Estados Unidos enfrenta múltiples desafíos en esta esfera, incluyendo la guerra en Ucrania y las tensiones en Oriente Medio. Un cambio en la administración podría significar un viraje en la postura estadounidense hacia estos conflictos y en las relaciones comerciales globales.

En este sentido es claro que la tendencia a la continuidad –con todo el desgaste del ejercicio del poder para Kamala Harris- está en el bando de los demócratas. Trump juega, como es habitual, a la carta de ser el dado en el aire. Es la expectativa, lo temerario; cada quien identificándose con lo que desea que ocurra.

La tendencia más clara, con una victoria de Trump sería un gobierno centrado en el nacionalismo populista, al menos basado en las ofertas de campaña. Esto conllevaría seguridad fronteriza a lo vaquero, sin remilgos. También aquí se identificarían nacionalismos para impedir la competencia con otros países, ya sea que esos correspondan a emergentes economías latinoamericanas, europeas o del lejano oriente.

Se identificaría una tendencia de continuidad, obviamente, con la elección de Harris. Pero la administración de quien podría ser la primera mujer mandataria en Washington también requeriría de ajustes políticos, económicos y sociales con un fin: acrecentar o bien rescatar la legitimidad interna a la vez que se establecen renovados contenidos y modalidades en cooperación exterior.

Es totalmente explicable, los resultados de la noche del martes 5 de noviembre próximo mantienen a la población en vilo. Puede tocarse el suspenso, mientras las apuestas continúan creciendo: ¿a quién favorecerá la mayoría probablemente silenciosa que no se manifiesta en las encuestas?

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Subtítulo
Análisis del profesor Giovanni Efraín Reyes
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