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Teresita Cardona García, una persona que tenía excelentes relaciones con toda la Universidad, era la indicada para echar a andar la primera Semana Rosarista1. Era mayo de 1961 y Teresita estaba en quinto año de Jurisprudencia. Los compañeros la comisionaron para que fuera a pedirle permiso a monseñor Castro Silva, rector del Rosario hacía 31 años. Ella fue sola al despacho del venerable rector que, después de muchas reflexiones, autorizó la celebración con una condición: que no se bailara en el Claustro. El programa de la Semana comprendía actividades culturales, recitales de música y poesía, competencias deportivas y un día campestre en la Quinta de Mutis. Monseñor, como dijimos, aprobó la Semana, con tal que no hubiera en el Claustro “zapatiestas”, que el Diccionario define como ‘alboroto, jaleo, riña’.

Una de las placas más visibles del piso bajo del Claustro rinde homenaje a Rafael Pombo (1833-1912), coronado como poeta nacional el 20 de agosto de 1905, en el Teatro Colón. De su obra literaria bastante se ha escrito, incluso se ha publicado su poesía casi completa (lo cual no siempre favorece a los autores). Falta, en cambio, conocer los años de formación de Pombo y cuál fue su paso por el Rosario.

Una de las placas más visibles del piso bajo del Claustro rinde homenaje a Rafael Pombo: ¿qué sabemos de su paso por el Rosario?

Lino de Pombo (Cartagena, 1797), llegó muy joven a Santafé (1806), donde continuó sus estudios en el Colegio del Rosario. Por ser de "tierna edad", la beca debió vestirla su padre.

Faltan datos clave de la biografía de Lino de Pombo, pero su nombre debe figurar en la historia de la ingeniería nacional.

Además de ser las nuevas directrices para administrar el Estado, las constituciones nacionales fueron enseñadas como referentes morales y cívicos para la sociedad, fueron instrumentos políticos para la construcción de la ciudadanía.

Hemos publicado en este blog una serie de entregas de inventarios, pertenecientes a la colección documental del Archivo Histórico: el primero de 1783, sobre la capilla; el segundo de 1793, general. Luego viene el inventario completo de la biblioteca, mandado hacer en 1800, por el rector Fernando Caicedo y Flórez, extenso documento que tenemos para consulta pública en nuestro repositorio. Del siglo XIX, el primero es el que presentamos a continuación [AHUR, caja 33 ff. 12r-v]; general también pero que ahora publicaremos solo en lo correspondiente a la librería, por indicar allí los faltantes con respecto al inventario de 1800. Los libros que hemos podido identificar están en las notas.

Cuando el bicentenario de la muerte de Camilo Torres, en 2016, exhibimos una Biblia griega que, en la propia portada, traía el sello de propiedad con la leyenda “D. D. Joseph Camilo de Torres”. Entonces, nada sabíamos de la llegada de este libro al Archivo Histórico ni de Torres y su conocimiento del griego antiguo. Hoy presentamos datos de las dos incógnitas.