Blog Archivo Histórico

En 1826, por disposición del presidente de la Gran Colombia Francisco de Paula Santander, se produjo una gran reforma en las instituciones educativas. Se creó la Universidad Central, institución que agrupaba a los colegios y universidades que impartieran cátedras a lo largo de la geografía nacional, la única autorizada por el Estado para conferir títulos académicos.

Entre las casi dos mil fotos que componen la fototeca del Archivo Histórico, llama la atención el hecho de que no haya una sola que registre los daños del terremoto de 1917. Debemos atenernos, pues, a la crónica que publicó la Revista del Rosario en esas fechas. Hay, sin embargo, fotos de antes y después de los temblores, unas con fecha y otras por fechar.

Un adagio, nos dice el Diccionario, es "sentencia breve y, la mayoría de las veces, moral". Un ejemplo que nos ha llegado estos días es la sentencia latina «Corruptio optimi pessima», que ha gozado de reciente boga en la prensa por su constante actualidad.

Entre el 29 de agosto y el 1 de septiembre de 2017, se llevó a cabo en la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay, el VIII Congreso Iberoamericano de Archivos Universitarios, este año con el tema “Los archivos de instituciones de educación superior: Gestión, transparencia y memoria”.

Después del terremoto es una homilía de Juan Crisóstomo (c 349-407). Dato curioso: no se sabe cuál sismo fue; los investigadores, cuando mucho, ponen "perhaps". En todo caso, la homilía volvía a la mente cada vez que la tierra se sacudía: en Bogotá, 1917; asimismo en Méjico, 1985.

Hace un siglo, Bogotá sufrió una serie de movimientos telúricos que afectaron varias construcciones, entre ellas, el Claustro del Rosario. Así se registraron los hechos en la Revista del Rosario (V.13 N.129 octubre 1917: 575-6).

Luciano nació en Samósata, la capital de Comagene, al norte de Siria. Vivió en el siglo II d. C. y los datos de que disponemos provienen de su propia obra. Parece que fue aprendiz de escultor, pero pronto se dedicó a la retórica, en boga por ese entonces. Por el ejercicio de su profesión, viajó largamente y se enriqueció. Su formación retórica le sirvió a su obra de diálogos satíricos, reconocidos por la posteridad.

En 1966, se funda la Escuela de Terapistas en la Audición y el Lenguaje, que graduaría las primeras once fonoaudiólogas de la Universidad del Rosario.